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Columnista - 20 septiembre, 2014

Resonancias de un debate

La evidencia más contundente del afán de la bancada uribista de lanzar cortinas de humo al debate que valerosamente citó el senador Iván Cepeda sobre los orígenes del paramilitarismo en Colombia no fue la salida iracunda de la Comisión Segunda de un descompuesto ex presidente, hoy senador, so pretexto de ir a radicar una demanda […]

La evidencia más contundente del afán de la bancada uribista de lanzar cortinas de humo al debate que valerosamente citó el senador Iván Cepeda sobre los orígenes del paramilitarismo en Colombia no fue la salida iracunda de la Comisión Segunda de un descompuesto ex presidente, hoy senador, so pretexto de ir a radicar una demanda a Cepeda en la Corte Suprema; ni los ataques bajos y arteros que lanzó José Obdulio Gaviria en contra del padre y la madre del mismo Iván; tampoco los golpes de pecho que se daba Evert Bustamante un renegado izquierdista que hoy se convierte en escudero de primera línea del máximo representante de la ultraderecha en Colombia. Ni la afirmación descabellada del mismo Uribe de acusar al presidente Santos de ser entre bambalinas el promotor del debate. Nada de eso. En mi concepto, el momento cumbre de la humarada, la protagonizó la senadora Paloma Valencia cuando se atrevió a hacer un paralelo entre la vida y obra del libertador de América, Simón Bolívar con la de Álvaro Uribe. ¡Terrible desfachatez! Comparar a Bolívar con Uribe Vélez es como tratar de encontrar coincidencias entre Hitler y la madre Teresa de Calcuta. A pesar de eso, muchas lecciones dejó el debate. Y como dice el refrán cada quien habla bien o mal de la fiesta dependiendo de cómo le haya ido. Para algunos, lo único que aportó fue un ensanchamiento de heridas entre sectores antagónicos de la vida pública del país. Si se analiza desde el punto de vista de la posición asumida por la bancada uribista tendrían razón. Pero si se adopta la perspectiva de una paz cimentada en la verdad, el perdón y la reparación, la sesión del Congreso del 17 de septiembre se constituyó en un hito importante porque lo que lleva implícito su desarrollo es que no solo la guerrilla, los paramilitares y el mismo Estado reconozcan su responsabilidad en las páginas de violencia que se han escrito en el país, sino también aquellos representantes de la clase política que crearon, fomentaron, financiaron y le sacaron provecho político y económico a esas máquinas de muerte que se enseñorearon en todo el territorio nacional y que tanto dolor y muerte causaron a las familias colombianas. Puso de presente además, que las negociaciones de La Habana si tienen en el Congreso un amplio respaldo político y que por encima de las pretensiones de sabotearlo de quienes se lucran del conflicto armado interno, existe un país hastiado de la guerra que ve en las negociaciones que se llevan en la bella isla caribeña, la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada de los Buendía en este país macondiano. [email protected]

Columnista
20 septiembre, 2014

Resonancias de un debate

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

La evidencia más contundente del afán de la bancada uribista de lanzar cortinas de humo al debate que valerosamente citó el senador Iván Cepeda sobre los orígenes del paramilitarismo en Colombia no fue la salida iracunda de la Comisión Segunda de un descompuesto ex presidente, hoy senador, so pretexto de ir a radicar una demanda […]


La evidencia más contundente del afán de la bancada uribista de lanzar cortinas de humo al debate que valerosamente citó el senador Iván Cepeda sobre los orígenes del paramilitarismo en Colombia no fue la salida iracunda de la Comisión Segunda de un descompuesto ex presidente, hoy senador, so pretexto de ir a radicar una demanda a Cepeda en la Corte Suprema; ni los ataques bajos y arteros que lanzó José Obdulio Gaviria en contra del padre y la madre del mismo Iván; tampoco los golpes de pecho que se daba Evert Bustamante un renegado izquierdista que hoy se convierte en escudero de primera línea del máximo representante de la ultraderecha en Colombia. Ni la afirmación descabellada del mismo Uribe de acusar al presidente Santos de ser entre bambalinas el promotor del debate. Nada de eso. En mi concepto, el momento cumbre de la humarada, la protagonizó la senadora Paloma Valencia cuando se atrevió a hacer un paralelo entre la vida y obra del libertador de América, Simón Bolívar con la de Álvaro Uribe. ¡Terrible desfachatez! Comparar a Bolívar con Uribe Vélez es como tratar de encontrar coincidencias entre Hitler y la madre Teresa de Calcuta. A pesar de eso, muchas lecciones dejó el debate. Y como dice el refrán cada quien habla bien o mal de la fiesta dependiendo de cómo le haya ido. Para algunos, lo único que aportó fue un ensanchamiento de heridas entre sectores antagónicos de la vida pública del país. Si se analiza desde el punto de vista de la posición asumida por la bancada uribista tendrían razón. Pero si se adopta la perspectiva de una paz cimentada en la verdad, el perdón y la reparación, la sesión del Congreso del 17 de septiembre se constituyó en un hito importante porque lo que lleva implícito su desarrollo es que no solo la guerrilla, los paramilitares y el mismo Estado reconozcan su responsabilidad en las páginas de violencia que se han escrito en el país, sino también aquellos representantes de la clase política que crearon, fomentaron, financiaron y le sacaron provecho político y económico a esas máquinas de muerte que se enseñorearon en todo el territorio nacional y que tanto dolor y muerte causaron a las familias colombianas. Puso de presente además, que las negociaciones de La Habana si tienen en el Congreso un amplio respaldo político y que por encima de las pretensiones de sabotearlo de quienes se lucran del conflicto armado interno, existe un país hastiado de la guerra que ve en las negociaciones que se llevan en la bella isla caribeña, la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada de los Buendía en este país macondiano. [email protected]