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Columnista - 18 enero, 2018

Relato de mi asueto

No puedo callar que, en el feliz paseo vacacional con mi familia, tuvimos incomodidades por la falta de señalización vial, el mal estado de múltiples tramos de las carreteras, en las cuales hay muchos peajes con tarifas onerosas, por no decir injustificables en vista del escándalo Odebrecht. Además, pululan los rebuscadores tumbadores de turistas. El […]

No puedo callar que, en el feliz paseo vacacional con mi familia, tuvimos incomodidades por la falta de señalización vial, el mal estado de múltiples tramos de las carreteras, en las cuales hay muchos peajes con tarifas onerosas, por no decir injustificables en vista del escándalo Odebrecht. Además, pululan los rebuscadores tumbadores de turistas.

El 23 de diciembre, de Valledupar viajamos a Sincelejo, donde vive mi hijo médico con su cónyuge María del Pilar Farfán, de Cartagena también llegaron mi hija María Fernanda con Daniela, mi única nieta. Por la noche, Ángel Janne y su esposa Janeth nos ofrecieron un asado delicioso; de veras, gozamos una velada bien amena. A tan excelsos anfitriones, mi familia con la infaltable adorable tía Yiya, les enviamos nuestras considerables congratulaciones.

El siguiente día pasamos a Montería y nos hospedamos en un hotel que celebra la noche de Navidad. Antes de asistir a la tradicional celebración, visitamos a la familia Aparicio Soto, con la cual conservamos antaña y entrañable amistad.

El 25 de diciembre nos fuimos a Lorica, por invitación del amigo Roque Janne y su cuñado César Franco, más conocido como ‘Gato limpio’, allí pernoctamos a la finca de ellos, dotada de confortable morada, amplios kioscos y cristalina piscina. Sus familias nos complacieron con amable atención y buena comida. El 26 de diciembre desayunamos en la casa de César y su afectuosa esposa nos sirvió unas ricuras que todavía saboreo. Luego del opíparo desayuno volvimos a la finca, ahí nos esperaba Ángel con otra parte de su familia. Nos bañamos en la piscina tomando cervezas heladas. Tras comer exquisito almuerzo criollo, María Fernanda y mi nieta regresaron a Cartagena y nosotros a Sincelejo.

El 27 de diciembre, mi amigo Eliesit German de origen suizo nos invitó a almorzar a su casa campo llamada Villa Génesis, con su familia nos agasajó sirviéndonos bagre a las finas hierbas, lengua en salsa y otros manjares. Además, nos obsequió queso, suero y una botella de fino vino. De este paradisiaco lugar viajamos a Cartagena, desde donde recorrimos las Islas del Rosario y mi hija Marta Tere compró souvenirs para regalar a sus amigos de Madrid, España. En la histórica ciudad, visitamos sus lugares emblemáticos, a mi hermano Hernán y a mi hermana Beliza. Dos amistades de mi hija María Fernanda (Adalberto Torres y su afable esposa Mónica Banquez, y Carlos Mario ‘El príncipe’ Clopatofsky) nos invitaron a sus residencias, los primeros a un desayuno con arepa de huevo y otras comidas típicas. El segundo, a deleitar aromático vino y sabrosas picadas.

El 31 de diciembre arribamos a Coveñas con María Fernanda y mi nieta, mi hijo con la familia de su esposa nos albergaron en una cabaña a la orilla del mar. En la prima noche cuando caía pertinaz aguacero se fue la luz durante toda la noche. La repentina falla de la energía eléctrica no impidió que pasáramos muy contentos la última noche del año, refiriendo anécdotas jocosas, libando unos cuantos tragos de licor y degustando varias viandas.

El primero de enero disfrutamos las tranquilas aguas del Golfo de Morrosquillo. Regresamos a Valledupar para recibir a Karol Morales, la novia de mi hijo abogado, procedente de Bogotá. El 6 de enero, en restaurante especial festejamos el cumpleaños de María Fernanda, amenizado por el Trio de Oro y termínanos la celebración en nuestra casa campo, allá dormimos, retornando con el crepúsculo vespertino del 7 de enero. El 8 de enero el convite fue de ‘Juvalito’, que en La Paz nos brindó un suculento desayuno-almuerzo con almojábanas selectas.

PD: Felicitaciones a José Aponte Martínez, por el desayuno brindado a los columnistas de EL PILÓN, con el propósito de invitarnos a ser más proactivos en promover el mejoramiento de Valledupar. A mis lectores prospero año nuevo. Y que continuaré con mis opiniones semanales a través de nuestro Periódico.

Columnista
18 enero, 2018

Relato de mi asueto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

No puedo callar que, en el feliz paseo vacacional con mi familia, tuvimos incomodidades por la falta de señalización vial, el mal estado de múltiples tramos de las carreteras, en las cuales hay muchos peajes con tarifas onerosas, por no decir injustificables en vista del escándalo Odebrecht. Además, pululan los rebuscadores tumbadores de turistas. El […]


No puedo callar que, en el feliz paseo vacacional con mi familia, tuvimos incomodidades por la falta de señalización vial, el mal estado de múltiples tramos de las carreteras, en las cuales hay muchos peajes con tarifas onerosas, por no decir injustificables en vista del escándalo Odebrecht. Además, pululan los rebuscadores tumbadores de turistas.

El 23 de diciembre, de Valledupar viajamos a Sincelejo, donde vive mi hijo médico con su cónyuge María del Pilar Farfán, de Cartagena también llegaron mi hija María Fernanda con Daniela, mi única nieta. Por la noche, Ángel Janne y su esposa Janeth nos ofrecieron un asado delicioso; de veras, gozamos una velada bien amena. A tan excelsos anfitriones, mi familia con la infaltable adorable tía Yiya, les enviamos nuestras considerables congratulaciones.

El siguiente día pasamos a Montería y nos hospedamos en un hotel que celebra la noche de Navidad. Antes de asistir a la tradicional celebración, visitamos a la familia Aparicio Soto, con la cual conservamos antaña y entrañable amistad.

El 25 de diciembre nos fuimos a Lorica, por invitación del amigo Roque Janne y su cuñado César Franco, más conocido como ‘Gato limpio’, allí pernoctamos a la finca de ellos, dotada de confortable morada, amplios kioscos y cristalina piscina. Sus familias nos complacieron con amable atención y buena comida. El 26 de diciembre desayunamos en la casa de César y su afectuosa esposa nos sirvió unas ricuras que todavía saboreo. Luego del opíparo desayuno volvimos a la finca, ahí nos esperaba Ángel con otra parte de su familia. Nos bañamos en la piscina tomando cervezas heladas. Tras comer exquisito almuerzo criollo, María Fernanda y mi nieta regresaron a Cartagena y nosotros a Sincelejo.

El 27 de diciembre, mi amigo Eliesit German de origen suizo nos invitó a almorzar a su casa campo llamada Villa Génesis, con su familia nos agasajó sirviéndonos bagre a las finas hierbas, lengua en salsa y otros manjares. Además, nos obsequió queso, suero y una botella de fino vino. De este paradisiaco lugar viajamos a Cartagena, desde donde recorrimos las Islas del Rosario y mi hija Marta Tere compró souvenirs para regalar a sus amigos de Madrid, España. En la histórica ciudad, visitamos sus lugares emblemáticos, a mi hermano Hernán y a mi hermana Beliza. Dos amistades de mi hija María Fernanda (Adalberto Torres y su afable esposa Mónica Banquez, y Carlos Mario ‘El príncipe’ Clopatofsky) nos invitaron a sus residencias, los primeros a un desayuno con arepa de huevo y otras comidas típicas. El segundo, a deleitar aromático vino y sabrosas picadas.

El 31 de diciembre arribamos a Coveñas con María Fernanda y mi nieta, mi hijo con la familia de su esposa nos albergaron en una cabaña a la orilla del mar. En la prima noche cuando caía pertinaz aguacero se fue la luz durante toda la noche. La repentina falla de la energía eléctrica no impidió que pasáramos muy contentos la última noche del año, refiriendo anécdotas jocosas, libando unos cuantos tragos de licor y degustando varias viandas.

El primero de enero disfrutamos las tranquilas aguas del Golfo de Morrosquillo. Regresamos a Valledupar para recibir a Karol Morales, la novia de mi hijo abogado, procedente de Bogotá. El 6 de enero, en restaurante especial festejamos el cumpleaños de María Fernanda, amenizado por el Trio de Oro y termínanos la celebración en nuestra casa campo, allá dormimos, retornando con el crepúsculo vespertino del 7 de enero. El 8 de enero el convite fue de ‘Juvalito’, que en La Paz nos brindó un suculento desayuno-almuerzo con almojábanas selectas.

PD: Felicitaciones a José Aponte Martínez, por el desayuno brindado a los columnistas de EL PILÓN, con el propósito de invitarnos a ser más proactivos en promover el mejoramiento de Valledupar. A mis lectores prospero año nuevo. Y que continuaré con mis opiniones semanales a través de nuestro Periódico.