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Columnista - 1 diciembre, 2013

Raíces de un momento estelar

El fútbol colombiano pasa por un gran momento. Falcao y su séquito son noticia en el mundo entero tanto por su excelente producción en las eliminatorias cuanto por los buenos resultados en sus respectivos clubes.

Por Luis Augusto González Pimienta

El fútbol colombiano pasa por un gran momento. Falcao y su séquito son noticia en el mundo entero tanto por su excelente producción en las eliminatorias cuanto por los buenos resultados en sus respectivos clubes.

En los comienzos de nuestro campeonato rentado se vivió una bonanza propiciada por factores exógenos: Europa se recuperaba de los estragos de la Segunda Guerra Mundial y Argentina vivía una huelga de futbolistas encabezada por el maestro Adolfo Pedernera, eximio jugador y conductor de Colombia en su primer mundial en Chile-62. 

Esto, sumado al entusiasmo inicial de los empresarios nativos y a la estabilidad monetaria de nuestro país, propició el ingreso de cerca de doscientos jugadores profesionales.

A esta época se le llamó El Dorado colombiano y cada ciudad se convirtió en asentamiento de jugadores de determinada nacionalidad: en Bogotá predominaron los argentinos; Medellín y Cali fueron plaza de los peruanos; brasileños y húngaros se acomodaron en Barranquilla; Cúcuta acogió a los uruguayos y Pereira a los paraguayos. También llegaron ingleses, yugoslavos y costarricenses.

Con el debilitamiento de la economía de los clubes colombianos se acabó El Dorado. Los jugadores de renombre emigraron hacia Europa en donde los equipos se convirtieron en imperios económicos y el fútbol en un gran negocio.

La crisis condujo a contratar deportistas del montón o en decadencia, a quienes se les daba buena vitrina en las revistas para atraer aficionados al estadio. De vez en cuando saltaba la liebre y un jugador inexperto conseguido a bajo costo se convertía en estrella fulgurante. Pero era la excepción.

Más adelante el narcotráfico se encargó de fortalecer a unos cuantos equipos y de sostener a otros más como satélites de los grandes. Volvieron figuras extranjeras de renombre que alternaban con los buenos jugadores que producíamos.

Y casi sin darnos cuenta se levantó una camada de extraordinarios futbolistas, con Valderrama, Rincón, Asprilla, Álvarez, Higuita y demás, cuyas destrezas fueron bien encauzadas por Maturana.

Se conformó entonces un gran elenco que llamó la atención del mundo en Italia-90, por una soltura casi displicente que le devolvía el sabor al balompié. Fuimos entonces a tres torneos orbitales consecutivos y nos convertimos en exportadores de futbolistas.

Hoy, a cuatro días para el sorteo de Brasil 2014,nutrimos el seleccionado con deportistas que juegan en el extranjero con mucho éxito y un puñadito que participa en el campeonato local. Y más que eso, aprendimos a comportarnos como profesionales en el campo y fuera de él.

Columnista
1 diciembre, 2013

Raíces de un momento estelar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

El fútbol colombiano pasa por un gran momento. Falcao y su séquito son noticia en el mundo entero tanto por su excelente producción en las eliminatorias cuanto por los buenos resultados en sus respectivos clubes.


Por Luis Augusto González Pimienta

El fútbol colombiano pasa por un gran momento. Falcao y su séquito son noticia en el mundo entero tanto por su excelente producción en las eliminatorias cuanto por los buenos resultados en sus respectivos clubes.

En los comienzos de nuestro campeonato rentado se vivió una bonanza propiciada por factores exógenos: Europa se recuperaba de los estragos de la Segunda Guerra Mundial y Argentina vivía una huelga de futbolistas encabezada por el maestro Adolfo Pedernera, eximio jugador y conductor de Colombia en su primer mundial en Chile-62. 

Esto, sumado al entusiasmo inicial de los empresarios nativos y a la estabilidad monetaria de nuestro país, propició el ingreso de cerca de doscientos jugadores profesionales.

A esta época se le llamó El Dorado colombiano y cada ciudad se convirtió en asentamiento de jugadores de determinada nacionalidad: en Bogotá predominaron los argentinos; Medellín y Cali fueron plaza de los peruanos; brasileños y húngaros se acomodaron en Barranquilla; Cúcuta acogió a los uruguayos y Pereira a los paraguayos. También llegaron ingleses, yugoslavos y costarricenses.

Con el debilitamiento de la economía de los clubes colombianos se acabó El Dorado. Los jugadores de renombre emigraron hacia Europa en donde los equipos se convirtieron en imperios económicos y el fútbol en un gran negocio.

La crisis condujo a contratar deportistas del montón o en decadencia, a quienes se les daba buena vitrina en las revistas para atraer aficionados al estadio. De vez en cuando saltaba la liebre y un jugador inexperto conseguido a bajo costo se convertía en estrella fulgurante. Pero era la excepción.

Más adelante el narcotráfico se encargó de fortalecer a unos cuantos equipos y de sostener a otros más como satélites de los grandes. Volvieron figuras extranjeras de renombre que alternaban con los buenos jugadores que producíamos.

Y casi sin darnos cuenta se levantó una camada de extraordinarios futbolistas, con Valderrama, Rincón, Asprilla, Álvarez, Higuita y demás, cuyas destrezas fueron bien encauzadas por Maturana.

Se conformó entonces un gran elenco que llamó la atención del mundo en Italia-90, por una soltura casi displicente que le devolvía el sabor al balompié. Fuimos entonces a tres torneos orbitales consecutivos y nos convertimos en exportadores de futbolistas.

Hoy, a cuatro días para el sorteo de Brasil 2014,nutrimos el seleccionado con deportistas que juegan en el extranjero con mucho éxito y un puñadito que participa en el campeonato local. Y más que eso, aprendimos a comportarnos como profesionales en el campo y fuera de él.