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Columnista - 19 febrero, 2017

¿Quien los detiene?

Me contaba alguien que hace tiempo un concejal -que había perdido una de sus manos en un accidente-, fue al despacho del alcalde a reclamarle porque lo había dejado por fuera de la coalición de su gobierno, si él había sacado la mayor votación y además eran del mismo partido. A lo que el alcalde […]

Me contaba alguien que hace tiempo un concejal -que había perdido una de sus manos en un accidente-, fue al despacho del alcalde a reclamarle porque lo había dejado por fuera de la coalición de su gobierno, si él había sacado la mayor votación y además eran del mismo partido. A lo que el alcalde respondió. “Porque aquí vamos a robar a dos manos y usted solo tiene una”.

Esta anécdota macondiana, que parece un chiste político de los que acostumbra a referir el expresidente Samper en las parrandas vallenatas, me recuerda a un exministro de Hacienda de este gobierno que tuvo la desfachatada idea de traerse las regalías regionales para Bogotá y convertirlas en mermelada para poder untar a los miembros de la coalición de los partidos políticos oficialistas y así obtener aprobación de todas las iniciativas que el gobierno presentara ante el legislativo.

La aplanadora de la mermelada ha sido tan arrolladora, que además de seducir a los congresistas de la coalición, también logró cautivar a magistrados, guerrilleros, dirigentes gremiales, medios de comunicación, hackers, contratistas y organismos internacionales. El carnaval de sobornos, repartición de cupos indicativos y desviación de fondos en las entidades públicas no tiene precedente en la historia del país.

Estos pervertidos políticos lograron montar un negocio más rentable que el narcotráfico y el secuestro. Hasta convencieron a la guerrilla de las Farc de cambiar las armas por unas curules en el Congreso para ser parte del negocio. Inclusive, se inventaron una “Reforma Política Express”, para blindar este esquema de corrupción por cinco años más. Al igual que el cuento del alcalde, tampoco aceptan mochos.

En siete años no dejaron una vía terciaria que sirva, se llevaron por delante el 50% de los subsidios a la salud, educación y de los contratos de los comedores escolares de los niños de escasos recursos. No contentos con lo anterior, se tumbaron a Reficar, el Fondo Nacional del Ahorro y la vía a Puerto de Gamarra. También tienen bajo su control, los negocios de las EPS, fiduciarias, fondo de regalías (Fonade), fondos de inversión social (DPS) y los presupuestos de nomina e inversión de las entidades adscritas y vinculadas a los ministerios.

Aquí viene la pregunta del millón. ¿Cuál es el camino más expedito para detener esta rampante corrupción? Algunos han planteado una nueva Constituyente, otros como el Partido Verde, un referendo y algunas organizaciones sociales proponen cadena perpetua y muerte política a corruptos. Actuemos rápido, de lo contrario terminaremos peor que Venezuela. Todavía estamos a tiempo.

En el tintero: Preguntas sin respuestas: ¿Cuántos niños más deben morir de hambre y desnutrición en La Guajira para que el presidente Juan Manuel Santos decrete la Emergencia Económica? Si los Parody financiaron campaña de Santos y luego se beneficiaron de una decisión de su Gobierno, ¿no se constituye allí un delito de conflicto de intereses? ¿Es cierto que el proceso de salida del expresidente de la SAC y selección del nuevo presidente fue acordado con el Gobierno? ¿Hasta cuando los agricultores y ganaderos afectados por la sequia del 2015 y 2016, tienen que esperar el plan de reestructuración de deudas del Ministerio de Agricultura?

Por Indalecio Dangond Baquero

 

Columnista
19 febrero, 2017

¿Quien los detiene?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

Me contaba alguien que hace tiempo un concejal -que había perdido una de sus manos en un accidente-, fue al despacho del alcalde a reclamarle porque lo había dejado por fuera de la coalición de su gobierno, si él había sacado la mayor votación y además eran del mismo partido. A lo que el alcalde […]


Me contaba alguien que hace tiempo un concejal -que había perdido una de sus manos en un accidente-, fue al despacho del alcalde a reclamarle porque lo había dejado por fuera de la coalición de su gobierno, si él había sacado la mayor votación y además eran del mismo partido. A lo que el alcalde respondió. “Porque aquí vamos a robar a dos manos y usted solo tiene una”.

Esta anécdota macondiana, que parece un chiste político de los que acostumbra a referir el expresidente Samper en las parrandas vallenatas, me recuerda a un exministro de Hacienda de este gobierno que tuvo la desfachatada idea de traerse las regalías regionales para Bogotá y convertirlas en mermelada para poder untar a los miembros de la coalición de los partidos políticos oficialistas y así obtener aprobación de todas las iniciativas que el gobierno presentara ante el legislativo.

La aplanadora de la mermelada ha sido tan arrolladora, que además de seducir a los congresistas de la coalición, también logró cautivar a magistrados, guerrilleros, dirigentes gremiales, medios de comunicación, hackers, contratistas y organismos internacionales. El carnaval de sobornos, repartición de cupos indicativos y desviación de fondos en las entidades públicas no tiene precedente en la historia del país.

Estos pervertidos políticos lograron montar un negocio más rentable que el narcotráfico y el secuestro. Hasta convencieron a la guerrilla de las Farc de cambiar las armas por unas curules en el Congreso para ser parte del negocio. Inclusive, se inventaron una “Reforma Política Express”, para blindar este esquema de corrupción por cinco años más. Al igual que el cuento del alcalde, tampoco aceptan mochos.

En siete años no dejaron una vía terciaria que sirva, se llevaron por delante el 50% de los subsidios a la salud, educación y de los contratos de los comedores escolares de los niños de escasos recursos. No contentos con lo anterior, se tumbaron a Reficar, el Fondo Nacional del Ahorro y la vía a Puerto de Gamarra. También tienen bajo su control, los negocios de las EPS, fiduciarias, fondo de regalías (Fonade), fondos de inversión social (DPS) y los presupuestos de nomina e inversión de las entidades adscritas y vinculadas a los ministerios.

Aquí viene la pregunta del millón. ¿Cuál es el camino más expedito para detener esta rampante corrupción? Algunos han planteado una nueva Constituyente, otros como el Partido Verde, un referendo y algunas organizaciones sociales proponen cadena perpetua y muerte política a corruptos. Actuemos rápido, de lo contrario terminaremos peor que Venezuela. Todavía estamos a tiempo.

En el tintero: Preguntas sin respuestas: ¿Cuántos niños más deben morir de hambre y desnutrición en La Guajira para que el presidente Juan Manuel Santos decrete la Emergencia Económica? Si los Parody financiaron campaña de Santos y luego se beneficiaron de una decisión de su Gobierno, ¿no se constituye allí un delito de conflicto de intereses? ¿Es cierto que el proceso de salida del expresidente de la SAC y selección del nuevo presidente fue acordado con el Gobierno? ¿Hasta cuando los agricultores y ganaderos afectados por la sequia del 2015 y 2016, tienen que esperar el plan de reestructuración de deudas del Ministerio de Agricultura?

Por Indalecio Dangond Baquero