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Columnista - 18 noviembre, 2017

¿Proteccionismo, causa o efecto?

A mis manos llegó un mensaje de esos que circulan de manera frecuente, en cadena, a través de las redes sociales, unos segundos y lo devoré en su lectura, me llamó la atención la temática, pues estaba dirigido a la forma en la que hoy se están levantando los jóvenes en su educación. Textualmente dice […]

A mis manos llegó un mensaje de esos que circulan de manera frecuente, en cadena, a través de las redes sociales, unos segundos y lo devoré en su lectura, me llamó la atención la temática, pues estaba dirigido a la forma en la que hoy se están levantando los jóvenes en su educación. Textualmente dice uno de sus apartes: “Nos enfrentamos a una generación trofeo, pero de cristal. Los papás y la sociedad somos la causa de crear muchachos muy frágiles y débiles que con un pequeño viento adverso se quiebran y son incapaces de seguir adelante.

En su libro Nation of Wimps (Una Nación de Niños y llorones o frágiles), Hara Estroff Marano afirma que la sobreprotección y el inflar el ego a los niños son causa de su vulnerabilidad y flaqueza. Es una generación de jóvenes que jamás se han tropezado y menos caído en su vida por que los papás estamos quitando toda piedra y rellenando los pozos para que no caigan”.

Lejos de contrarrestar esto, nos preocupamos por adormitarlos y llenarlos de lujos, unos lujos que nunca se disfrutaron en la generación de nuestros padres, y tampoco en la que vivimos al levantarnos. Hoy nuestros jóvenes no hacen tareas si no hay internet de ultra velocidad y en un portátil o en tabletas y celulares de alta gama. Los jóvenes quieren hacer todo desde sus habitaciones, el dormitorio lo han convertido en sala de recepción, en comedor, en salón de juegos y poco les importa sentarse en la mesa familiar a disfrutar de un almuerzo con el padre y la madre y que se respeten las normas de urbanidad en ese sentido. A la universidad quieren ir en carro propio, y con total libertad de salida y llegada a la casa; primero la rumba, los fines de semana no son de sacrificio académico, son para el disfrute con los amigos; en este punto más de un padre dirá que mientras pueda, a su hijo no le faltará nada, pues él en su juventud y época de estudiante pasó mucho trabajo y no está dispuesto a que a su hijo le pase lo mismo. Entendemos esto, ¿Pero no es esa acaso la razón por la cual los muchachos hoy día son tan exageradamente irresponsables? Estudiar no es su responsabilidad, al fin y al cabo las cosas se resuelven siempre a su favor. Establecer niveles de comparación no es sano, pero enseñarle al joven a levantar su plato de la mesa y lavarlo no lo hace menos persona; limpiar y arreglar su habitación le enseña a ser ordenado y a tener disciplina y principios de responsabilidad. Brindarles todas las comodidades y lujos, equivale de alguna manera a suplir la falta de tiempo que por culpa del trabajo se le niega al niño. No estar atento a sus labores académicas se suple con exigirle a la institución y a los docentes la promoción de su hijo al finalizar el año, a pesar de su poco compromiso.

En fin, el llamado sin duda alguna es a los padres de familia, a una sociedad en general, que permite por ejemplo que un niño maneje un celular y dedique mucho tiempo a la tecnología nefasta, a la cual tienen acceso de manera directa. El llamado es a que todos nos pongamos serios para ajustar de alguna manera esta infortunada situación en la que siendo permisivos estamos criando una generación irresponsable, contadas excepciones, que a futuro nos puede pesar, más de lo que actualmente está pesando. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

Columnista
18 noviembre, 2017

¿Proteccionismo, causa o efecto?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

A mis manos llegó un mensaje de esos que circulan de manera frecuente, en cadena, a través de las redes sociales, unos segundos y lo devoré en su lectura, me llamó la atención la temática, pues estaba dirigido a la forma en la que hoy se están levantando los jóvenes en su educación. Textualmente dice […]


A mis manos llegó un mensaje de esos que circulan de manera frecuente, en cadena, a través de las redes sociales, unos segundos y lo devoré en su lectura, me llamó la atención la temática, pues estaba dirigido a la forma en la que hoy se están levantando los jóvenes en su educación. Textualmente dice uno de sus apartes: “Nos enfrentamos a una generación trofeo, pero de cristal. Los papás y la sociedad somos la causa de crear muchachos muy frágiles y débiles que con un pequeño viento adverso se quiebran y son incapaces de seguir adelante.

En su libro Nation of Wimps (Una Nación de Niños y llorones o frágiles), Hara Estroff Marano afirma que la sobreprotección y el inflar el ego a los niños son causa de su vulnerabilidad y flaqueza. Es una generación de jóvenes que jamás se han tropezado y menos caído en su vida por que los papás estamos quitando toda piedra y rellenando los pozos para que no caigan”.

Lejos de contrarrestar esto, nos preocupamos por adormitarlos y llenarlos de lujos, unos lujos que nunca se disfrutaron en la generación de nuestros padres, y tampoco en la que vivimos al levantarnos. Hoy nuestros jóvenes no hacen tareas si no hay internet de ultra velocidad y en un portátil o en tabletas y celulares de alta gama. Los jóvenes quieren hacer todo desde sus habitaciones, el dormitorio lo han convertido en sala de recepción, en comedor, en salón de juegos y poco les importa sentarse en la mesa familiar a disfrutar de un almuerzo con el padre y la madre y que se respeten las normas de urbanidad en ese sentido. A la universidad quieren ir en carro propio, y con total libertad de salida y llegada a la casa; primero la rumba, los fines de semana no son de sacrificio académico, son para el disfrute con los amigos; en este punto más de un padre dirá que mientras pueda, a su hijo no le faltará nada, pues él en su juventud y época de estudiante pasó mucho trabajo y no está dispuesto a que a su hijo le pase lo mismo. Entendemos esto, ¿Pero no es esa acaso la razón por la cual los muchachos hoy día son tan exageradamente irresponsables? Estudiar no es su responsabilidad, al fin y al cabo las cosas se resuelven siempre a su favor. Establecer niveles de comparación no es sano, pero enseñarle al joven a levantar su plato de la mesa y lavarlo no lo hace menos persona; limpiar y arreglar su habitación le enseña a ser ordenado y a tener disciplina y principios de responsabilidad. Brindarles todas las comodidades y lujos, equivale de alguna manera a suplir la falta de tiempo que por culpa del trabajo se le niega al niño. No estar atento a sus labores académicas se suple con exigirle a la institución y a los docentes la promoción de su hijo al finalizar el año, a pesar de su poco compromiso.

En fin, el llamado sin duda alguna es a los padres de familia, a una sociedad en general, que permite por ejemplo que un niño maneje un celular y dedique mucho tiempo a la tecnología nefasta, a la cual tienen acceso de manera directa. El llamado es a que todos nos pongamos serios para ajustar de alguna manera esta infortunada situación en la que siendo permisivos estamos criando una generación irresponsable, contadas excepciones, que a futuro nos puede pesar, más de lo que actualmente está pesando. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara