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General - 25 noviembre, 2015

Promover la sororidad

¿Por qué he querido escribir sobre este tema en el día de la Conmemoración de la No Violencia Contra Las Mujeres? Porque en muchas oportunidades me han preguntado por qué nos agredimos las mujeres o por qué se agreden las mujeres, y considero que llegó el momento de replantear el mito simbólico de que “mujeres juntas ni difuntas”.

Sororidad del latín soror, sororis, hermana, e-idad, relativo a, calidad de. En francés, sororité, en italiano sororitá, en español, sororidad y soridad, en inglés, sisterhood.

El concepto de sororidad es un término que no es de dominio público y que resulta extraño para hombres y mujeres, incluso desconocido. Nace en el seno de los movimientos feministas y es un aporte de una académica referencial del feminismo contemporáneo Marcela Lagarde. La Sororidad es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. “Este término enuncia los principios éticos políticos de equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza entre mujeres, propicia la confianza, el reconocimiento recíproco de la autoridad y el apoyo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer”.

¿Por qué he querido escribir sobre este tema en el día de la Conmemoración de la No Violencia Contra Las Mujeres? Porque en muchas oportunidades me han preguntado por qué nos agredimos las mujeres o por qué se agreden las mujeres, y considero que llegó el momento de replantear el mito simbólico de que “mujeres juntas ni difuntas”, refrán que desde una mirada patriarcal ha colocado históricamente a las mujeres en espacios separados, como enemigas, confabuladoras y saboteadoras, hasta el grado de que existe la fama de que el trabajo entre mujeres es imposible, que no pueden ser buenas amigas por los recelos que se tienen, pues si se juntan, atropellan su propio género.

Es una realidad que ninguna va a discutir. El hecho de que entre nosotras las mujeres, a menudo, lo que menos demostramos tener es solidaridad, lo tomamos como normal, que las mujeres compitamos entre nosotras en todos los espacios donde nos movemos. Entonces me parece importante analizar las razones que nos han convertido en rivales y proponer al tiempo la sustitución de esta rivalidad por complicidad. No hay un enfrentamiento entre las mujeres porque la naturaleza así lo ha decidido, sino que la cultura patriarcal que ha permanecido durante toda la vida estipuló que los hombres son los dueños del poder, y nosotras quedamos relegadas a otro ámbito en el que debíamos rivalizar por conseguir lo que nos daba el estatus, el reconocimiento, el apellido; en definitiva, por el hombre, que era quien nos proporcionaba todo esto. Entonces, ésta ha sido siempre una manera de entender que tenemos que competir entre nosotras para que al final sólo quede una, la elegida, y dicho enfrentamiento se ha ido manteniendo y reproduciendo a lo largo de los tiempos.

Requerimos de la sororidad, porque es beneficioso ser más cómplices que rivales en un contexto tan complejo en el que vivimos, ya que nos encontramos vulnerables a tantas amenazas por el solo hecho de ser mujeres en un mundo masculinizado. Nuestra solidaridad sale a flote entre nosotras cuando hay una mujer violada, asesinada o que sufra cualquier violación a sus derechos humanos, las mujeres nos revelamos eficazmente contra semejante crueldad, quizás porque nos sentimos más implicadas, y esas movilizaciones femeninas las encontramos en Colombia y en mi amado Valledupar, resaltando la labor que viene desarrollando la Red de voceras y voceros Párala Ya! Nada justifica las violencias contra las mujeres; donde hay unas mujeres espléndidas, con una fuerza, una energía y una valentía impresionantes.

Las mujeres somos cómplices, ya que juntas hemos recorrido un larguísimo camino en el que hay muchísimos valores que no sólo tenemos, sino que también aportamos a la sociedad. La solidaridad como punto de referencia para entender que las mujeres debemos ser leales entre nosotras, que no siempre debemos pensar que los hombres son más importantes, que debemos conservar o incorporar esa mirada de respeto, de dignidad; las relaciones entre mujeres pueden ser profundamente gratificantes, constructivas y satisfactorias. Nosotras tenemos una capacidad especial para alentar y mejorar el desempeño profesional y personal de nuestras compañeras.

Hay que tener presente que las mujeres estamos construyendo nuevas formas de relacionarnos entre nosotras, pero también con el mundo, lo que significa que en la actualidad no todas tenemos las mismas opiniones o expectativas sobre una serie de temas típicamente “femeninos” como las relaciones con los hombres, la familia, la crianza de los hijos, etc. Comenzar a aceptar las diferencias de opinión en los asuntos privados y también en el trabajo nos ayudará a fortalecer nuestra individualización, de la cual depende que logremos lo que nos hemos propuesto en la vida.

Ahora más que nunca es necesario estar agrupadas, juntas pero más que eso hermanadas, considero relevante entrar en esta cultura de sororidad pues significa que somos hermanas de causa, por el solo hecho de ser mujeres, ser compañeras, estar dispuestas a la ayuda, en la que no cabe ningún sentimiento negativo como la envidia, la competencia o la rivalidad, muchas compañeras de lucha pensamos y sentimos que ha sido un mito para mantener separadas a las mujeres.

No nos abandonemos más, no lloremos solas, no veamos rivales en donde podría estar una hermana, porque eso somos ahora una hermandad sororal. Me declaro contra el mito patriarcal de mujeres separadas y me vuelvo a la cultura de la sororidad, y las invito a fomentar el concepto de sororidad que es una experiencia intelectual y política entre mujeres que pretende materializarse en acciones específicas, como impulsar la hermandad entre mujeres, el percibirnos como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la misoginia.

En el día de la no violencia contra las mujeres: ¡ni una muerta más!

Por Beatriz Ramírez David

 

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25 noviembre, 2015

Promover la sororidad

¿Por qué he querido escribir sobre este tema en el día de la Conmemoración de la No Violencia Contra Las Mujeres? Porque en muchas oportunidades me han preguntado por qué nos agredimos las mujeres o por qué se agreden las mujeres, y considero que llegó el momento de replantear el mito simbólico de que “mujeres juntas ni difuntas”.


Sororidad del latín soror, sororis, hermana, e-idad, relativo a, calidad de. En francés, sororité, en italiano sororitá, en español, sororidad y soridad, en inglés, sisterhood.

El concepto de sororidad es un término que no es de dominio público y que resulta extraño para hombres y mujeres, incluso desconocido. Nace en el seno de los movimientos feministas y es un aporte de una académica referencial del feminismo contemporáneo Marcela Lagarde. La Sororidad es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. “Este término enuncia los principios éticos políticos de equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza entre mujeres, propicia la confianza, el reconocimiento recíproco de la autoridad y el apoyo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer”.

¿Por qué he querido escribir sobre este tema en el día de la Conmemoración de la No Violencia Contra Las Mujeres? Porque en muchas oportunidades me han preguntado por qué nos agredimos las mujeres o por qué se agreden las mujeres, y considero que llegó el momento de replantear el mito simbólico de que “mujeres juntas ni difuntas”, refrán que desde una mirada patriarcal ha colocado históricamente a las mujeres en espacios separados, como enemigas, confabuladoras y saboteadoras, hasta el grado de que existe la fama de que el trabajo entre mujeres es imposible, que no pueden ser buenas amigas por los recelos que se tienen, pues si se juntan, atropellan su propio género.

Es una realidad que ninguna va a discutir. El hecho de que entre nosotras las mujeres, a menudo, lo que menos demostramos tener es solidaridad, lo tomamos como normal, que las mujeres compitamos entre nosotras en todos los espacios donde nos movemos. Entonces me parece importante analizar las razones que nos han convertido en rivales y proponer al tiempo la sustitución de esta rivalidad por complicidad. No hay un enfrentamiento entre las mujeres porque la naturaleza así lo ha decidido, sino que la cultura patriarcal que ha permanecido durante toda la vida estipuló que los hombres son los dueños del poder, y nosotras quedamos relegadas a otro ámbito en el que debíamos rivalizar por conseguir lo que nos daba el estatus, el reconocimiento, el apellido; en definitiva, por el hombre, que era quien nos proporcionaba todo esto. Entonces, ésta ha sido siempre una manera de entender que tenemos que competir entre nosotras para que al final sólo quede una, la elegida, y dicho enfrentamiento se ha ido manteniendo y reproduciendo a lo largo de los tiempos.

Requerimos de la sororidad, porque es beneficioso ser más cómplices que rivales en un contexto tan complejo en el que vivimos, ya que nos encontramos vulnerables a tantas amenazas por el solo hecho de ser mujeres en un mundo masculinizado. Nuestra solidaridad sale a flote entre nosotras cuando hay una mujer violada, asesinada o que sufra cualquier violación a sus derechos humanos, las mujeres nos revelamos eficazmente contra semejante crueldad, quizás porque nos sentimos más implicadas, y esas movilizaciones femeninas las encontramos en Colombia y en mi amado Valledupar, resaltando la labor que viene desarrollando la Red de voceras y voceros Párala Ya! Nada justifica las violencias contra las mujeres; donde hay unas mujeres espléndidas, con una fuerza, una energía y una valentía impresionantes.

Las mujeres somos cómplices, ya que juntas hemos recorrido un larguísimo camino en el que hay muchísimos valores que no sólo tenemos, sino que también aportamos a la sociedad. La solidaridad como punto de referencia para entender que las mujeres debemos ser leales entre nosotras, que no siempre debemos pensar que los hombres son más importantes, que debemos conservar o incorporar esa mirada de respeto, de dignidad; las relaciones entre mujeres pueden ser profundamente gratificantes, constructivas y satisfactorias. Nosotras tenemos una capacidad especial para alentar y mejorar el desempeño profesional y personal de nuestras compañeras.

Hay que tener presente que las mujeres estamos construyendo nuevas formas de relacionarnos entre nosotras, pero también con el mundo, lo que significa que en la actualidad no todas tenemos las mismas opiniones o expectativas sobre una serie de temas típicamente “femeninos” como las relaciones con los hombres, la familia, la crianza de los hijos, etc. Comenzar a aceptar las diferencias de opinión en los asuntos privados y también en el trabajo nos ayudará a fortalecer nuestra individualización, de la cual depende que logremos lo que nos hemos propuesto en la vida.

Ahora más que nunca es necesario estar agrupadas, juntas pero más que eso hermanadas, considero relevante entrar en esta cultura de sororidad pues significa que somos hermanas de causa, por el solo hecho de ser mujeres, ser compañeras, estar dispuestas a la ayuda, en la que no cabe ningún sentimiento negativo como la envidia, la competencia o la rivalidad, muchas compañeras de lucha pensamos y sentimos que ha sido un mito para mantener separadas a las mujeres.

No nos abandonemos más, no lloremos solas, no veamos rivales en donde podría estar una hermana, porque eso somos ahora una hermandad sororal. Me declaro contra el mito patriarcal de mujeres separadas y me vuelvo a la cultura de la sororidad, y las invito a fomentar el concepto de sororidad que es una experiencia intelectual y política entre mujeres que pretende materializarse en acciones específicas, como impulsar la hermandad entre mujeres, el percibirnos como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la misoginia.

En el día de la no violencia contra las mujeres: ¡ni una muerta más!

Por Beatriz Ramírez David