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Columnista - 9 febrero, 2017

Prólogo a un diagnóstico del Cesar

Próximamente, en una entrega especial, mostraremos hacia donde se dirige el Cesar, el otrora pujante departamento, al cual hay que replantearlo en su misión institucional; los indicadores de algunos sectores son tercermundistas sin solución de continuidad; hay que analizar qué está pasando y por qué. Se creía que con la bonanza minera y sus regalías, […]

Próximamente, en una entrega especial, mostraremos hacia donde se dirige el Cesar, el otrora pujante departamento, al cual hay que replantearlo en su misión institucional; los indicadores de algunos sectores son tercermundistas sin solución de continuidad; hay que analizar qué está pasando y por qué. Se creía que con la bonanza minera y sus regalías, nuestra situación mejoraría, pero no ha sido así. Muchos de nuestros gobernadores nos han venido dorando la píldora inaugurando obras que luego su impacto no es medido; a eso se le dicen “disparar en la oscuridad”.

Los problemas sociales solo se ven cuando todo ha rebozado y todo es evidente en grandes dimensiones; pero si uno mide lo que está pasando y luego compara con algún referente, puede darse cuenta de que no todo es color de rosa. La misión de cualquier gobernante es mejorar las condiciones de vida de sus gobernados y para eso debe fijarse metas en el mejoramiento de sus indicadores sociales. P.ej., cuando se mejora en un punto porcentual la mortalidad infantil, de inmediato la pobreza disminuye en un correspondiente porcentaje; es lo que los economistas llaman elasticidad. Pero cada punto porcentual de avance en cualquier indicador social tiene un valor expresado en dinero y el equipo socio- económico del mandatario debe conocerlo como elemento planificador. Por eso, el presupuesto asignado a cada rubro no debe ser arbitrario siguiendo una tradición histórica o vegetativa de la asignación presupuestal, sino en función de las metas de disminución de la pobreza, sujetas a la disponibilidad financiera.

En Colombia se han probado muchos métodos para medir cómo andamos en materia social, como el índice de calidad de vida, ICV, el índice de desarrollo humano, IDH, el de necesidades básicas insatisfechas, NBI, los de pobreza monetaria medibles por los ingresos, y más recientemente se está utilizando el índice de pobreza multidimensional, IPM. Es multidimensional porque combina varias dimensiones que dan valores agregados a las personas, como educación, cuidado de la niñez y de la salud, el trabajo y la vivienda; para Colombia son cinco dimensiones y quince variables. Todos estos métodos dan una idea de cómo estamos en comparación con otros, siendo el IPM el más incluyente aunque ninguno de ellos es total. El Cesar carece de estadísticas y por eso es difícil estructurar un diagnóstico confiable, así que toca indagar en muchas fuentes oficiales del orden nacional, que están dispersas.

En 1990 Colombia se comprometió con la OMS a disminuir todos los indicadores sociales, medibles en el 2015; venció el plazo y aún no sabemos que pasó en el Cesar; sería conveniente que el gobernador Franco Ovalle revelara esos resultados. La idea nuestra es presentar el panorama de la situación social del Cesar en comparación con los niveles regional y nacional, tratando de mostrar el impacto que las inversiones han tenido.

[email protected]

Columnista
9 febrero, 2017

Prólogo a un diagnóstico del Cesar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Próximamente, en una entrega especial, mostraremos hacia donde se dirige el Cesar, el otrora pujante departamento, al cual hay que replantearlo en su misión institucional; los indicadores de algunos sectores son tercermundistas sin solución de continuidad; hay que analizar qué está pasando y por qué. Se creía que con la bonanza minera y sus regalías, […]


Próximamente, en una entrega especial, mostraremos hacia donde se dirige el Cesar, el otrora pujante departamento, al cual hay que replantearlo en su misión institucional; los indicadores de algunos sectores son tercermundistas sin solución de continuidad; hay que analizar qué está pasando y por qué. Se creía que con la bonanza minera y sus regalías, nuestra situación mejoraría, pero no ha sido así. Muchos de nuestros gobernadores nos han venido dorando la píldora inaugurando obras que luego su impacto no es medido; a eso se le dicen “disparar en la oscuridad”.

Los problemas sociales solo se ven cuando todo ha rebozado y todo es evidente en grandes dimensiones; pero si uno mide lo que está pasando y luego compara con algún referente, puede darse cuenta de que no todo es color de rosa. La misión de cualquier gobernante es mejorar las condiciones de vida de sus gobernados y para eso debe fijarse metas en el mejoramiento de sus indicadores sociales. P.ej., cuando se mejora en un punto porcentual la mortalidad infantil, de inmediato la pobreza disminuye en un correspondiente porcentaje; es lo que los economistas llaman elasticidad. Pero cada punto porcentual de avance en cualquier indicador social tiene un valor expresado en dinero y el equipo socio- económico del mandatario debe conocerlo como elemento planificador. Por eso, el presupuesto asignado a cada rubro no debe ser arbitrario siguiendo una tradición histórica o vegetativa de la asignación presupuestal, sino en función de las metas de disminución de la pobreza, sujetas a la disponibilidad financiera.

En Colombia se han probado muchos métodos para medir cómo andamos en materia social, como el índice de calidad de vida, ICV, el índice de desarrollo humano, IDH, el de necesidades básicas insatisfechas, NBI, los de pobreza monetaria medibles por los ingresos, y más recientemente se está utilizando el índice de pobreza multidimensional, IPM. Es multidimensional porque combina varias dimensiones que dan valores agregados a las personas, como educación, cuidado de la niñez y de la salud, el trabajo y la vivienda; para Colombia son cinco dimensiones y quince variables. Todos estos métodos dan una idea de cómo estamos en comparación con otros, siendo el IPM el más incluyente aunque ninguno de ellos es total. El Cesar carece de estadísticas y por eso es difícil estructurar un diagnóstico confiable, así que toca indagar en muchas fuentes oficiales del orden nacional, que están dispersas.

En 1990 Colombia se comprometió con la OMS a disminuir todos los indicadores sociales, medibles en el 2015; venció el plazo y aún no sabemos que pasó en el Cesar; sería conveniente que el gobernador Franco Ovalle revelara esos resultados. La idea nuestra es presentar el panorama de la situación social del Cesar en comparación con los niveles regional y nacional, tratando de mostrar el impacto que las inversiones han tenido.

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