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Columnista - 17 diciembre, 2016

Problemas apremiantes

Valledupar ha tenido la desdicha de ser gobernada sin la coherencia lógica que describe su transformación. Los últimos 20 años han sido caracterizados por la desidia. El año pasado la Contraloría General de la Republica reveló un informe sobre obras que quedaron inconclusas o abandonadas en los últimos 15 años, en las que sus gobernantes […]

Valledupar ha tenido la desdicha de ser gobernada sin la coherencia lógica que describe su transformación. Los últimos 20 años han sido caracterizados por la desidia.

El año pasado la Contraloría General de la Republica reveló un informe sobre obras que quedaron inconclusas o abandonadas en los últimos 15 años, en las que sus gobernantes de turno gastaron más de 61 mil millones de pesos. La ciudad sobrelleva problemas de orden fiscal, ambiental, seguridad, servicios públicos, retraso en materia vial, movilidad y transporte.

Pertinente realizar análisis de futuro, planificar mejor, en aras de atender los problemas apremiantes y desatendidos, prever el impacto ambiental y tener absoluto control en la exigencia de resultados y productos al contratista.

En nuestra ciudad la construcción de 2.4 kilómetros de la avenida Simón Bolívar, tenía un plazo de 16 meses, empezó el 7 de octubre de 2014, todavía no cortan la cinta para inaugurarla, pero muchos árboles perecieron. Mientras la infraestructura vial sea insuficiente, la intención del Sistema Estratégico de Transporte termina siendo un embeleco. Este proyecto suponía la construcción de 17 kilómetros de vías nuevas y la rehabilitación de 9 kilómetros de la malla vial; por su condición de estratégico incluía la habilitación de 17 Kilómetros de ciclo rutas, paraderos y la rehabilitación de 9 kilómetros de Espacio Público. Llevo más de un lustro esperando el que consideré como el proyecto de mayor envergadura de los últimos 20 años. Actualmente es un remedo.

Los males de la improvisación tienen un punto evidente en los bicicarriles ubicados en la calle 17 y la carrera novena. La obra costó 1.200 millones de pesos, el estado actual es deplorable, el recurso fue arrojado a la caneca de la basura. Sobre el particular, corresponde a los organismos de control determinar responsabilidades disciplinarias y fiscales, y al Concejo Municipal, hacer control político sobre detrimento patrimonial, pero al actual gobierno.

Solo el 0.3 % del agua del planeta es dulce, los ríos y lagos, constituyen esperanza para la continuidad de la existencia. Muchos de ellos contaminados por la acción humana, por fortuna el río Cesar no es la fuente de agua para el consumo en Valledupar, quizás por eso falte conciencia con la pérdida progresiva de su capacidad de asimilación. Los contratos suscritos para mitigar el impacto ambiental, son objeto de discusión política, transcurrido el tiempo encuentro que el proceso de empalme tuvo fallas significativas. De otra parte, Emdupar sufre los efectos de las roñosas administraciones, saqueo, improvisación, uso irracional del agua y desconocimiento de las tendencias en materia ambiental, crecimiento territorial y poblacional, por fortuna la sabiduría de la naturaleza ha desenmascarado estos males. No descubrió nada nuevo la consultoría que costó 300 millones de pesos.

El crecimiento significativo de la población, el cambio de su estructura, el proceso de envejecimiento y la creciente urbanización, son variables inexorables, que deben ser atendidas con detalle y análisis de futuro. La situación de las ciudades en Colombia está claramente diagnosticado, inclusive, el advenimiento del proceso de desmovilización de las Farc, el cual tendrá lugar en las principales ciudades del país. Dirigencia municipal de Valledupar no puede esquivar el análisis de este suceso, podría generar complicaciones inherentes al proceso de desmovilización del paramilitarismo. Estos fenómenos cuando son inobservados traen consigo efectos negativos en el desarrollo normal de la ciudadanía.

Columnista
17 diciembre, 2016

Problemas apremiantes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Valledupar ha tenido la desdicha de ser gobernada sin la coherencia lógica que describe su transformación. Los últimos 20 años han sido caracterizados por la desidia. El año pasado la Contraloría General de la Republica reveló un informe sobre obras que quedaron inconclusas o abandonadas en los últimos 15 años, en las que sus gobernantes […]


Valledupar ha tenido la desdicha de ser gobernada sin la coherencia lógica que describe su transformación. Los últimos 20 años han sido caracterizados por la desidia.

El año pasado la Contraloría General de la Republica reveló un informe sobre obras que quedaron inconclusas o abandonadas en los últimos 15 años, en las que sus gobernantes de turno gastaron más de 61 mil millones de pesos. La ciudad sobrelleva problemas de orden fiscal, ambiental, seguridad, servicios públicos, retraso en materia vial, movilidad y transporte.

Pertinente realizar análisis de futuro, planificar mejor, en aras de atender los problemas apremiantes y desatendidos, prever el impacto ambiental y tener absoluto control en la exigencia de resultados y productos al contratista.

En nuestra ciudad la construcción de 2.4 kilómetros de la avenida Simón Bolívar, tenía un plazo de 16 meses, empezó el 7 de octubre de 2014, todavía no cortan la cinta para inaugurarla, pero muchos árboles perecieron. Mientras la infraestructura vial sea insuficiente, la intención del Sistema Estratégico de Transporte termina siendo un embeleco. Este proyecto suponía la construcción de 17 kilómetros de vías nuevas y la rehabilitación de 9 kilómetros de la malla vial; por su condición de estratégico incluía la habilitación de 17 Kilómetros de ciclo rutas, paraderos y la rehabilitación de 9 kilómetros de Espacio Público. Llevo más de un lustro esperando el que consideré como el proyecto de mayor envergadura de los últimos 20 años. Actualmente es un remedo.

Los males de la improvisación tienen un punto evidente en los bicicarriles ubicados en la calle 17 y la carrera novena. La obra costó 1.200 millones de pesos, el estado actual es deplorable, el recurso fue arrojado a la caneca de la basura. Sobre el particular, corresponde a los organismos de control determinar responsabilidades disciplinarias y fiscales, y al Concejo Municipal, hacer control político sobre detrimento patrimonial, pero al actual gobierno.

Solo el 0.3 % del agua del planeta es dulce, los ríos y lagos, constituyen esperanza para la continuidad de la existencia. Muchos de ellos contaminados por la acción humana, por fortuna el río Cesar no es la fuente de agua para el consumo en Valledupar, quizás por eso falte conciencia con la pérdida progresiva de su capacidad de asimilación. Los contratos suscritos para mitigar el impacto ambiental, son objeto de discusión política, transcurrido el tiempo encuentro que el proceso de empalme tuvo fallas significativas. De otra parte, Emdupar sufre los efectos de las roñosas administraciones, saqueo, improvisación, uso irracional del agua y desconocimiento de las tendencias en materia ambiental, crecimiento territorial y poblacional, por fortuna la sabiduría de la naturaleza ha desenmascarado estos males. No descubrió nada nuevo la consultoría que costó 300 millones de pesos.

El crecimiento significativo de la población, el cambio de su estructura, el proceso de envejecimiento y la creciente urbanización, son variables inexorables, que deben ser atendidas con detalle y análisis de futuro. La situación de las ciudades en Colombia está claramente diagnosticado, inclusive, el advenimiento del proceso de desmovilización de las Farc, el cual tendrá lugar en las principales ciudades del país. Dirigencia municipal de Valledupar no puede esquivar el análisis de este suceso, podría generar complicaciones inherentes al proceso de desmovilización del paramilitarismo. Estos fenómenos cuando son inobservados traen consigo efectos negativos en el desarrollo normal de la ciudadanía.