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Columnista - 14 febrero, 2018

Entre Petro y Fajardo está el Presidente

Por estos días han causado furor regional, nacional e internacional los resultados de encuestas hechas por reconocidas firmas y empresas de distinguida reputación, en las que puntean los exacaldes de Bogotá y Medellín, Gustavo Petro y Carlos fajardo, respectivamente. Esos resultados también tienen pensando a los miembros del “establecimiento” político colombiano, el mismo que durante […]

Por estos días han causado furor regional, nacional e internacional los resultados de encuestas hechas por reconocidas firmas y empresas de distinguida reputación, en las que puntean los exacaldes de Bogotá y Medellín, Gustavo Petro y Carlos fajardo, respectivamente.

Esos resultados también tienen pensando a los miembros del “establecimiento” político colombiano, el mismo que durante los últimos 60 años ha mantenido un sistema que destruye cada día la colcha de retazo en que se ha convertido nuestra soluble democracia.

En el país hay muchas críticas por la falta de renovación de la clase política, porque es –prácticamente- la misma de hace seis décadas, la misma que se “moderniza” del abuelo al nieto, del padre al hijo, del esposo a la esposa o del sobrino al tío. Congresistas como el patricio conservador Roberto Gerlein Echeverría, con medio siglo en el Senado, o como ocurrió en Santa Marta que la tía remplazó a su sobrino en el cargo de Gobernador, por elección popular. Aquí en el Cesar se vive lo mismo con las mismas familias y dicen que no estamos en una anarquía.

En Bogotá, Cali, Medellín, también hay muchos ejemplos de esta sucesión del poder político.

Andrés Pastrana heredó el poder de su papá Misael Pastrana (el último conservador del malévolo Frente Nacional), Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Pumarejo dejaron a sus hijos y a sus nietos, Germán Vargas Lleras y Alfonso López Michelsen.

Tras los crímenes de Rodrigo Lara Bonilla (1984), Luis Carlos Galán (1989) y Manuel Cepeda Vargas (1994), sus hijos pasaron más pronto que tarde a engrosar las huestes del poder. Esta continuación de alternación familiar para mantenerse en el poder ha provocado la crisis en las instituciones del Estado. Las instituciones públicas están en aprieto, también, por la corrupción y la falta de independencia social, porque las reformas se acuerdan para beneficios familiares, de unos cuantos conglomerados que son al final los que deciden la suerte de los códigos, las leyes, las normas y hacía dónde debe orientarse nuestra economía.

Los colombianos están saciados de tantos discursos vacíos e intangibles, de los diarios “agarrones” de Uribe y Santos, las rabietas e insultos entre Vargas Lleras, Marta Lucía Ramírez, Iván Duque, Gustavo Petro, Carlos Fajardo, Humberto de La Calle, en fin, de las “calenturas” políticas de los políticos.

Todos los días surca un rifirrafe y los escándalos de corrupción ocupan las primeras páginas de los medios de comunicación. La paz material y espiritual de los colombianos está mancillada.

Claro, aún quedan algunos vestigios de buenos modales y de candidatos probos, con mucho ahínco, que quieren trabajar por el país, pero hay que elegirlos para cambiar.

Toda esta plataforma de los mismos con las mismas podría consolidar una unidad entre los colombianos y ante semejante vació por el respeto institucional; los electores parecen decir que ya no resisten más y le están apostando a gente nueva, diferente para hacer política en este país: a Gustavo Petro y a Carlos Fajardo, quienes según las últimas mediciones son los llamados a la segunda vuelta presidencial.

Dados los últimos guarismos de las encuestas, la posibilidad de que Germán Vargas Lleras llegue a la presidencia es de 1 a 5 y se plantea una crisis en los partidos políticos, pero no hay que olvidar que aún la campaña presidencial no ha comenzado, porque el voto en blanco se afianza y la abstención electoral toca fondo. Queda por esperar que pasen las elecciones al congreso y se alineen los caciques. Hasta la próxima semana.

tiochiro@hotmail.com
@tiochiro

Columnista
14 febrero, 2018

Entre Petro y Fajardo está el Presidente

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Por estos días han causado furor regional, nacional e internacional los resultados de encuestas hechas por reconocidas firmas y empresas de distinguida reputación, en las que puntean los exacaldes de Bogotá y Medellín, Gustavo Petro y Carlos fajardo, respectivamente. Esos resultados también tienen pensando a los miembros del “establecimiento” político colombiano, el mismo que durante […]


Por estos días han causado furor regional, nacional e internacional los resultados de encuestas hechas por reconocidas firmas y empresas de distinguida reputación, en las que puntean los exacaldes de Bogotá y Medellín, Gustavo Petro y Carlos fajardo, respectivamente.

Esos resultados también tienen pensando a los miembros del “establecimiento” político colombiano, el mismo que durante los últimos 60 años ha mantenido un sistema que destruye cada día la colcha de retazo en que se ha convertido nuestra soluble democracia.

En el país hay muchas críticas por la falta de renovación de la clase política, porque es –prácticamente- la misma de hace seis décadas, la misma que se “moderniza” del abuelo al nieto, del padre al hijo, del esposo a la esposa o del sobrino al tío. Congresistas como el patricio conservador Roberto Gerlein Echeverría, con medio siglo en el Senado, o como ocurrió en Santa Marta que la tía remplazó a su sobrino en el cargo de Gobernador, por elección popular. Aquí en el Cesar se vive lo mismo con las mismas familias y dicen que no estamos en una anarquía.

En Bogotá, Cali, Medellín, también hay muchos ejemplos de esta sucesión del poder político.

Andrés Pastrana heredó el poder de su papá Misael Pastrana (el último conservador del malévolo Frente Nacional), Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Pumarejo dejaron a sus hijos y a sus nietos, Germán Vargas Lleras y Alfonso López Michelsen.

Tras los crímenes de Rodrigo Lara Bonilla (1984), Luis Carlos Galán (1989) y Manuel Cepeda Vargas (1994), sus hijos pasaron más pronto que tarde a engrosar las huestes del poder. Esta continuación de alternación familiar para mantenerse en el poder ha provocado la crisis en las instituciones del Estado. Las instituciones públicas están en aprieto, también, por la corrupción y la falta de independencia social, porque las reformas se acuerdan para beneficios familiares, de unos cuantos conglomerados que son al final los que deciden la suerte de los códigos, las leyes, las normas y hacía dónde debe orientarse nuestra economía.

Los colombianos están saciados de tantos discursos vacíos e intangibles, de los diarios “agarrones” de Uribe y Santos, las rabietas e insultos entre Vargas Lleras, Marta Lucía Ramírez, Iván Duque, Gustavo Petro, Carlos Fajardo, Humberto de La Calle, en fin, de las “calenturas” políticas de los políticos.

Todos los días surca un rifirrafe y los escándalos de corrupción ocupan las primeras páginas de los medios de comunicación. La paz material y espiritual de los colombianos está mancillada.

Claro, aún quedan algunos vestigios de buenos modales y de candidatos probos, con mucho ahínco, que quieren trabajar por el país, pero hay que elegirlos para cambiar.

Toda esta plataforma de los mismos con las mismas podría consolidar una unidad entre los colombianos y ante semejante vació por el respeto institucional; los electores parecen decir que ya no resisten más y le están apostando a gente nueva, diferente para hacer política en este país: a Gustavo Petro y a Carlos Fajardo, quienes según las últimas mediciones son los llamados a la segunda vuelta presidencial.

Dados los últimos guarismos de las encuestas, la posibilidad de que Germán Vargas Lleras llegue a la presidencia es de 1 a 5 y se plantea una crisis en los partidos políticos, pero no hay que olvidar que aún la campaña presidencial no ha comenzado, porque el voto en blanco se afianza y la abstención electoral toca fondo. Queda por esperar que pasen las elecciones al congreso y se alineen los caciques. Hasta la próxima semana.

tiochiro@hotmail.com
@tiochiro