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Columnista - 15 febrero, 2018

Petro

Debido a las diferentes técnicas que los encuestadores utilizan en la recolección y procesamiento de datos, no se sabe el porcentaje exacto que registra Gustavo Petro en las mediciones, lo que sí se sabe es que su franco crecimiento ha despertado terror en la clase política tradicional, cuyos voceros se han preocupado más por atacar […]

Debido a las diferentes técnicas que los encuestadores utilizan en la recolección y procesamiento de datos, no se sabe el porcentaje exacto que registra Gustavo Petro en las mediciones, lo que sí se sabe es que su franco crecimiento ha despertado terror en la clase política tradicional, cuyos voceros se han preocupado más por atacar con cualquier artilugio al candidato de la izquierda, que en arrebatarle la alternativa electoral que éste está encarnando, precisamente por la inmemorial costumbre de cambiar necesidad por votos solo en época electoral.
Nadie ha dicho que la muestra no sea representativa o que se tomó tendenciosamente en regiones donde algún candidato sea fuerte electoralmente o que el análisis de los datos tenga algún sesgo, por lo que se colige de este silencio que el estudio estadístico refleja la tendencia política del momento.
Únicamente se escuchan voces cuestionando la marca de zapatos que usa Petro o sembrando rencor por los indultados delitos cometidos en su vida guerrillera o tildándolo de populista promotor del rebuscado ‘castrochavismo’, cuando está demostrado que no hay nada más populista y de inspiración ‘castrochavista’ que las viviendas gratis y los subsidios del Programa Familias en Acción.
Paradójicamente, descalifican su gestión como alcalde de Bogotá, mientras la intención de voto por él en esa ciudad sigue subiendo, muy al contrario de lo que les sucede a poderosos candidatos oriundos de la capital como Germán Vargas, quien ve como cada día se derrumban sus guarismos conseguidos en siete años de campaña con chequera oficial y con el ejército de dirigentes políticos cuestionados de las regiones.
Atacando a Petro creo que buscan ‘la fiebre en las sábanas’. Mejor deberían seducir al elector con sinceras soluciones a la desatendida problemática nacional, esa que hoy ha fortalecido a un izquierdista provinciano del Caribe y que de solo pensar en su eventual triunfo, les produce el parlanchín pánico que tiene convulsionado los micrófonos de las emisoras.
Sin embargo, callan frente a la nefasta intermediación de las EPS en el Sistema de Salud, porque detrás de ellas están los tradicionales padres de la patria y estos son intocables. Igualmente desprecian la educación pública gratuita porque se apoyan en la ignorancia y las dificultades económicas de las grandes mayorías para seguir reinando. Y si de corrupción se trata, nos quieren convencer de que lo importante en un funcionario público es que haga así robe, llegando al punto de quiebre de hoy, donde están obligando al elector raso a enfrentar la incertidumbre de un salto al vacío con Petro.
Está buena la campaña presidencial porque aún no hay nada claro y cualquier cosa puede suceder electoralmente, el que se equivoque pierde. Lo que si preocupa es el escaso nivel de controversia ideológica. Se ha cambiado el estudio juicioso de trascendentales temas superiores por enfrentamientos vulgares de parroquia. Ese no debe ser el talante de quien aspire a ser nuestro primer mandatario. Piensen en ustedes y decidan. Un abrazo.
[email protected]
@antoniomariaA

Columnista
15 febrero, 2018

Petro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Debido a las diferentes técnicas que los encuestadores utilizan en la recolección y procesamiento de datos, no se sabe el porcentaje exacto que registra Gustavo Petro en las mediciones, lo que sí se sabe es que su franco crecimiento ha despertado terror en la clase política tradicional, cuyos voceros se han preocupado más por atacar […]


Debido a las diferentes técnicas que los encuestadores utilizan en la recolección y procesamiento de datos, no se sabe el porcentaje exacto que registra Gustavo Petro en las mediciones, lo que sí se sabe es que su franco crecimiento ha despertado terror en la clase política tradicional, cuyos voceros se han preocupado más por atacar con cualquier artilugio al candidato de la izquierda, que en arrebatarle la alternativa electoral que éste está encarnando, precisamente por la inmemorial costumbre de cambiar necesidad por votos solo en época electoral.
Nadie ha dicho que la muestra no sea representativa o que se tomó tendenciosamente en regiones donde algún candidato sea fuerte electoralmente o que el análisis de los datos tenga algún sesgo, por lo que se colige de este silencio que el estudio estadístico refleja la tendencia política del momento.
Únicamente se escuchan voces cuestionando la marca de zapatos que usa Petro o sembrando rencor por los indultados delitos cometidos en su vida guerrillera o tildándolo de populista promotor del rebuscado ‘castrochavismo’, cuando está demostrado que no hay nada más populista y de inspiración ‘castrochavista’ que las viviendas gratis y los subsidios del Programa Familias en Acción.
Paradójicamente, descalifican su gestión como alcalde de Bogotá, mientras la intención de voto por él en esa ciudad sigue subiendo, muy al contrario de lo que les sucede a poderosos candidatos oriundos de la capital como Germán Vargas, quien ve como cada día se derrumban sus guarismos conseguidos en siete años de campaña con chequera oficial y con el ejército de dirigentes políticos cuestionados de las regiones.
Atacando a Petro creo que buscan ‘la fiebre en las sábanas’. Mejor deberían seducir al elector con sinceras soluciones a la desatendida problemática nacional, esa que hoy ha fortalecido a un izquierdista provinciano del Caribe y que de solo pensar en su eventual triunfo, les produce el parlanchín pánico que tiene convulsionado los micrófonos de las emisoras.
Sin embargo, callan frente a la nefasta intermediación de las EPS en el Sistema de Salud, porque detrás de ellas están los tradicionales padres de la patria y estos son intocables. Igualmente desprecian la educación pública gratuita porque se apoyan en la ignorancia y las dificultades económicas de las grandes mayorías para seguir reinando. Y si de corrupción se trata, nos quieren convencer de que lo importante en un funcionario público es que haga así robe, llegando al punto de quiebre de hoy, donde están obligando al elector raso a enfrentar la incertidumbre de un salto al vacío con Petro.
Está buena la campaña presidencial porque aún no hay nada claro y cualquier cosa puede suceder electoralmente, el que se equivoque pierde. Lo que si preocupa es el escaso nivel de controversia ideológica. Se ha cambiado el estudio juicioso de trascendentales temas superiores por enfrentamientos vulgares de parroquia. Ese no debe ser el talante de quien aspire a ser nuestro primer mandatario. Piensen en ustedes y decidan. Un abrazo.
[email protected]
@antoniomariaA