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Columnista - 25 abril, 2012

Perdono pero no olvido

Por: Andrés Quintero Olmos Hoy comienza el festival, y comienza una fiesta popular, musical y de muchos deleites. Fiesta mayoritariamente alcoholizada que cada vez más muestra las inexistentes interrelaciones intelectuales entre la música, sus músicos y sus oyentes. ¡Qué el alcohol nos haga olvidar en estos días festivaleros que vivimos en un departamento donde existe […]

Por: Andrés Quintero Olmos

Hoy comienza el festival, y comienza una fiesta popular, musical y de muchos deleites. Fiesta mayoritariamente alcoholizada que cada vez más muestra las inexistentes interrelaciones intelectuales entre la música, sus músicos y sus oyentes.

¡Qué el alcohol nos haga olvidar en estos días festivaleros que vivimos en un departamento donde existe 12.5% de desempleo!; donde existen, también, permanentes inestabilidades en seguridades públicas y donde 24% de las adolescentes están embarazadas. Aún, que nuestro folclor nos haga olvidar, momentáneamente, que en el Cesar sólo hubo el año pasado 540 vivienda de interés social financiadas y que soportamos una de las inflaciones más alta en el país en alimentos y salud.

Por otro lado, podríamos también darnos el lujo de olvidar temporalmente que vivimos en un país donde existe 22.5 millones de pobres, donde los ciudadanos pagan una gasolina a precios de país desarrollado (en 1998 se podía comprar con un salario mínimo 156 galones, hoy sólo 63 galones) y donde no existe infraestructura para competir con mercados externos (y para rematar en el 2011 la construcción de vías interurbanas cayó en un 4.8%).

¡Qué las notas festivaleras nos hagan olvidar que la prensa internacional sólo destacó, de la Cumbre de las Américas en Cartagena, el escándalo de las prostitutas de los servicios secretos de Obama, en esta misma ciudad.

Deberíamos – transitoriamente- cerrar los ojos por unos días frente a nuestros aberrantes problemas cotidianos. Este pueblo se lo merece ante tantos sufrimientos continuos. Deberíamos festejar nuestro goce musical y cultural como se debe, enorgulleciéndonos de nuestros músicos y artistas.

¡Pero nunca olvidemos que deberíamos estar avergonzados frente a nuestros históricos representantes políticos que no han sabido darle oxígeno social y económico al pueblo colombiano, pero sí a sus finanzas personales!

Con mesura y como remedio a nuestros endémicos problemas, sepamos en estos días festivaleros festejar, bailar, cantar y olvidar. Hagámoslo con responsabilidad porque el guayabo puede ser más doloroso que el remedio.

Mi mamá solía recordarme ante cualquier regaño que me concerniese: “Perdono pero no olvido, Andrés Eduardo”. Esta sabia frase maternal me logró convencer que lo importante no era intrínsecamente el hecho pero sus causas. Asimismo, olvidémonos de nuestras dificultades diarias, pero no olvidémonos de sus orígenes y causas.  Que esa sea nuestra moraleja durante el Festival.

Columnista
25 abril, 2012

Perdono pero no olvido

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Andrés E. Quintero Olmos

Por: Andrés Quintero Olmos Hoy comienza el festival, y comienza una fiesta popular, musical y de muchos deleites. Fiesta mayoritariamente alcoholizada que cada vez más muestra las inexistentes interrelaciones intelectuales entre la música, sus músicos y sus oyentes. ¡Qué el alcohol nos haga olvidar en estos días festivaleros que vivimos en un departamento donde existe […]


Por: Andrés Quintero Olmos

Hoy comienza el festival, y comienza una fiesta popular, musical y de muchos deleites. Fiesta mayoritariamente alcoholizada que cada vez más muestra las inexistentes interrelaciones intelectuales entre la música, sus músicos y sus oyentes.

¡Qué el alcohol nos haga olvidar en estos días festivaleros que vivimos en un departamento donde existe 12.5% de desempleo!; donde existen, también, permanentes inestabilidades en seguridades públicas y donde 24% de las adolescentes están embarazadas. Aún, que nuestro folclor nos haga olvidar, momentáneamente, que en el Cesar sólo hubo el año pasado 540 vivienda de interés social financiadas y que soportamos una de las inflaciones más alta en el país en alimentos y salud.

Por otro lado, podríamos también darnos el lujo de olvidar temporalmente que vivimos en un país donde existe 22.5 millones de pobres, donde los ciudadanos pagan una gasolina a precios de país desarrollado (en 1998 se podía comprar con un salario mínimo 156 galones, hoy sólo 63 galones) y donde no existe infraestructura para competir con mercados externos (y para rematar en el 2011 la construcción de vías interurbanas cayó en un 4.8%).

¡Qué las notas festivaleras nos hagan olvidar que la prensa internacional sólo destacó, de la Cumbre de las Américas en Cartagena, el escándalo de las prostitutas de los servicios secretos de Obama, en esta misma ciudad.

Deberíamos – transitoriamente- cerrar los ojos por unos días frente a nuestros aberrantes problemas cotidianos. Este pueblo se lo merece ante tantos sufrimientos continuos. Deberíamos festejar nuestro goce musical y cultural como se debe, enorgulleciéndonos de nuestros músicos y artistas.

¡Pero nunca olvidemos que deberíamos estar avergonzados frente a nuestros históricos representantes políticos que no han sabido darle oxígeno social y económico al pueblo colombiano, pero sí a sus finanzas personales!

Con mesura y como remedio a nuestros endémicos problemas, sepamos en estos días festivaleros festejar, bailar, cantar y olvidar. Hagámoslo con responsabilidad porque el guayabo puede ser más doloroso que el remedio.

Mi mamá solía recordarme ante cualquier regaño que me concerniese: “Perdono pero no olvido, Andrés Eduardo”. Esta sabia frase maternal me logró convencer que lo importante no era intrínsecamente el hecho pero sus causas. Asimismo, olvidémonos de nuestras dificultades diarias, pero no olvidémonos de sus orígenes y causas.  Que esa sea nuestra moraleja durante el Festival.