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Columnista - 14 junio, 2017

¡Pacta Sunt Servanda!

La conocida locución latina, y que popularmente se traduce como “los tratados son para cumplirse”, suele asociarse a los principios que rigen las relaciones internacionales. Sin embargo, en su origen romano constituyó unas de las bases fundantes del derecho de los contratos, según la cual “los pactos deben honrarse” y por lo tanto, representa el […]

La conocida locución latina, y que popularmente se traduce como “los tratados son para cumplirse”, suele asociarse a los principios que rigen las relaciones internacionales. Sin embargo, en su origen romano constituyó unas de las bases fundantes del derecho de los contratos, según la cual “los pactos deben honrarse” y por lo tanto, representa el principio general de confianza que necesita la sociedad para su funcionamiento: si los contratos “son ley entre las partes”, ¡deben ser honrados fielmente por quienes los suscriben!

Mayor importancia adquiere el principio así descrito, cuando del cumplimiento de los contratos estatales se trata, toda vez que de los mismos depende la materialización de los fines esenciales del Estado. Por lo anterior, su inobservancia trasciende el ámbito de lo meramente legal y termina impactando directamente la vida diaria de toda la población. Un claro ejemplo se presenta con el contrato suscrito para la construcción del campus de la Universidad Nacional, en el Departamento del Cesar. El contrato se celebró en 2013 por $38.338 millones de pesos, a los que posteriormente se le adicionaron $13.318 millones, y su ejecución, que estaba prevista para 18 meses iniciando en agosto de 2013, entre dilaciones, suspensiones, cambios e imprevistos, ésta es la hora que no ha terminado. Se vencieron todos los plazos y el contratista no ha entregado las obras contratadas.

Y no es un asunto de cemento sobre ladrillos. Se trata del esfuerzo de los cesarenses, académicos, gremios y múltiples organizaciones más, por traer educación de calidad a la región, para la formación de los nuevos líderes que tanta falta nos hacen. Al tratarse además de una sede de la Universidad Nacional, significa poner al Departamento del Cesar, por lo menos en lo académico, a la altura de Antioquia, Valle y la zona cafetera, que ya contaban con sedes de la Universidad, brindándole también la oportunidad al Departamento de recibir estudiantes de toda la costa, con todo lo que ello implica para la región.

De vital importancia resulta entonces la iniciativa del rector de la Universidad Nacional, de integrar una veeduría, instalada por el Contralor General de la República, con el fin de garantizarle a la Universidad y a la Gobernación, el cumplimiento de sus obligaciones y compromisos por parte del contratista, y verificando que en esta oportunidad sí se cumplan los plazos de la última prórroga acordada.

Se espera que la obra completa se entregue en los próximos seis meses, y ya el rector habla de una nueva facultad de medicina, que sería la primera de la universidad por fuera de Bogotá, por lo que cumplir el contrato resulta vital no sólo para la región, sino para todo el país. No solo la veeduría anunciada, sino todos los cesarenses, deberán acompañar esta última fase del proyecto para que esta vez, como decían los romanos, ¡sí se honre lo pactado!

Por Carlos Iván Castro Sabbagh

*Profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Javeriana.

 

Columnista
14 junio, 2017

¡Pacta Sunt Servanda!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Iván Castro Sabbagh

La conocida locución latina, y que popularmente se traduce como “los tratados son para cumplirse”, suele asociarse a los principios que rigen las relaciones internacionales. Sin embargo, en su origen romano constituyó unas de las bases fundantes del derecho de los contratos, según la cual “los pactos deben honrarse” y por lo tanto, representa el […]


La conocida locución latina, y que popularmente se traduce como “los tratados son para cumplirse”, suele asociarse a los principios que rigen las relaciones internacionales. Sin embargo, en su origen romano constituyó unas de las bases fundantes del derecho de los contratos, según la cual “los pactos deben honrarse” y por lo tanto, representa el principio general de confianza que necesita la sociedad para su funcionamiento: si los contratos “son ley entre las partes”, ¡deben ser honrados fielmente por quienes los suscriben!

Mayor importancia adquiere el principio así descrito, cuando del cumplimiento de los contratos estatales se trata, toda vez que de los mismos depende la materialización de los fines esenciales del Estado. Por lo anterior, su inobservancia trasciende el ámbito de lo meramente legal y termina impactando directamente la vida diaria de toda la población. Un claro ejemplo se presenta con el contrato suscrito para la construcción del campus de la Universidad Nacional, en el Departamento del Cesar. El contrato se celebró en 2013 por $38.338 millones de pesos, a los que posteriormente se le adicionaron $13.318 millones, y su ejecución, que estaba prevista para 18 meses iniciando en agosto de 2013, entre dilaciones, suspensiones, cambios e imprevistos, ésta es la hora que no ha terminado. Se vencieron todos los plazos y el contratista no ha entregado las obras contratadas.

Y no es un asunto de cemento sobre ladrillos. Se trata del esfuerzo de los cesarenses, académicos, gremios y múltiples organizaciones más, por traer educación de calidad a la región, para la formación de los nuevos líderes que tanta falta nos hacen. Al tratarse además de una sede de la Universidad Nacional, significa poner al Departamento del Cesar, por lo menos en lo académico, a la altura de Antioquia, Valle y la zona cafetera, que ya contaban con sedes de la Universidad, brindándole también la oportunidad al Departamento de recibir estudiantes de toda la costa, con todo lo que ello implica para la región.

De vital importancia resulta entonces la iniciativa del rector de la Universidad Nacional, de integrar una veeduría, instalada por el Contralor General de la República, con el fin de garantizarle a la Universidad y a la Gobernación, el cumplimiento de sus obligaciones y compromisos por parte del contratista, y verificando que en esta oportunidad sí se cumplan los plazos de la última prórroga acordada.

Se espera que la obra completa se entregue en los próximos seis meses, y ya el rector habla de una nueva facultad de medicina, que sería la primera de la universidad por fuera de Bogotá, por lo que cumplir el contrato resulta vital no sólo para la región, sino para todo el país. No solo la veeduría anunciada, sino todos los cesarenses, deberán acompañar esta última fase del proyecto para que esta vez, como decían los romanos, ¡sí se honre lo pactado!

Por Carlos Iván Castro Sabbagh

*Profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Javeriana.