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Columnista - 11 julio, 2018

Ortega y Gasset: escritor, y filósofo (IV)

Continuación. No hay ni tiempo ni espacio, todo eso es racionalista, sólo hay circunstancias concretas. De este modo, la vida se encuentra con la razón y ésta con la vida, concepto que profundizará en su etapa raciovitalista. Valiéndose de los adelantos científicos, especialmente de la biología, que estudia el organismo vivo como una unidad compuesta, […]

Continuación. No hay ni tiempo ni espacio, todo eso es racionalista, sólo hay circunstancias concretas. De este modo, la vida se encuentra con la razón y ésta con la vida, concepto que profundizará en su etapa raciovitalista.

Valiéndose de los adelantos científicos, especialmente de la biología, que estudia el organismo vivo como una unidad compuesta, del cuerpo y su medio particular, afirma: el proceso vital no consiste sólo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también de la adaptación del medio a su cuerpo. Dice, la mano procura amoldarse al objeto material a fin de apresarlo bien, pero a la vez, cada objeto material oculta una previa afinidad con una mano determinada.

La sustancia última del mundo no es cosa, sino perspectiva. La realidad es perspectiva. La vida es perspectiva. Cada una de las vidas que existen en el universo, tierra, individuos, naciones, épocas históricas, son perspectivas que aportan puntos de vista distintos del universo.

Raciovitalismo, de 1.924 a 1.955, fecha de su muerte. Constituye la etapa más lograda del pensamiento filosófico Orteguiano. Ni vitalismo ni racionalismo, separados, sino juntos, es decir: raciovitalismo.

De tal manera que el idealismo, todo el primado de la razón práctica y el deber ser kantiano, no le interesa, sino que la razón debe de estar al servicio de la vida.

De esta manera postuló un nuevo tipo de razón, que no se encierre en sí misma, sino que se enraíce en la vida. La vida es un imposible sin saber, siempre hay que estar sabiendo algo, pero saber no es un ser en sí mismo, es un saber a qué atenerse. La persona sabia es la que sabe a qué atenerse. De este modo, corrige a Descartes: no, cogito ergo sum, es decir, pienso luego existo; sino, cogito quía vivo, esto es, pienso porque vivo.

La razón vital por tanto, no es un mero instrumento del que se pueda prescindir, sino el hilo conductor de la búsqueda del sistema del ser. Porque no vivimos para pensar, sino que pensamos para lograr subsistir o pervivir.

Las cuatro columnas, dedicadas a José Ortega y Gasset, como escritor, y filósofo, culminan en ésta, constituyen un panorama general, muy humilde, de la portentosa personalidad pensante del autor, agnóstico.

Por Rodrigo López Barros- rodrigolopezbarros@hotmail.com

Columnista
11 julio, 2018

Ortega y Gasset: escritor, y filósofo (IV)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

Continuación. No hay ni tiempo ni espacio, todo eso es racionalista, sólo hay circunstancias concretas. De este modo, la vida se encuentra con la razón y ésta con la vida, concepto que profundizará en su etapa raciovitalista. Valiéndose de los adelantos científicos, especialmente de la biología, que estudia el organismo vivo como una unidad compuesta, […]


Continuación. No hay ni tiempo ni espacio, todo eso es racionalista, sólo hay circunstancias concretas. De este modo, la vida se encuentra con la razón y ésta con la vida, concepto que profundizará en su etapa raciovitalista.

Valiéndose de los adelantos científicos, especialmente de la biología, que estudia el organismo vivo como una unidad compuesta, del cuerpo y su medio particular, afirma: el proceso vital no consiste sólo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también de la adaptación del medio a su cuerpo. Dice, la mano procura amoldarse al objeto material a fin de apresarlo bien, pero a la vez, cada objeto material oculta una previa afinidad con una mano determinada.

La sustancia última del mundo no es cosa, sino perspectiva. La realidad es perspectiva. La vida es perspectiva. Cada una de las vidas que existen en el universo, tierra, individuos, naciones, épocas históricas, son perspectivas que aportan puntos de vista distintos del universo.

Raciovitalismo, de 1.924 a 1.955, fecha de su muerte. Constituye la etapa más lograda del pensamiento filosófico Orteguiano. Ni vitalismo ni racionalismo, separados, sino juntos, es decir: raciovitalismo.

De tal manera que el idealismo, todo el primado de la razón práctica y el deber ser kantiano, no le interesa, sino que la razón debe de estar al servicio de la vida.

De esta manera postuló un nuevo tipo de razón, que no se encierre en sí misma, sino que se enraíce en la vida. La vida es un imposible sin saber, siempre hay que estar sabiendo algo, pero saber no es un ser en sí mismo, es un saber a qué atenerse. La persona sabia es la que sabe a qué atenerse. De este modo, corrige a Descartes: no, cogito ergo sum, es decir, pienso luego existo; sino, cogito quía vivo, esto es, pienso porque vivo.

La razón vital por tanto, no es un mero instrumento del que se pueda prescindir, sino el hilo conductor de la búsqueda del sistema del ser. Porque no vivimos para pensar, sino que pensamos para lograr subsistir o pervivir.

Las cuatro columnas, dedicadas a José Ortega y Gasset, como escritor, y filósofo, culminan en ésta, constituyen un panorama general, muy humilde, de la portentosa personalidad pensante del autor, agnóstico.

Por Rodrigo López Barros- rodrigolopezbarros@hotmail.com