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Columnista - 6 mayo, 2016

Oraciones osadas

“Pídeme y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”. Salmos 2,8. Felicitaciones para los vencedores en las recientes justas folclóricas en el marco del Festival Vallenato. Nuestro reconocimiento para todos los inscritos en los diferentes concursos, el solo hecho de participar ya los vuelve ganadores. La reflexión […]

“Pídeme y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”. Salmos 2,8.

Felicitaciones para los vencedores en las recientes justas folclóricas en el marco del Festival Vallenato. Nuestro reconocimiento para todos los inscritos en los diferentes concursos, el solo hecho de participar ya los vuelve ganadores.

La reflexión de hoy se propone motivarnos a hacer oraciones osadas. Alguna vez, alguien se atrevió a orar de manera osada pronunciando un futuro promisorio y especial para nuestras vidas.

De cara a la dureza de los tiempos, estamos llamados a hacer oraciones osadas, oraciones que rompan el techo e irrumpan en el cielo. Las Escrituras dicen que no tenemos lo que deseamos porque no pedimos. Si vamos a ver el pleno derramamiento de su gracia en nuestra región, tenemos que aprender a hacer oraciones osadas.

Muchas veces por una falsa humildad hacemos oraciones pequeñas, como si nos diera vergüenza con Dios; pero él espera que le pidamos cosas mayores. Su favor, su gracia, sus bendiciones son parte de las respuestas que tiene preparadas para nosotros. No es solamente su provisión para sobrevivir con las necesidades básicas suplidas, sino que su bendición sea tan abundante que sobre y abunde para compartir con otros.

Dios quiere que le pidamos cosas grandes: Pidamos por esos sueños sembrados en nuestro corazón. Pidamos por las promesas que aún no se cumplen. Pidamos por las relaciones rotas en la familia y con los seres queridos. Pidamos una vida libre de enfermedad. Pidamos por el desarrollo de nuestras habilidades y talentos. Sobre todo, pidamos por el cumplimiento de nuestros sueños y esperanzas.

Pero bueno, para hacer oraciones osadas necesitamos de una fe osada y robusta. La fe osada y radical obtendrá resultados también radicales. Cuando liberamos nuestra fe en forma poco común, entonces veremos que Dios hace cosas también poco comunes. Debemos atrevernos a pedirle a Dios por el cumplimiento de nuestros mayores sueños y deseos. La carta a los Efesios dice que “Dios es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo pedimos o entendemos”. Nunca debemos tener temor de pedirle a Dios bendiciones poco usuales, porque solamente él puede convertir nuestros sueños en realidades.

Amado amigo lector: ¿Estás pidiendo? ¿Pides lo suficiente? ¿Liberas tu fe personal? Nada de lo nuestro importunará a Dios, porque lo más importante para Dios somos nosotros mismos. Somos su posesión más preciada y quiere bendecirnos.

“Pedid y se os dará; porque todo aquel que pide, recibe”. Pidamos que por su gracia se nos concedan oportunidades sobrenaturales, ocasiones especiales, buenas ideas, negocios rentables, relaciones beneficiosas, desarrollo de talentos. Que Dios nos ayude a salir de deudas, a pagar los compromisos, a proyectar nuestro negocio, a alcanzar nuestros sueños. ¡Hagamos oraciones osadas!

Oremos con osadía para esparcir la fe. Después de todo, si pudiéramos hacer realidad nuestros sueños por nosotros mismos, no necesitaríamos la ayuda divina. Por eso debemos pedir cosas tan grandes y magnificas que requieren la bendición y el favor de Dios para hacerlas realidad.

¿Cuándo nuestras necesidades estén cubiertas y nuestros sueños cumplidos, debemos dejar de pedir? ¡No, debemos seguir pidiendo para bendecir a otros! ¿Qué pasa si lo que pido no se cumple y los sueños no se alcanzan? ¡Mantener la fe y seguir pidiendo! Tal vez no suceda de la noche a la mañana, pero hay que mantener el flujo de la fe aun cuando no haya esperanza a la vista. ¡Atrevámonos a soñar en grande y a pedir en grande, especialmente cuando no haya esperanzas a la vista!

¡Presentemos con confianza nuestras peticiones a Dios y no claudiquemos hasta que veamos el cumplimiento de cada una de ellas! Abrazos y muchas bendiciones.

Columnista
6 mayo, 2016

Oraciones osadas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Pídeme y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”. Salmos 2,8. Felicitaciones para los vencedores en las recientes justas folclóricas en el marco del Festival Vallenato. Nuestro reconocimiento para todos los inscritos en los diferentes concursos, el solo hecho de participar ya los vuelve ganadores. La reflexión […]


“Pídeme y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”. Salmos 2,8.

Felicitaciones para los vencedores en las recientes justas folclóricas en el marco del Festival Vallenato. Nuestro reconocimiento para todos los inscritos en los diferentes concursos, el solo hecho de participar ya los vuelve ganadores.

La reflexión de hoy se propone motivarnos a hacer oraciones osadas. Alguna vez, alguien se atrevió a orar de manera osada pronunciando un futuro promisorio y especial para nuestras vidas.

De cara a la dureza de los tiempos, estamos llamados a hacer oraciones osadas, oraciones que rompan el techo e irrumpan en el cielo. Las Escrituras dicen que no tenemos lo que deseamos porque no pedimos. Si vamos a ver el pleno derramamiento de su gracia en nuestra región, tenemos que aprender a hacer oraciones osadas.

Muchas veces por una falsa humildad hacemos oraciones pequeñas, como si nos diera vergüenza con Dios; pero él espera que le pidamos cosas mayores. Su favor, su gracia, sus bendiciones son parte de las respuestas que tiene preparadas para nosotros. No es solamente su provisión para sobrevivir con las necesidades básicas suplidas, sino que su bendición sea tan abundante que sobre y abunde para compartir con otros.

Dios quiere que le pidamos cosas grandes: Pidamos por esos sueños sembrados en nuestro corazón. Pidamos por las promesas que aún no se cumplen. Pidamos por las relaciones rotas en la familia y con los seres queridos. Pidamos una vida libre de enfermedad. Pidamos por el desarrollo de nuestras habilidades y talentos. Sobre todo, pidamos por el cumplimiento de nuestros sueños y esperanzas.

Pero bueno, para hacer oraciones osadas necesitamos de una fe osada y robusta. La fe osada y radical obtendrá resultados también radicales. Cuando liberamos nuestra fe en forma poco común, entonces veremos que Dios hace cosas también poco comunes. Debemos atrevernos a pedirle a Dios por el cumplimiento de nuestros mayores sueños y deseos. La carta a los Efesios dice que “Dios es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo pedimos o entendemos”. Nunca debemos tener temor de pedirle a Dios bendiciones poco usuales, porque solamente él puede convertir nuestros sueños en realidades.

Amado amigo lector: ¿Estás pidiendo? ¿Pides lo suficiente? ¿Liberas tu fe personal? Nada de lo nuestro importunará a Dios, porque lo más importante para Dios somos nosotros mismos. Somos su posesión más preciada y quiere bendecirnos.

“Pedid y se os dará; porque todo aquel que pide, recibe”. Pidamos que por su gracia se nos concedan oportunidades sobrenaturales, ocasiones especiales, buenas ideas, negocios rentables, relaciones beneficiosas, desarrollo de talentos. Que Dios nos ayude a salir de deudas, a pagar los compromisos, a proyectar nuestro negocio, a alcanzar nuestros sueños. ¡Hagamos oraciones osadas!

Oremos con osadía para esparcir la fe. Después de todo, si pudiéramos hacer realidad nuestros sueños por nosotros mismos, no necesitaríamos la ayuda divina. Por eso debemos pedir cosas tan grandes y magnificas que requieren la bendición y el favor de Dios para hacerlas realidad.

¿Cuándo nuestras necesidades estén cubiertas y nuestros sueños cumplidos, debemos dejar de pedir? ¡No, debemos seguir pidiendo para bendecir a otros! ¿Qué pasa si lo que pido no se cumple y los sueños no se alcanzan? ¡Mantener la fe y seguir pidiendo! Tal vez no suceda de la noche a la mañana, pero hay que mantener el flujo de la fe aun cuando no haya esperanza a la vista. ¡Atrevámonos a soñar en grande y a pedir en grande, especialmente cuando no haya esperanzas a la vista!

¡Presentemos con confianza nuestras peticiones a Dios y no claudiquemos hasta que veamos el cumplimiento de cada una de ellas! Abrazos y muchas bendiciones.