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Columnista - 10 julio, 2017

Oñate y Alfredo viven y merecen

“…Porque ahorita este folclor lo tienen civilizado, quisiera preguntarte Rafael cuál es el festival que has elegido tu para el pueblo vallenato, si tu comportamiento contrasta con el porque el folclor es del campo”. En el año 1971 se produjo en Valledupar lo más parecido a un cisma en la música vallenata cuando en la […]

“…Porque ahorita este folclor lo tienen civilizado, quisiera preguntarte Rafael cuál es el festival que has elegido tu para el pueblo vallenato, si tu comportamiento contrasta con el porque el folclor es del campo”.

En el año 1971 se produjo en Valledupar lo más parecido a un cisma en la música vallenata cuando en la Plaza Alfonso López, Alberto Pacheco Balmaceda, un barranquillero se alzó con la corona de Rey Vallenato llevándose en sus espuelas nada menos que al ‘Pollo Vallenato’, el fon sequero Luis Enrique Martínez, en un fallo inexplicable para el público que ya había escogido al suyo, el atáquelo que revolucionó adelantándose a su tiempo la ejecución del preciado instrumento, primero inventando arpegios y después descubriendo los secretos del acordeón de tres hileras, ese acontecimiento que terminó en serios problemas de orden público motivó a José Francisco Mendoza Pitre a dar rienda a su inspiración indignada con la canción titulada ‘Festival Vallenato’, a la cual corresponde el aparte que antecede. Ese tema musical fue grabado inicialmente por Alejo Duran y después por Nelson Enrique, versiones igualmente exitosas y del agrado del público, ese disco lo hemos recordado a propósito del tema que motiva nuestra preocupación

Me resisto a creer que la Fundación Festival de la Leyenda Vallenato esté esperando que a Alfredo Gutiérrez y a Jorge Oñate se les parta la cabuya para hacerles el homenaje que merecen, reconocemos el aporte grandioso que Carlos Vives ha hecho para la difusión de las canciones vallenatas a nivel internacional, pero ello no justifica que se les coloque delante en la cola de espera a estos baluartes del folclor vallenato que han brillado con luz propia dentro y fuera del país, llevando siempre invicta la bandera de la verdadera música vallenata.

No nos acostumbramos a que los homenajes merecidos se hagan a la memoria de los muertos, en cuerpo ajeno ante los ojos de su familia, mientras los inmerecidos se hagan en vida de espaldas a la opinión y con fines comerciales, sin duda, para tomar esa decisión los directivos de la Fundación, de espaldas al clamor ciudadano y sin poner el oído al suelo han debido estar aconsejados por un enemigo del vallenato autentico, fue algo evidentemente inesperado, preocupante y que a pesar de los merecimientos del samario –que los tiene- no cayó bien en muchos sectores que saben del tema, obvio Vives no tiene culpa que lo hayan colocado allí como algodón entre dos vidrios.

Más que polémico, lo que ha pasado es inoportuno, la música vallenata viene siendo objeto de un proceso de invisibilizacion y aplastamiento sistemático sin que sus exponentes se hayan dado por enterados por la realidad virtual que les pintan el grupito de aduladores que siempre mantienen encima, con el cuentecito de las “fusiones” hay casos en los cuales se les ve como llantas de repuesto guindados del lado equivocado, en los grandes conciertos los vemos como teloneros baratos de ilustres desconocidos internacionales a quienes traen al país a gritar sus estropicios a cambio de millones de dólares, opacando con su humo la belleza de nuestras canciones y el sonido de los acordeones, su presencia en la televisión es cada vez menor mientras en la radio la champeta y el reggaetón se les está tragando la audiencia.

El aporte de Alfredo para que nuestra música se escuchara en el exterior es bien conocido y su habilidad en la ejecución nadie la ha podido igualar, y Oñate como lo dijimos en escrito anterior “tiene la gran ventaja, que para que los escuchen, bailen su música y lo respeten, no necesita insultar a sus colegas, ni subir a los escenarios con cachucha al revés ni con pantaloncitos de alcancía a la vista, no, este hombre sigue reinando con su estilo y en cada una de sus producciones ratifica que musicalmente las escobas nuevas barren bien, pero es igualmente indiscutible que las viejas saben dónde está la basura”, Oñate y Alfredo son entonces merecedores del esquivo reconocimiento.

El homenaje a cualquiera de estos dos caballeros sería un acto de justicia, se dejó ganar del Festival Vallenato del Festival Francisco el Hombre que acogiendo el clamor ciudadano si les brindó el homenaje que merecen, es hora que los directivos de la Fundación se conecten con la opinión porque esta vez tomaron la decisión de espaldas a ella y de la primacía de la realidad que exige pensar menos en la parte comercial y dedicar el tiempo que requiere el vallenato de verdad verdad antes que acaben con él.

Columnista
10 julio, 2017

Oñate y Alfredo viven y merecen

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“…Porque ahorita este folclor lo tienen civilizado, quisiera preguntarte Rafael cuál es el festival que has elegido tu para el pueblo vallenato, si tu comportamiento contrasta con el porque el folclor es del campo”. En el año 1971 se produjo en Valledupar lo más parecido a un cisma en la música vallenata cuando en la […]


“…Porque ahorita este folclor lo tienen civilizado, quisiera preguntarte Rafael cuál es el festival que has elegido tu para el pueblo vallenato, si tu comportamiento contrasta con el porque el folclor es del campo”.

En el año 1971 se produjo en Valledupar lo más parecido a un cisma en la música vallenata cuando en la Plaza Alfonso López, Alberto Pacheco Balmaceda, un barranquillero se alzó con la corona de Rey Vallenato llevándose en sus espuelas nada menos que al ‘Pollo Vallenato’, el fon sequero Luis Enrique Martínez, en un fallo inexplicable para el público que ya había escogido al suyo, el atáquelo que revolucionó adelantándose a su tiempo la ejecución del preciado instrumento, primero inventando arpegios y después descubriendo los secretos del acordeón de tres hileras, ese acontecimiento que terminó en serios problemas de orden público motivó a José Francisco Mendoza Pitre a dar rienda a su inspiración indignada con la canción titulada ‘Festival Vallenato’, a la cual corresponde el aparte que antecede. Ese tema musical fue grabado inicialmente por Alejo Duran y después por Nelson Enrique, versiones igualmente exitosas y del agrado del público, ese disco lo hemos recordado a propósito del tema que motiva nuestra preocupación

Me resisto a creer que la Fundación Festival de la Leyenda Vallenato esté esperando que a Alfredo Gutiérrez y a Jorge Oñate se les parta la cabuya para hacerles el homenaje que merecen, reconocemos el aporte grandioso que Carlos Vives ha hecho para la difusión de las canciones vallenatas a nivel internacional, pero ello no justifica que se les coloque delante en la cola de espera a estos baluartes del folclor vallenato que han brillado con luz propia dentro y fuera del país, llevando siempre invicta la bandera de la verdadera música vallenata.

No nos acostumbramos a que los homenajes merecidos se hagan a la memoria de los muertos, en cuerpo ajeno ante los ojos de su familia, mientras los inmerecidos se hagan en vida de espaldas a la opinión y con fines comerciales, sin duda, para tomar esa decisión los directivos de la Fundación, de espaldas al clamor ciudadano y sin poner el oído al suelo han debido estar aconsejados por un enemigo del vallenato autentico, fue algo evidentemente inesperado, preocupante y que a pesar de los merecimientos del samario –que los tiene- no cayó bien en muchos sectores que saben del tema, obvio Vives no tiene culpa que lo hayan colocado allí como algodón entre dos vidrios.

Más que polémico, lo que ha pasado es inoportuno, la música vallenata viene siendo objeto de un proceso de invisibilizacion y aplastamiento sistemático sin que sus exponentes se hayan dado por enterados por la realidad virtual que les pintan el grupito de aduladores que siempre mantienen encima, con el cuentecito de las “fusiones” hay casos en los cuales se les ve como llantas de repuesto guindados del lado equivocado, en los grandes conciertos los vemos como teloneros baratos de ilustres desconocidos internacionales a quienes traen al país a gritar sus estropicios a cambio de millones de dólares, opacando con su humo la belleza de nuestras canciones y el sonido de los acordeones, su presencia en la televisión es cada vez menor mientras en la radio la champeta y el reggaetón se les está tragando la audiencia.

El aporte de Alfredo para que nuestra música se escuchara en el exterior es bien conocido y su habilidad en la ejecución nadie la ha podido igualar, y Oñate como lo dijimos en escrito anterior “tiene la gran ventaja, que para que los escuchen, bailen su música y lo respeten, no necesita insultar a sus colegas, ni subir a los escenarios con cachucha al revés ni con pantaloncitos de alcancía a la vista, no, este hombre sigue reinando con su estilo y en cada una de sus producciones ratifica que musicalmente las escobas nuevas barren bien, pero es igualmente indiscutible que las viejas saben dónde está la basura”, Oñate y Alfredo son entonces merecedores del esquivo reconocimiento.

El homenaje a cualquiera de estos dos caballeros sería un acto de justicia, se dejó ganar del Festival Vallenato del Festival Francisco el Hombre que acogiendo el clamor ciudadano si les brindó el homenaje que merecen, es hora que los directivos de la Fundación se conecten con la opinión porque esta vez tomaron la decisión de espaldas a ella y de la primacía de la realidad que exige pensar menos en la parte comercial y dedicar el tiempo que requiere el vallenato de verdad verdad antes que acaben con él.