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Columnista - 18 mayo, 2017

Observamos que la contaminación es inevitable

Nos permitimos iniciar este escrito con un pensamiento muy sensibilizador de un poema escrito por el pensador chileno Juan Grau: “Soy la voz de tus campos silenciosos, sin grillos ni cigarras, ni ranas, ni trinar, esos músicos campestres sucumbieron por la tala y de tanto fumigar tu pastizal. Y ahora estoy empobrecido, transformándome en desierto […]

Nos permitimos iniciar este escrito con un pensamiento muy sensibilizador de un poema escrito por el pensador chileno Juan Grau: “Soy la voz de tus campos silenciosos, sin grillos ni cigarras, ni ranas, ni trinar, esos músicos campestres sucumbieron por la tala y de tanto fumigar tu pastizal. Y ahora estoy empobrecido, transformándome en desierto destructor, tú me usaste inadecuadamente, estoy abandonado y enfermo de erosión”. Nos preguntamos ¿Será que este mensaje se le puede aplicar a gran parte del territorio de 22.905 kilómetros que tiene el Cesar con casi el 50 % erosionado?

Al respecto del tema de la contaminación se han debatido muchas posiciones bien argumentadas que en esta oportunidad presento algunas para que reflexionemos. Se ha planteado en debates públicos sobre la cuestión del medio ambiente, pero en muchos aspectos suelen estar regidos más por emoción que por la razón. Casi todos los debates se desarrollan como si lo que se ventila fuese contaminación contra no contaminación, como si fuese deseable y posible tener un mundo sin contaminación. Está claro que esto no tiene sentido. Nadie que contemple el problema seriamente, consideraría la contaminación cero como un estado de cosas deseables o posibles. Por ejemplo, podríamos reducir a cero la contaminación provocada por los automóviles, eliminando pura y simplemente a todos los automóviles. Esto también haría imposible el nivel de productividad agrícola e industrial del que ahora disfrutamos, y haciéndolo así condenaría a la mayoría de nosotros a una drástica caída de nuestro nivel de vida, tal vez incluso hasta la muerte.

Cuesta algo tener aire puro, al igual que cuesta tener otras cosas buenas que deseamos. Nuestros recursos son limitados y en el problema de la reducción de la contaminación debemos comparar las ganancias y los costos.

Hay que decir que el verdadero problema no consiste en eliminar la contaminación, sino en tratar de sentar las bases de acuerdo que definan el nivel de contaminación adecuado, un nivel en el que el beneficio resultante sea reducir un poco más la contaminación. Más allá de dicho nivel, sacrificamos más de lo que ganamos.

Otro obstáculo para el análisis racional de la cuestión del medio ambiente es la tendencia a plantear en términos de buenos o malos, a considerar que se trata de un problema de motivos, de contar que todos los que somos buenos dejamos sentir nuestra ira para dominar a los malos, todo iría bien. Siempre es mucho más fácil echar la culpa a los demás que adentrarnos en profundos análisis.

Digamos que en el caso de la contaminación el diablo a perseguir está siempre por los negociosos, es decir, las empresas que producen bienes y servicios. En realidad los mayores responsables de la contaminación somos tanto los consumidores como los fabricantes. Creamos, por decirlo así, una demanda de contaminación.

NOTA: Debemos registrar con satisfacción la obra que viene desarrollando el señor alcalde de Valledupar, en cuanto al arreglo de las deterioradas vías, no podemos pasar desapercibidos que ya son menos los grandes huecos que tiene la ciudad. Continúe haciendo obras señor Alcalde para que así tenga su reconocimiento.

Por Hernán Maestre Martínez

 

Columnista
18 mayo, 2017

Observamos que la contaminación es inevitable

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Nos permitimos iniciar este escrito con un pensamiento muy sensibilizador de un poema escrito por el pensador chileno Juan Grau: “Soy la voz de tus campos silenciosos, sin grillos ni cigarras, ni ranas, ni trinar, esos músicos campestres sucumbieron por la tala y de tanto fumigar tu pastizal. Y ahora estoy empobrecido, transformándome en desierto […]


Nos permitimos iniciar este escrito con un pensamiento muy sensibilizador de un poema escrito por el pensador chileno Juan Grau: “Soy la voz de tus campos silenciosos, sin grillos ni cigarras, ni ranas, ni trinar, esos músicos campestres sucumbieron por la tala y de tanto fumigar tu pastizal. Y ahora estoy empobrecido, transformándome en desierto destructor, tú me usaste inadecuadamente, estoy abandonado y enfermo de erosión”. Nos preguntamos ¿Será que este mensaje se le puede aplicar a gran parte del territorio de 22.905 kilómetros que tiene el Cesar con casi el 50 % erosionado?

Al respecto del tema de la contaminación se han debatido muchas posiciones bien argumentadas que en esta oportunidad presento algunas para que reflexionemos. Se ha planteado en debates públicos sobre la cuestión del medio ambiente, pero en muchos aspectos suelen estar regidos más por emoción que por la razón. Casi todos los debates se desarrollan como si lo que se ventila fuese contaminación contra no contaminación, como si fuese deseable y posible tener un mundo sin contaminación. Está claro que esto no tiene sentido. Nadie que contemple el problema seriamente, consideraría la contaminación cero como un estado de cosas deseables o posibles. Por ejemplo, podríamos reducir a cero la contaminación provocada por los automóviles, eliminando pura y simplemente a todos los automóviles. Esto también haría imposible el nivel de productividad agrícola e industrial del que ahora disfrutamos, y haciéndolo así condenaría a la mayoría de nosotros a una drástica caída de nuestro nivel de vida, tal vez incluso hasta la muerte.

Cuesta algo tener aire puro, al igual que cuesta tener otras cosas buenas que deseamos. Nuestros recursos son limitados y en el problema de la reducción de la contaminación debemos comparar las ganancias y los costos.

Hay que decir que el verdadero problema no consiste en eliminar la contaminación, sino en tratar de sentar las bases de acuerdo que definan el nivel de contaminación adecuado, un nivel en el que el beneficio resultante sea reducir un poco más la contaminación. Más allá de dicho nivel, sacrificamos más de lo que ganamos.

Otro obstáculo para el análisis racional de la cuestión del medio ambiente es la tendencia a plantear en términos de buenos o malos, a considerar que se trata de un problema de motivos, de contar que todos los que somos buenos dejamos sentir nuestra ira para dominar a los malos, todo iría bien. Siempre es mucho más fácil echar la culpa a los demás que adentrarnos en profundos análisis.

Digamos que en el caso de la contaminación el diablo a perseguir está siempre por los negociosos, es decir, las empresas que producen bienes y servicios. En realidad los mayores responsables de la contaminación somos tanto los consumidores como los fabricantes. Creamos, por decirlo así, una demanda de contaminación.

NOTA: Debemos registrar con satisfacción la obra que viene desarrollando el señor alcalde de Valledupar, en cuanto al arreglo de las deterioradas vías, no podemos pasar desapercibidos que ya son menos los grandes huecos que tiene la ciudad. Continúe haciendo obras señor Alcalde para que así tenga su reconocimiento.

Por Hernán Maestre Martínez