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Columnista - 5 septiembre, 2016

Por sus obras los conoceréis

El director de noticias de la televisión de la Universidad Autónoma de México, renunció después de un escándalo que armó al tildar a Juan Gabriel, al aire, de naco (indio, iletrado, de modales burdos) y de criticar su homosexualidad. Aunque todo el mundo tiene la libertad de criticar, no de insultar, hirió el alma del […]

El director de noticias de la televisión de la Universidad Autónoma de México, renunció después de un escándalo que armó al tildar a Juan Gabriel, al aire, de naco (indio, iletrado, de modales burdos) y de criticar su homosexualidad. Aunque todo el mundo tiene la libertad de criticar, no de insultar, hirió el alma del pueblo mejicano que estaba y está transida y la de otros países también.

Ocurrió lo mismo con el cantante Santiago Cruz cuando murió el ídolo vallenato Diomedes Díaz y dijo palabras desafortunadas contra él. Las vidas de los artistas siempre tienen turbiedades y muchos terminan mal. Según estudios, la soledad los lleva a eso. Sí, la soledad del artista, es una frase que no se concibe para quien recibe ponderaciones y tiene un ejército de seguidores a sus pies; pero cuando cesan los aplausos y se apagan las luces aparece la soledad, queda, si acaso, un amigo con el que se comenta un rato o la familia que casi nunca comprende.

He sido defensora permanente de que lo importante es la obra del artista, no su vida, esa es de él, si se tuvieran en cuenta las inclinaciones sexuales la mayoría de los clásicos de la literatura no se podrían leer, ¿quién no admira a García Lorca o a Whitmam? Y si se tuvieran en cuenta los vicios de pintores, cantantes, actores, en fin, artistas, no tendríamos nada, ni admiraríamos a un Miguel Ángel, por ejemplo, ni al escritor olvidado: Bernardo Arias Trujillo, autor de una de las primeras novelas de renombre de nuestro país: “Risaralda”; ni a un inolvidable Gómez Jattin, y a muchos más. Ellos dejaron un filón de arte para escoger, aunque sus vidas no fueran ejemplares.

Los artistas no son santos, ni muy cuerdos; hasta los escritores místicos han tenido sus excentricidades, sus rarezas y fueron criticados, no se libró de ello sor Juana Inés de la Cruz.

Eso no quiere decir que no haya una gran mayoría de artistas de vida normales, pero ¿quién conoce sus adentros? recordemos lo que dijo un jurista colombiano: “Me asomé a la conciencia de un hombre honrado y era horrible”.

Son las obras, es la genialidad, es una voz que encanta, es hacer canciones descomplicadas como las de Juan Gabriel, que llegan al pueblo, es el poeta, es el teatrero, es el pintor, es y son y serán los artistas sin los cuales el mundo sería invivible.

Volvamos al ídolo del momento, Juan Gabriel, confieso que me gusta y mucho; a pesar de la extrema pobreza en que se levantó, llegó a la cima de la popularidad de América, hasta presidentes hicieron públicos sus pésames y destacaron su obra, fue un ejemplo de superación personal a contrapelo del repudio que tuvo de algunos y hasta de la familia que lo fustigó, él lo dijo: “Antes no sabían que hacer conmigo, hoy no saben qué hacer sin mí”, y de los críticos como el periodista de marras, que lo atacó después de muerto. El cantante no se habría defendido, él decía: “Si lo que dicen de mí es mentira, no le hago caso; si lo que dicen es verdad, tengo que aceptarlo”.

Conocer a los artistas por sus obras, no por los trasfondos de sus vidas, siempre y cuando no le hagan daño a la sociedad. Esa es la idea.

Columnista
5 septiembre, 2016

Por sus obras los conoceréis

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

El director de noticias de la televisión de la Universidad Autónoma de México, renunció después de un escándalo que armó al tildar a Juan Gabriel, al aire, de naco (indio, iletrado, de modales burdos) y de criticar su homosexualidad. Aunque todo el mundo tiene la libertad de criticar, no de insultar, hirió el alma del […]


El director de noticias de la televisión de la Universidad Autónoma de México, renunció después de un escándalo que armó al tildar a Juan Gabriel, al aire, de naco (indio, iletrado, de modales burdos) y de criticar su homosexualidad. Aunque todo el mundo tiene la libertad de criticar, no de insultar, hirió el alma del pueblo mejicano que estaba y está transida y la de otros países también.

Ocurrió lo mismo con el cantante Santiago Cruz cuando murió el ídolo vallenato Diomedes Díaz y dijo palabras desafortunadas contra él. Las vidas de los artistas siempre tienen turbiedades y muchos terminan mal. Según estudios, la soledad los lleva a eso. Sí, la soledad del artista, es una frase que no se concibe para quien recibe ponderaciones y tiene un ejército de seguidores a sus pies; pero cuando cesan los aplausos y se apagan las luces aparece la soledad, queda, si acaso, un amigo con el que se comenta un rato o la familia que casi nunca comprende.

He sido defensora permanente de que lo importante es la obra del artista, no su vida, esa es de él, si se tuvieran en cuenta las inclinaciones sexuales la mayoría de los clásicos de la literatura no se podrían leer, ¿quién no admira a García Lorca o a Whitmam? Y si se tuvieran en cuenta los vicios de pintores, cantantes, actores, en fin, artistas, no tendríamos nada, ni admiraríamos a un Miguel Ángel, por ejemplo, ni al escritor olvidado: Bernardo Arias Trujillo, autor de una de las primeras novelas de renombre de nuestro país: “Risaralda”; ni a un inolvidable Gómez Jattin, y a muchos más. Ellos dejaron un filón de arte para escoger, aunque sus vidas no fueran ejemplares.

Los artistas no son santos, ni muy cuerdos; hasta los escritores místicos han tenido sus excentricidades, sus rarezas y fueron criticados, no se libró de ello sor Juana Inés de la Cruz.

Eso no quiere decir que no haya una gran mayoría de artistas de vida normales, pero ¿quién conoce sus adentros? recordemos lo que dijo un jurista colombiano: “Me asomé a la conciencia de un hombre honrado y era horrible”.

Son las obras, es la genialidad, es una voz que encanta, es hacer canciones descomplicadas como las de Juan Gabriel, que llegan al pueblo, es el poeta, es el teatrero, es el pintor, es y son y serán los artistas sin los cuales el mundo sería invivible.

Volvamos al ídolo del momento, Juan Gabriel, confieso que me gusta y mucho; a pesar de la extrema pobreza en que se levantó, llegó a la cima de la popularidad de América, hasta presidentes hicieron públicos sus pésames y destacaron su obra, fue un ejemplo de superación personal a contrapelo del repudio que tuvo de algunos y hasta de la familia que lo fustigó, él lo dijo: “Antes no sabían que hacer conmigo, hoy no saben qué hacer sin mí”, y de los críticos como el periodista de marras, que lo atacó después de muerto. El cantante no se habría defendido, él decía: “Si lo que dicen de mí es mentira, no le hago caso; si lo que dicen es verdad, tengo que aceptarlo”.

Conocer a los artistas por sus obras, no por los trasfondos de sus vidas, siempre y cuando no le hagan daño a la sociedad. Esa es la idea.