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Columnista - 11 julio, 2018

Nuevos liderazgos

Tal como lo dijo alguien recientemente, en materia de economía en la cosa pública, la idoneidad de las personas que ocupan los altos puestos de la Nación, se constituye en una gran ventaja. En las entidades públicas donde en su misión se encuentra el desarrollo económico del país, no se puede nombrar a cualquier persona, […]

Tal como lo dijo alguien recientemente, en materia de economía en la cosa pública, la idoneidad de las personas que ocupan los altos puestos de la Nación, se constituye en una gran ventaja. En las entidades públicas donde en su misión se encuentra el desarrollo económico del país, no se puede nombrar a cualquier persona, no es fácil, se tiene que tener un entendimiento muy claro de economía y de política pública; pero además se tiene que ser un académico.

Aunque los formadores de opinión ya hace un rato largo los conocen, el país empieza a saber de dos economistas jóvenes oriundos de nuestra región, que tienen el conocimiento y han ido adquiriendo el liderazgo que les permite ser nombrados en un cargo de ministro o viceministro; así como en cualquier otro cargo donde se definen las realidades y proyecciones económicas a nivel nacional. Hablamos de Jonathan Malagón y Luis Alberto Rodríguez, ambos egresados de la Universidad Nacional de Colombia; Malagón con una hoja de vida en términos de excelencia y sin que suene arrogante el economista joven con mayor proyección del país; Rodríguez dueño de una intelectualidad que le permite hacer interesantes análisis, además quienes lo conocen señalan que es hombre de criterio.

“Los técnicos”, así los denominó recientemente un medio de comunicación, a propósito de los empalmes propios del gobierno nacional entrante y del saliente; Malagón en el área de Vivienda y Rodríguez en Hacienda. Ambos de no más de 32 o 30 años y como debe ser en el mundo actual su curriculum vitae habla por ellos, donde entre otras universidades han adquirido formación en la Universidad de Columbia; además son catedráticos columnistas y analistas, con experiencia laboral relacionada con el sector, donde en particular Malagón compite con lujo de detalles desde Asobancaria.

El país necesita gente como Malagón y Rodríguez, de buen perfil, formada y capaz, a quienes si bien no conozco personalmente, considero con atributos suficientes. Jonathan y Luis Alberto además, muestran algo que hoy pareciera escasear, “personalidad”; basta leer las estupendas columnas que en días pasados se publicaron de Malagón, titulada “Los nuevos traquetos” y de Rodríguez, titulada “Atacar la corrupción: del dicho al hecho”.

Los jóvenes que hoy se perfilan en los más altos cargos públicos y también los jóvenes que ocupan los más modestos cargos públicos en el país, deben tener presente que el momento que vivimos exige que además de estudios y conocimiento, en palabras que no son mías, en “La lucha contra la inconducta funcional y la corrupción se debe ser inclemente”.

El país y los jóvenes en particular están cansados de los corruptos. Como reflexión en épocas de empalme, recuerdo que dos años atrás un columnista en el país señalaba: “Estamos en garras de los corruptos. No logramos entender con qué cara nos piden más impuestos”.

Por Josefina Castro González

Columnista
11 julio, 2018

Nuevos liderazgos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Josefina Castro Gonzalez

Tal como lo dijo alguien recientemente, en materia de economía en la cosa pública, la idoneidad de las personas que ocupan los altos puestos de la Nación, se constituye en una gran ventaja. En las entidades públicas donde en su misión se encuentra el desarrollo económico del país, no se puede nombrar a cualquier persona, […]


Tal como lo dijo alguien recientemente, en materia de economía en la cosa pública, la idoneidad de las personas que ocupan los altos puestos de la Nación, se constituye en una gran ventaja. En las entidades públicas donde en su misión se encuentra el desarrollo económico del país, no se puede nombrar a cualquier persona, no es fácil, se tiene que tener un entendimiento muy claro de economía y de política pública; pero además se tiene que ser un académico.

Aunque los formadores de opinión ya hace un rato largo los conocen, el país empieza a saber de dos economistas jóvenes oriundos de nuestra región, que tienen el conocimiento y han ido adquiriendo el liderazgo que les permite ser nombrados en un cargo de ministro o viceministro; así como en cualquier otro cargo donde se definen las realidades y proyecciones económicas a nivel nacional. Hablamos de Jonathan Malagón y Luis Alberto Rodríguez, ambos egresados de la Universidad Nacional de Colombia; Malagón con una hoja de vida en términos de excelencia y sin que suene arrogante el economista joven con mayor proyección del país; Rodríguez dueño de una intelectualidad que le permite hacer interesantes análisis, además quienes lo conocen señalan que es hombre de criterio.

“Los técnicos”, así los denominó recientemente un medio de comunicación, a propósito de los empalmes propios del gobierno nacional entrante y del saliente; Malagón en el área de Vivienda y Rodríguez en Hacienda. Ambos de no más de 32 o 30 años y como debe ser en el mundo actual su curriculum vitae habla por ellos, donde entre otras universidades han adquirido formación en la Universidad de Columbia; además son catedráticos columnistas y analistas, con experiencia laboral relacionada con el sector, donde en particular Malagón compite con lujo de detalles desde Asobancaria.

El país necesita gente como Malagón y Rodríguez, de buen perfil, formada y capaz, a quienes si bien no conozco personalmente, considero con atributos suficientes. Jonathan y Luis Alberto además, muestran algo que hoy pareciera escasear, “personalidad”; basta leer las estupendas columnas que en días pasados se publicaron de Malagón, titulada “Los nuevos traquetos” y de Rodríguez, titulada “Atacar la corrupción: del dicho al hecho”.

Los jóvenes que hoy se perfilan en los más altos cargos públicos y también los jóvenes que ocupan los más modestos cargos públicos en el país, deben tener presente que el momento que vivimos exige que además de estudios y conocimiento, en palabras que no son mías, en “La lucha contra la inconducta funcional y la corrupción se debe ser inclemente”.

El país y los jóvenes en particular están cansados de los corruptos. Como reflexión en épocas de empalme, recuerdo que dos años atrás un columnista en el país señalaba: “Estamos en garras de los corruptos. No logramos entender con qué cara nos piden más impuestos”.

Por Josefina Castro González