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Columnista - 23 febrero, 2017

Nos falta voluntad, tanto política como popular

Ahora, a través de los medios de comunicación nos enteramos de que en nuestro país la mayoría de los políticos, casi todos, de las obras y programas sociales desarrollados por las entidades gubernamentales, no solo recuperan los costos de sus campañas, sino que los más avispados y perversos del erario los multiplican enésimas veces. Para colmo […]

Ahora, a través de los medios de comunicación nos enteramos de que en nuestro país la mayoría de los políticos, casi todos, de las obras y programas sociales desarrollados por las entidades gubernamentales, no solo recuperan los costos de sus campañas, sino que los más avispados y perversos del erario los multiplican enésimas veces. Para colmo de los males que sufrimos los colombianos por tal práctica sistemática, de lo que queda de los presupuestos, tanto nacional como regionales y locales, siempre hay escamoteos en las recaudaciones de tributos que van a los bolsillos de los funcionarios de mandos medios; es decir, de los segundones de los jefes políticos que son verdaderos especialistas en burlar hasta los controles más eficaces.

Sin embargo, el pueblo colombiano, a pesar de tales evidencias cotidianas sigue votando por los mismos políticos inmorales más conocidos como tradicionales. Tanta mansedumbre popular, en parte se debe a la complicidad de los falsos líderes comunales que van proliferando en cada debate electoral, quienes en suma se quedan con gran cantidad del dinero (legal o ilícito) aportado por donantes para la financiación de las campañas políticas con intereses pocos santos.

En realidad, esto es la usurpación de la democracia para ponerla a disposición de las cofradías dominantes, que con sus poderes avasallan al constituyente primario comprando sus votos (con lo cual mitigan sus calamidades). Por ende, quienes más aportan dinero a varias campañas de candidatos con mayores opciones de salir elegidos, aseguran la recuperación de sus inversiones; mejor dicho, ganan con cara o sello.

Esta realidad de Colombia, en verdad, es bien difícil de cambiar, empero hay muchos empeñados en mejorarla. Una de las fórmulas es dándole buena educación a toda su gente, la educación calificada proporciona las capacidades para un desempeño con mejor competitividad. Con educación de calidad se logra mayor potencial de análisis que redunda en más honestidad. Amén de la obtención de otras cualidades beneficiosas generadoras de bienestar social.

Otra forma es la distribución equitativa de la riqueza, porque ser pobre es la peor calamidad de los humanos. Bastante se ha hablado de esto, pero quien no tenga un trabajo digno difícilmente podrá tener buen comportamiento. Sobre esto, un gran porcentaje de la población colombiana puede dar testimonio.

En fin, son múltiples las maneras para lograr vivir en un país mejor, lo que nos falta es voluntad, tanto política como popular. Esto lo digo teniendo en cuenta que nuestro país es un territorio con muchos inconformes gobernados por una dirigencia política abusadora que nada más piensa en su comodidad.

[email protected]

Columnista
23 febrero, 2017

Nos falta voluntad, tanto política como popular

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Ahora, a través de los medios de comunicación nos enteramos de que en nuestro país la mayoría de los políticos, casi todos, de las obras y programas sociales desarrollados por las entidades gubernamentales, no solo recuperan los costos de sus campañas, sino que los más avispados y perversos del erario los multiplican enésimas veces. Para colmo […]


Ahora, a través de los medios de comunicación nos enteramos de que en nuestro país la mayoría de los políticos, casi todos, de las obras y programas sociales desarrollados por las entidades gubernamentales, no solo recuperan los costos de sus campañas, sino que los más avispados y perversos del erario los multiplican enésimas veces. Para colmo de los males que sufrimos los colombianos por tal práctica sistemática, de lo que queda de los presupuestos, tanto nacional como regionales y locales, siempre hay escamoteos en las recaudaciones de tributos que van a los bolsillos de los funcionarios de mandos medios; es decir, de los segundones de los jefes políticos que son verdaderos especialistas en burlar hasta los controles más eficaces.

Sin embargo, el pueblo colombiano, a pesar de tales evidencias cotidianas sigue votando por los mismos políticos inmorales más conocidos como tradicionales. Tanta mansedumbre popular, en parte se debe a la complicidad de los falsos líderes comunales que van proliferando en cada debate electoral, quienes en suma se quedan con gran cantidad del dinero (legal o ilícito) aportado por donantes para la financiación de las campañas políticas con intereses pocos santos.

En realidad, esto es la usurpación de la democracia para ponerla a disposición de las cofradías dominantes, que con sus poderes avasallan al constituyente primario comprando sus votos (con lo cual mitigan sus calamidades). Por ende, quienes más aportan dinero a varias campañas de candidatos con mayores opciones de salir elegidos, aseguran la recuperación de sus inversiones; mejor dicho, ganan con cara o sello.

Esta realidad de Colombia, en verdad, es bien difícil de cambiar, empero hay muchos empeñados en mejorarla. Una de las fórmulas es dándole buena educación a toda su gente, la educación calificada proporciona las capacidades para un desempeño con mejor competitividad. Con educación de calidad se logra mayor potencial de análisis que redunda en más honestidad. Amén de la obtención de otras cualidades beneficiosas generadoras de bienestar social.

Otra forma es la distribución equitativa de la riqueza, porque ser pobre es la peor calamidad de los humanos. Bastante se ha hablado de esto, pero quien no tenga un trabajo digno difícilmente podrá tener buen comportamiento. Sobre esto, un gran porcentaje de la población colombiana puede dar testimonio.

En fin, son múltiples las maneras para lograr vivir en un país mejor, lo que nos falta es voluntad, tanto política como popular. Esto lo digo teniendo en cuenta que nuestro país es un territorio con muchos inconformes gobernados por una dirigencia política abusadora que nada más piensa en su comodidad.

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