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Columnista - 13 febrero, 2016

No podemos ser indolentes con nuestros hermanos wayúu

Hay un clamor nacional a raíz de los graves problemas en la Alta Guajira, en donde lastimosamente los niños se están muriendo de física hambre y de sed, pues hay zonas en donde hace más de cuatro años que no llueve y a raíz del fenómeno de El Niño la problemática se ha acrecentado. Las […]

Hay un clamor nacional a raíz de los graves problemas en la Alta Guajira, en donde lastimosamente los niños se están muriendo de física hambre y de sed, pues hay zonas en donde hace más de cuatro años que no llueve y a raíz del fenómeno de El Niño la problemática se ha acrecentado. Las imágenes de los niños desnutridos son impactantes y me atacó una especie de sentido de culpa e indolencia, al ver que varios niños de esa etnia estaban al borde la muerte en las puertas de clínicas de Barranquilla, mientras la ciudad entera celebraba el carnaval.

Mis orígenes guajiros me hacen guardar mucho respeto y cariño hacia esa hermosa tierra, soy un profundo admirador de su cultura, costumbres y gastronomía, sus paisajes y su gente son fuente de inspiración de los más hermosos cantos vallenatos, esta tierra es semillero de talentos y ni hablar del valeroso pueblo Wayúu, descendiente de la familia lingüística arawak, y quienes son la población indígena más numerosa de Colombia y Venezuela, grandes pescadores, cazadores y capricultores, el ganado de esta especie es altamente apetecido a nivel nacional y mundial, gracias al especial sabor de la carne del chivo guajiro, fruto de una singular alimentación a base de hierbas aromáticas como el orégano, los paisajes de su entorno son exóticos y de una belleza salvaje y única, el Cabo de La Vela y su majestuosidad se están convirtiendo en destino obligado para el turismo nacional e internacional.

Muy a pesar de su pluralidad cultural y de su riqueza económica derivada de la explotación carbonífera, yacimientos de gas y sus famosas minas de sal en Manaure, La Guajira es un pueblo tristemente célebre azotado por múltiples flagelos, que muy a pesar de mover exorbitantes sumas de dinero, son negocios malditos que traen consigo violencia, primero la que desencadenó el tráfico de marihuana en la década de los 70 y 80, posteriormente el hostigamiento de la guerrilla y su maquinaria de extorsión, secuestro y muerte, y recientemente la corrupción administrativa de unos turbios gobiernos y el millonario negocio de la gasolina ilegal. Por eso resulta ilógico y contradictorio que un pueblo que genere tanta riqueza lo esté acabando la pobreza y lo más doloroso: Que su niñez sea la más afectada.

Hoy todo un país está sintiendo los embates del fenómeno climático llamado El Niño y La Guajira no es la excepción, máxime que naturalmente y debido a su condición geográfica desértica, este departamento tiene falencias naturales de cultivos y cuencas hidrográficas, esto sumado a la desidia de su dirigencia que no ejecuta un plan de contingencia previendo el grave problema climático que avecinaba y también debido al fenómeno de la corrupción, en donde algunos delincuentes de cuello blanco se roban el dinero de los más pobres, realizando prácticamente un fratricidio, pues quitarle el pan de la boca a los más necesitados es algo inaudito y un grave delito ante la sociedad y sobre todo ante los ojos de Dios. Hoy gran parte de la opinión mundial y toda una nación, tiene los ojos puestos en La Guajira y la calamidad del pueblo Wayúu, por eso como hermanos colombianos e hijos de Dios, no podemos ni debemos quedarnos con los brazos cruzados y participar activamente en cualquier campaña o colecta seria, que se realice para llevar ayuda a esta gente, recordando que “El generoso será bendito, porque da de su pan al pobre”: Proverbios 22, 9.
@juliomceledon

Columnista
13 febrero, 2016

No podemos ser indolentes con nuestros hermanos wayúu

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Hay un clamor nacional a raíz de los graves problemas en la Alta Guajira, en donde lastimosamente los niños se están muriendo de física hambre y de sed, pues hay zonas en donde hace más de cuatro años que no llueve y a raíz del fenómeno de El Niño la problemática se ha acrecentado. Las […]


Hay un clamor nacional a raíz de los graves problemas en la Alta Guajira, en donde lastimosamente los niños se están muriendo de física hambre y de sed, pues hay zonas en donde hace más de cuatro años que no llueve y a raíz del fenómeno de El Niño la problemática se ha acrecentado. Las imágenes de los niños desnutridos son impactantes y me atacó una especie de sentido de culpa e indolencia, al ver que varios niños de esa etnia estaban al borde la muerte en las puertas de clínicas de Barranquilla, mientras la ciudad entera celebraba el carnaval.

Mis orígenes guajiros me hacen guardar mucho respeto y cariño hacia esa hermosa tierra, soy un profundo admirador de su cultura, costumbres y gastronomía, sus paisajes y su gente son fuente de inspiración de los más hermosos cantos vallenatos, esta tierra es semillero de talentos y ni hablar del valeroso pueblo Wayúu, descendiente de la familia lingüística arawak, y quienes son la población indígena más numerosa de Colombia y Venezuela, grandes pescadores, cazadores y capricultores, el ganado de esta especie es altamente apetecido a nivel nacional y mundial, gracias al especial sabor de la carne del chivo guajiro, fruto de una singular alimentación a base de hierbas aromáticas como el orégano, los paisajes de su entorno son exóticos y de una belleza salvaje y única, el Cabo de La Vela y su majestuosidad se están convirtiendo en destino obligado para el turismo nacional e internacional.

Muy a pesar de su pluralidad cultural y de su riqueza económica derivada de la explotación carbonífera, yacimientos de gas y sus famosas minas de sal en Manaure, La Guajira es un pueblo tristemente célebre azotado por múltiples flagelos, que muy a pesar de mover exorbitantes sumas de dinero, son negocios malditos que traen consigo violencia, primero la que desencadenó el tráfico de marihuana en la década de los 70 y 80, posteriormente el hostigamiento de la guerrilla y su maquinaria de extorsión, secuestro y muerte, y recientemente la corrupción administrativa de unos turbios gobiernos y el millonario negocio de la gasolina ilegal. Por eso resulta ilógico y contradictorio que un pueblo que genere tanta riqueza lo esté acabando la pobreza y lo más doloroso: Que su niñez sea la más afectada.

Hoy todo un país está sintiendo los embates del fenómeno climático llamado El Niño y La Guajira no es la excepción, máxime que naturalmente y debido a su condición geográfica desértica, este departamento tiene falencias naturales de cultivos y cuencas hidrográficas, esto sumado a la desidia de su dirigencia que no ejecuta un plan de contingencia previendo el grave problema climático que avecinaba y también debido al fenómeno de la corrupción, en donde algunos delincuentes de cuello blanco se roban el dinero de los más pobres, realizando prácticamente un fratricidio, pues quitarle el pan de la boca a los más necesitados es algo inaudito y un grave delito ante la sociedad y sobre todo ante los ojos de Dios. Hoy gran parte de la opinión mundial y toda una nación, tiene los ojos puestos en La Guajira y la calamidad del pueblo Wayúu, por eso como hermanos colombianos e hijos de Dios, no podemos ni debemos quedarnos con los brazos cruzados y participar activamente en cualquier campaña o colecta seria, que se realice para llevar ayuda a esta gente, recordando que “El generoso será bendito, porque da de su pan al pobre”: Proverbios 22, 9.
@juliomceledon