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Columnista - 5 febrero, 2018

A mí no me consuela nadie

Canción del repertorio del maestro Leandro Díaz, se convirtió en antológica desde que fue interpretada en uno de los salones de bailes de carnaval, por la orquesta de Villanueva, La Guajira, de Reyes Torres, padre de una familia musical de bajistas: ‘Maño’, Alcides, Camilo y ‘Chiche’ Torres , integrantes de agrupaciones vallenatas. Para Leandro, fue […]

Canción del repertorio del maestro Leandro Díaz, se convirtió en antológica desde que fue interpretada en uno de los salones de bailes de carnaval, por la orquesta de Villanueva, La Guajira, de Reyes Torres, padre de una familia musical de bajistas: ‘Maño’, Alcides, Camilo y ‘Chiche’ Torres , integrantes de agrupaciones vallenatas.

Para Leandro, fue sentimentalmente la canción más significativa a pesar de no ser la más exitosa, la primera de su catálogo en ser ejecutada sorpresivamente por una agrupación prestigiosa en la región, en sitio público y ante una multitud.

Comentó Leandro que sintió mucha emoción cuando se la escuchó a Reyes a la distancia, no tenía para entrar a la caseta, sitios que empezaban a hacer historia, lloró, sintió mucha fortaleza para seguir adelante con sus cantos, “también gustan”, pensó.

El maestro no supo en qué momento Reyes Torres incluyó la canción en su repertorio, presume que pudo haberla escuchado en una de las tantas parrandas que él amenizaba en la región.
Para 1952, Urumita se convirtió en el epicentro del vallenato, Escalona se fue a vivir a esa población sur de La Guajira, por recomendación del médico, su hija Ada Luz, musa inspiradora de la canción ‘La casa en el aire’, su canción famosa, la hizo en ese poblado, tenía un mes de nacida, sufría quebrantos de salud, le encomendaron el clima de esa población, hasta allí se fue con Marina Arzuaga (La Maye), su esposa, lo secundaron sus amigos de parrandas.

El fragor diario de la parranda era incesante, allí estaban la crema y nata del folclor, cada uno le había compuesto una canción al amor de su vida, Simón Salas, como lo dice la canción de Leandro, le hizo un son a Elvirita, Rafael Escalona a Marina Arzuaga, Emilianito a Carmen Díaz, la mama de ‘Poncho’ y ‘Emilianito’, y Julio Suárez le hizo a ‘Chavelita’.

No comprendemos por qué Leandro no relacionó en la canción a José María Ramos, papa y abuelo de los ‘Chema’ de Urumita, quien hacia parte de los parranderos y a Víctor Soto, amigo de Escalona, Soto fue acordeonero de Escalona en esta región y en Bogotá, tiene más de cincuenta años de residir en Estados Unidos, primero en Nueva York a donde fue a trabajar en oficios varios y terminó siendo taxista, se ufana de haber transportado al excampeón mundial peso pesado Mohamed Ali, hoy vive en Miami jubilado.

Leandro al notar que todos sus amigos le cantaban a un amor y él no, se las ingenió para estar a tono con todos y se fijó en la hija del cachaco dueño de la tienda, en Cecilia, la dependiente, tienda que ellos frecuentaban emparrandaos. Cecilia era de trato suave, voz melodiosa, a ella se dirigió Leandro con su canto y le declaró su amor con esta canción, pero ella lo despreció por pobre y ciego.

Entonces Leandro cantó: “Creo en la vida yo no lograré encontrar/ una mujer que se conduela de mis penas/ voy por la vida renegando de este mal/ un mal terrible que me condena”.

Columnista
5 febrero, 2018

A mí no me consuela nadie

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Canción del repertorio del maestro Leandro Díaz, se convirtió en antológica desde que fue interpretada en uno de los salones de bailes de carnaval, por la orquesta de Villanueva, La Guajira, de Reyes Torres, padre de una familia musical de bajistas: ‘Maño’, Alcides, Camilo y ‘Chiche’ Torres , integrantes de agrupaciones vallenatas. Para Leandro, fue […]


Canción del repertorio del maestro Leandro Díaz, se convirtió en antológica desde que fue interpretada en uno de los salones de bailes de carnaval, por la orquesta de Villanueva, La Guajira, de Reyes Torres, padre de una familia musical de bajistas: ‘Maño’, Alcides, Camilo y ‘Chiche’ Torres , integrantes de agrupaciones vallenatas.

Para Leandro, fue sentimentalmente la canción más significativa a pesar de no ser la más exitosa, la primera de su catálogo en ser ejecutada sorpresivamente por una agrupación prestigiosa en la región, en sitio público y ante una multitud.

Comentó Leandro que sintió mucha emoción cuando se la escuchó a Reyes a la distancia, no tenía para entrar a la caseta, sitios que empezaban a hacer historia, lloró, sintió mucha fortaleza para seguir adelante con sus cantos, “también gustan”, pensó.

El maestro no supo en qué momento Reyes Torres incluyó la canción en su repertorio, presume que pudo haberla escuchado en una de las tantas parrandas que él amenizaba en la región.
Para 1952, Urumita se convirtió en el epicentro del vallenato, Escalona se fue a vivir a esa población sur de La Guajira, por recomendación del médico, su hija Ada Luz, musa inspiradora de la canción ‘La casa en el aire’, su canción famosa, la hizo en ese poblado, tenía un mes de nacida, sufría quebrantos de salud, le encomendaron el clima de esa población, hasta allí se fue con Marina Arzuaga (La Maye), su esposa, lo secundaron sus amigos de parrandas.

El fragor diario de la parranda era incesante, allí estaban la crema y nata del folclor, cada uno le había compuesto una canción al amor de su vida, Simón Salas, como lo dice la canción de Leandro, le hizo un son a Elvirita, Rafael Escalona a Marina Arzuaga, Emilianito a Carmen Díaz, la mama de ‘Poncho’ y ‘Emilianito’, y Julio Suárez le hizo a ‘Chavelita’.

No comprendemos por qué Leandro no relacionó en la canción a José María Ramos, papa y abuelo de los ‘Chema’ de Urumita, quien hacia parte de los parranderos y a Víctor Soto, amigo de Escalona, Soto fue acordeonero de Escalona en esta región y en Bogotá, tiene más de cincuenta años de residir en Estados Unidos, primero en Nueva York a donde fue a trabajar en oficios varios y terminó siendo taxista, se ufana de haber transportado al excampeón mundial peso pesado Mohamed Ali, hoy vive en Miami jubilado.

Leandro al notar que todos sus amigos le cantaban a un amor y él no, se las ingenió para estar a tono con todos y se fijó en la hija del cachaco dueño de la tienda, en Cecilia, la dependiente, tienda que ellos frecuentaban emparrandaos. Cecilia era de trato suave, voz melodiosa, a ella se dirigió Leandro con su canto y le declaró su amor con esta canción, pero ella lo despreció por pobre y ciego.

Entonces Leandro cantó: “Creo en la vida yo no lograré encontrar/ una mujer que se conduela de mis penas/ voy por la vida renegando de este mal/ un mal terrible que me condena”.