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Editorial - 26 marzo, 2017

No hay mano dura contra las ollas del microtráfico

  Las denuncias que acaba de hacer el senador cesarense Faruk Urrutía sobre el aumento descomunal del consumo de drogas alucinógenas en Valledupar, no son nuevas. Es el mismo problema, pero más grande, el que aqueja a la comunidad vallenata. En junio del año pasado, EL PILÓN publicó un informe en el que daba cuenta […]

 

Las denuncias que acaba de hacer el senador cesarense Faruk Urrutía sobre el aumento descomunal del consumo de drogas alucinógenas en Valledupar, no son nuevas. Es el mismo problema, pero más grande, el que aqueja a la comunidad vallenata.

En junio del año pasado, EL PILÓN publicó un informe en el que daba cuenta de la situación que no podía controlarse con solo capturar a los expendedores. Según fuentes de la Policía Nacional, del primero de enero al 26 de junio del 2016, habían realizado 408 capturas por tráfico de estupefacientes e incautado 500 kilos de drogas (65.078 gramos de base de coca, 25.959 gramos de bazuco -que equivale a 26.000 dosis personales-, 81.641 gramos de cocaína -que equivale a 81.000 dosis-, 96 pastillas de éxtasis, 72 gramos de heroína y 327.063 gramos de marihuana en todo el departamento.

También habían hecho 87 allanamientos por estupefacientes que, en comparación con el mismo periodo del año anterior, aumentaron un 28%. Y al terminar el año 2016, la Policía del Cesar capturó a más de 800 personas en flagrancia, señaladas de vender alucinógenos en el departamento, la mayor parte en Valledupar, y lo peor, un número importante de estos capturados quedaron en libertad.

Son los mismos barrios de Valledupar donde se encuentran las ollas del microtráfico, son las mismas personas las que distribuyen y venden la droga, es un secreto a voces en toda la ciudad, incluso los mismos miembros de la Policía saben dónde están ubicadas. El problema ha crecido tanto, que ya la droga la venden a plena luz del sol, en los parques, en las puertas de los colegios, en el centro, en el norte, sur, oriente y occidente de la ciudad. Cada vez son más los jóvenes consumiendo y los mayores también. Es un abismo al que caímos hace rato.

Por eso la pregunta es: ¿Y ahora qué van a hacer las autoridades y gobernantes? Este es un problema de salud pública que debe ser atendido con urgencia, como si se tratara de una epidemia, para evitar que los que no han caído en la droga, lo hagan, y los que ya cayeron, se puedan recuperar.

No hay que olvidar que este no es un problema solo de Valledupar, también está ocurriendo en los corregimientos, en los municipios, en las veredas. Hasta allá llegan los expendedores, que ven en este negocio ilícito el mejor camino para obtener ingresos suficientes para vivir.

Es el momento para unirse alrededor de los problemas, basta de hacer esfuerzos individuales. Valledupar es de las ciudades más pobres del país, la que tiene más desempleados y en la que venden más droga. Gobernador Francisco Ovalle, alcalde Augusto Uhía, coronel Diego Rosero ¿qué van a hacer?

Editorial
26 marzo, 2017

No hay mano dura contra las ollas del microtráfico

  Las denuncias que acaba de hacer el senador cesarense Faruk Urrutía sobre el aumento descomunal del consumo de drogas alucinógenas en Valledupar, no son nuevas. Es el mismo problema, pero más grande, el que aqueja a la comunidad vallenata. En junio del año pasado, EL PILÓN publicó un informe en el que daba cuenta […]


 

Las denuncias que acaba de hacer el senador cesarense Faruk Urrutía sobre el aumento descomunal del consumo de drogas alucinógenas en Valledupar, no son nuevas. Es el mismo problema, pero más grande, el que aqueja a la comunidad vallenata.

En junio del año pasado, EL PILÓN publicó un informe en el que daba cuenta de la situación que no podía controlarse con solo capturar a los expendedores. Según fuentes de la Policía Nacional, del primero de enero al 26 de junio del 2016, habían realizado 408 capturas por tráfico de estupefacientes e incautado 500 kilos de drogas (65.078 gramos de base de coca, 25.959 gramos de bazuco -que equivale a 26.000 dosis personales-, 81.641 gramos de cocaína -que equivale a 81.000 dosis-, 96 pastillas de éxtasis, 72 gramos de heroína y 327.063 gramos de marihuana en todo el departamento.

También habían hecho 87 allanamientos por estupefacientes que, en comparación con el mismo periodo del año anterior, aumentaron un 28%. Y al terminar el año 2016, la Policía del Cesar capturó a más de 800 personas en flagrancia, señaladas de vender alucinógenos en el departamento, la mayor parte en Valledupar, y lo peor, un número importante de estos capturados quedaron en libertad.

Son los mismos barrios de Valledupar donde se encuentran las ollas del microtráfico, son las mismas personas las que distribuyen y venden la droga, es un secreto a voces en toda la ciudad, incluso los mismos miembros de la Policía saben dónde están ubicadas. El problema ha crecido tanto, que ya la droga la venden a plena luz del sol, en los parques, en las puertas de los colegios, en el centro, en el norte, sur, oriente y occidente de la ciudad. Cada vez son más los jóvenes consumiendo y los mayores también. Es un abismo al que caímos hace rato.

Por eso la pregunta es: ¿Y ahora qué van a hacer las autoridades y gobernantes? Este es un problema de salud pública que debe ser atendido con urgencia, como si se tratara de una epidemia, para evitar que los que no han caído en la droga, lo hagan, y los que ya cayeron, se puedan recuperar.

No hay que olvidar que este no es un problema solo de Valledupar, también está ocurriendo en los corregimientos, en los municipios, en las veredas. Hasta allá llegan los expendedores, que ven en este negocio ilícito el mejor camino para obtener ingresos suficientes para vivir.

Es el momento para unirse alrededor de los problemas, basta de hacer esfuerzos individuales. Valledupar es de las ciudades más pobres del país, la que tiene más desempleados y en la que venden más droga. Gobernador Francisco Ovalle, alcalde Augusto Uhía, coronel Diego Rosero ¿qué van a hacer?