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Columnista - 12 febrero, 2017

No cometerás adulterio

La palabra adulterar significa falsificar. El sexto mandamiento prohíbe hacer falso el sagrado vínculo del matrimonio. Recordemos aquí que el matrimonio es la unión libre y voluntaria de un hombre y una mujer, que deciden compartir sus vidas y conformar una familia, pidiendo a Dios su bendición. De esta afirmación se desprenden preguntas y consecuencias interesantes, […]

La palabra adulterar significa falsificar. El sexto mandamiento prohíbe hacer falso el sagrado vínculo del matrimonio. Recordemos aquí que el matrimonio es la unión libre y voluntaria de un hombre y una mujer, que deciden compartir sus vidas y conformar una familia, pidiendo a Dios su bendición. De esta afirmación se desprenden preguntas y consecuencias interesantes, pero su análisis escapa a nuestro propósito.

Un hombre y una mujer se prometen amor hasta la muerte y ponen a Dios por testigo de su unión. Faltar a esa promesa de amor se constituye en un acto contrario a la voluntad de Dios. Cometer adulterio significa que uno de los cónyuges sea infiel a su pareja. Sería necesario definir lo que entendemos por infidelidad y si existen distintos tipos de infidelidades y, por tanto, diversos grados de una misma realidad. Tarea titánica e igualmente controversial.

Hace algunos años me topé por casualidad con un libro cuya lectura me gustaría recomendar: “La sexualidad según Juan Pablo II”. Se trata del análisis de un grupo de catequesis que el Papa dirigió a los fieles en sus habituales alocuciones de los miércoles. En estas intervenciones, Juan Pablo II meditaba sobre la realidad de la sexualidad humana, apoyándose en los relatos de la creación del hombre y de la mujer que nos vienen dados en el libro del Génesis. Su lectura es sumamente provechosa y, sin duda, arroja luz sobre el tema que ahora nos ocupa y sobre muchos otros más.

Juan Pablo II también analiza la afirmación de Jesús en el sermón de la montaña: “Habéis oído que se dijo ‘no cometerás adulterio’ más yo os digo, todo aquél que mire a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón”. No se trata de cualquier mirada, se trata de una mirada que instrumentaliza al otro, que le roba su condición de persona y le convierte en mero objeto de deseo. Es curioso que el texto bíblico no menciona el estado civil de la audiencia a la que Jesús se dirige, podrían ser casados o no… lo que nos lleva a pensar que el adulterio no debe ser entendido simplemente como la infidelidad al cónyuge, sino como la alteración del deseo originario de Dios sobre la persona humana. En este sentido, entonces, un soltero puede también ser adúltero.

La infidelidad matrimonial es una realidad grave, toda vez que se considere que ella no afecta solamente a quien la comete, sino también al cónyuge, a los hijos, a aquél o aquella con quien se es infiel y a la sociedad misma. Es preciso mantenerse atentos y evitar situaciones de peligro para la virtud, además de considerar que la infidelidad no es mera cuestión de sexo, ni que se limita al género masculino. Finalmente, téngase además en cuenta que posiblemente la causa de que alguien busque algo por fuera de su casa es el hecho de no encontrarlo al interior de la misma. Esto último también es relativo.

Columnista
12 febrero, 2017

No cometerás adulterio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Marlon Javier Domínguez

La palabra adulterar significa falsificar. El sexto mandamiento prohíbe hacer falso el sagrado vínculo del matrimonio. Recordemos aquí que el matrimonio es la unión libre y voluntaria de un hombre y una mujer, que deciden compartir sus vidas y conformar una familia, pidiendo a Dios su bendición. De esta afirmación se desprenden preguntas y consecuencias interesantes, […]


La palabra adulterar significa falsificar. El sexto mandamiento prohíbe hacer falso el sagrado vínculo del matrimonio. Recordemos aquí que el matrimonio es la unión libre y voluntaria de un hombre y una mujer, que deciden compartir sus vidas y conformar una familia, pidiendo a Dios su bendición. De esta afirmación se desprenden preguntas y consecuencias interesantes, pero su análisis escapa a nuestro propósito.

Un hombre y una mujer se prometen amor hasta la muerte y ponen a Dios por testigo de su unión. Faltar a esa promesa de amor se constituye en un acto contrario a la voluntad de Dios. Cometer adulterio significa que uno de los cónyuges sea infiel a su pareja. Sería necesario definir lo que entendemos por infidelidad y si existen distintos tipos de infidelidades y, por tanto, diversos grados de una misma realidad. Tarea titánica e igualmente controversial.

Hace algunos años me topé por casualidad con un libro cuya lectura me gustaría recomendar: “La sexualidad según Juan Pablo II”. Se trata del análisis de un grupo de catequesis que el Papa dirigió a los fieles en sus habituales alocuciones de los miércoles. En estas intervenciones, Juan Pablo II meditaba sobre la realidad de la sexualidad humana, apoyándose en los relatos de la creación del hombre y de la mujer que nos vienen dados en el libro del Génesis. Su lectura es sumamente provechosa y, sin duda, arroja luz sobre el tema que ahora nos ocupa y sobre muchos otros más.

Juan Pablo II también analiza la afirmación de Jesús en el sermón de la montaña: “Habéis oído que se dijo ‘no cometerás adulterio’ más yo os digo, todo aquél que mire a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón”. No se trata de cualquier mirada, se trata de una mirada que instrumentaliza al otro, que le roba su condición de persona y le convierte en mero objeto de deseo. Es curioso que el texto bíblico no menciona el estado civil de la audiencia a la que Jesús se dirige, podrían ser casados o no… lo que nos lleva a pensar que el adulterio no debe ser entendido simplemente como la infidelidad al cónyuge, sino como la alteración del deseo originario de Dios sobre la persona humana. En este sentido, entonces, un soltero puede también ser adúltero.

La infidelidad matrimonial es una realidad grave, toda vez que se considere que ella no afecta solamente a quien la comete, sino también al cónyuge, a los hijos, a aquél o aquella con quien se es infiel y a la sociedad misma. Es preciso mantenerse atentos y evitar situaciones de peligro para la virtud, además de considerar que la infidelidad no es mera cuestión de sexo, ni que se limita al género masculino. Finalmente, téngase además en cuenta que posiblemente la causa de que alguien busque algo por fuera de su casa es el hecho de no encontrarlo al interior de la misma. Esto último también es relativo.