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Columnista - 8 enero, 2018

NI SANTOS NI REYES

Con la Solemnidad de la Epifanía del Señor se culmina el tiempo de Navidad. <<¿La “Epifa qué”?>>, me preguntó Santiago, con su inocencia infantil y abriendo los ojos. Sonriendo le expliqué que La Epifanía del Señor es la celebración cristiana del momento en que Jesús se manifestó al mundo, algo así como la revelación de […]

Con la Solemnidad de la Epifanía del Señor se culmina el tiempo de Navidad. <<¿La “Epifa qué”?>>, me preguntó Santiago, con su inocencia infantil y abriendo los ojos. Sonriendo le expliqué que La Epifanía del Señor es la celebración cristiana del momento en que Jesús se manifestó al mundo, algo así como la revelación de su divinidad a los “magos de Oriente” que, siguiendo la estrella, fueron a adorarle. Hoy en día se conoce como el día de los Reyes, y fue la fecha elegida por los españoles para fundar la ciudad de Valledupar hace 468 años.

Hernando de Santana, a quién se le atribuye la segunda fundación después del intento fallido llevado a cabo por Francisco Salguero, bautizó el lugar como “Ciudad de los Reyes del Valle de Upar”. Así, de manera sobria y escueta, sin santos ni nada.

Es que el Evangelista Mateo habla de “unos magos” que adoraron al niño Jesús, sin más especificaciones ni detalles. Las tradiciones extra-bíblicas hablaban de dos, tres, cuatro, ocho y hasta doce personajes. Con el transcurrir del tiempo se fue asentando la creencia de que tan sólo fueron tres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Un símbolo de las razas del mundo conocido: Europa, Asia y África. Tal vez, la calidad de reyes provino de una interpretación posterior del Salmo 72, 10: “…todos los reyes se postrarán ante él”

La palabra “mago” reviste varios significados bíblicos: sacerdotes persas, sabios relacionados con la ciencia y la filosofía, charlatanes, personas dadas a la magia. Benedicto XVI en su libro “La infancia de Jesús” es claro al afirmar que estos “magos” representan el camino de las religiones y la filosofía hacia Cristo y, además, a los hombres buscadores de la verdad de todos los tiempos. Pero, en ningún momento, en el santoral católico se hace mención de los Santos Reyes Magos.

Los vallenatos llevamos en nuestro ADN cultural la influencia de la religión católica cristiana. Por solo poner un ejemplo, el canto vallenato tiene en sus orígenes a la saeta, un canto religioso tradicional utilizado en las celebraciones de la Semana Santa en España, especialmente en Andalucía, Sevilla, Castilla-La Mancha y Murcia que nos llegó a principios del siglo XX gracias a los misioneros capuchinos.

Tal vez por esto, no sé en qué momento, a alguien se le ocurrió afirmar erróneamente que el nombre de la ciudad era “Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar”; y así se quedó en el himno, en las placas conmemorativas del centro histórico y en el inconsciente colectivo.

No es el único yerro de este tipo. La canción “Niégame tres veces”, escrita por Aurelio Núñez e interpretada por Silvestre Dangond, dice: “…que si alguna vez tú sales embarazada/es por obra y gracia del ángel Gabriel.” No se necesita estudiar teología para saber que el embarazo virginal de María fue por obra y gracia del Espíritu Santo, y que el ángel Gabriel solo fue el anunciador.

Los seres humanos somos religiosos por naturaleza y ahondar en la relación entre religiosidad y cultura vallenata es una asignatura pendiente que, si se adelanta con responsabilidad y sin apasionamientos, puede dar muchos frutos.

Días atrás me enteré, por las redes sociales, que se está adelantando la conformación del Consejo Municipal de Cultura de Valledupar. Enhorabuena. Es tiempo de fortalecer la cultura vallenata con procesos e iniciativas de este tipo, eso sí, teniendo en cuenta que la cultura no sólo es música, es palabra escrita y tradición oral, pintura y escultura, danza, cine y teatro. Pero aquí hemos caído en la tónica que si no lleva acordeón no es cultura.

Columnista
8 enero, 2018

NI SANTOS NI REYES

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Liñan Pitre

Con la Solemnidad de la Epifanía del Señor se culmina el tiempo de Navidad. <<¿La “Epifa qué”?>>, me preguntó Santiago, con su inocencia infantil y abriendo los ojos. Sonriendo le expliqué que La Epifanía del Señor es la celebración cristiana del momento en que Jesús se manifestó al mundo, algo así como la revelación de […]


Con la Solemnidad de la Epifanía del Señor se culmina el tiempo de Navidad. <<¿La “Epifa qué”?>>, me preguntó Santiago, con su inocencia infantil y abriendo los ojos. Sonriendo le expliqué que La Epifanía del Señor es la celebración cristiana del momento en que Jesús se manifestó al mundo, algo así como la revelación de su divinidad a los “magos de Oriente” que, siguiendo la estrella, fueron a adorarle. Hoy en día se conoce como el día de los Reyes, y fue la fecha elegida por los españoles para fundar la ciudad de Valledupar hace 468 años.

Hernando de Santana, a quién se le atribuye la segunda fundación después del intento fallido llevado a cabo por Francisco Salguero, bautizó el lugar como “Ciudad de los Reyes del Valle de Upar”. Así, de manera sobria y escueta, sin santos ni nada.

Es que el Evangelista Mateo habla de “unos magos” que adoraron al niño Jesús, sin más especificaciones ni detalles. Las tradiciones extra-bíblicas hablaban de dos, tres, cuatro, ocho y hasta doce personajes. Con el transcurrir del tiempo se fue asentando la creencia de que tan sólo fueron tres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Un símbolo de las razas del mundo conocido: Europa, Asia y África. Tal vez, la calidad de reyes provino de una interpretación posterior del Salmo 72, 10: “…todos los reyes se postrarán ante él”

La palabra “mago” reviste varios significados bíblicos: sacerdotes persas, sabios relacionados con la ciencia y la filosofía, charlatanes, personas dadas a la magia. Benedicto XVI en su libro “La infancia de Jesús” es claro al afirmar que estos “magos” representan el camino de las religiones y la filosofía hacia Cristo y, además, a los hombres buscadores de la verdad de todos los tiempos. Pero, en ningún momento, en el santoral católico se hace mención de los Santos Reyes Magos.

Los vallenatos llevamos en nuestro ADN cultural la influencia de la religión católica cristiana. Por solo poner un ejemplo, el canto vallenato tiene en sus orígenes a la saeta, un canto religioso tradicional utilizado en las celebraciones de la Semana Santa en España, especialmente en Andalucía, Sevilla, Castilla-La Mancha y Murcia que nos llegó a principios del siglo XX gracias a los misioneros capuchinos.

Tal vez por esto, no sé en qué momento, a alguien se le ocurrió afirmar erróneamente que el nombre de la ciudad era “Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar”; y así se quedó en el himno, en las placas conmemorativas del centro histórico y en el inconsciente colectivo.

No es el único yerro de este tipo. La canción “Niégame tres veces”, escrita por Aurelio Núñez e interpretada por Silvestre Dangond, dice: “…que si alguna vez tú sales embarazada/es por obra y gracia del ángel Gabriel.” No se necesita estudiar teología para saber que el embarazo virginal de María fue por obra y gracia del Espíritu Santo, y que el ángel Gabriel solo fue el anunciador.

Los seres humanos somos religiosos por naturaleza y ahondar en la relación entre religiosidad y cultura vallenata es una asignatura pendiente que, si se adelanta con responsabilidad y sin apasionamientos, puede dar muchos frutos.

Días atrás me enteré, por las redes sociales, que se está adelantando la conformación del Consejo Municipal de Cultura de Valledupar. Enhorabuena. Es tiempo de fortalecer la cultura vallenata con procesos e iniciativas de este tipo, eso sí, teniendo en cuenta que la cultura no sólo es música, es palabra escrita y tradición oral, pintura y escultura, danza, cine y teatro. Pero aquí hemos caído en la tónica que si no lleva acordeón no es cultura.