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Columnista - 29 marzo, 2014

Ni atracadores ni sicarios

Hace varios años, cuando empezó a masificarse en Valledupar (y demás ciudades de la costa) el uso de motocicletas particulares como medio de transporte informal, esquema que no tardamos mucho en bautizar como mototaxismo; empezamos también a ver cómo los alcaldes de turno se las ingeniaban para adoptar medidas que frenaran el fenómeno, que llegó […]

Hace varios años, cuando empezó a masificarse en Valledupar (y demás ciudades de la costa) el uso de motocicletas particulares como medio de transporte informal, esquema que no tardamos mucho en bautizar como mototaxismo; empezamos también a ver cómo los alcaldes de turno se las ingeniaban para adoptar medidas que frenaran el fenómeno, que llegó a tener un crecimiento vertiginoso.

Luego de probar varias alternativas, hoy en Valledupar se mantiene una medida que prohíbe el uso de parrillero hombre mayor de 14 años en motocicletas. Medida que se ha venido renovando periódicamente por plazos de 6 meses.

Se ha encontrado en esta prohibición, un medio no muy elaborado, pero efectivo con tal de perseguir varios fines: facilitar el trabajo de la Policía para contrarrestar el hurto y el sicariato, toda vez que una moto que movilice a dos adolescentes o adultos varones, será sospechosa; y mantener a raya el descontento de los gremios del transporte legal -léase taxis y buses- porque se combate de manera directa su competencia desleal.

Es entonces, la lógica del fin que justifica los medios, lo que nos ha impuesto una prohibición que resulta abiertamente discriminatoria, y de la que nadie rinde un informe de resultados, positivos o negativos. Si es que los hay.

Y precisamente, por esa lógica facilista de la prohibición generalizada y prolongada, que no comparto, es que he propuesto revisar la medida, en una discusión sensata y sincera ante TODA la comunidad. Y no simplemente en un reducido Consejo de Seguridad, donde parece imperar la doctrina policial.

Ahora bien, la medida trae un desgaste acumulado, pues cada vez se respeta menos; minando el principio de autoridad. No obstante, en ningún momento la propuesta ha caído en el populismo de exigir la derogatoria del decreto. Lo que se quiere es más sencillo: o se mantiene, ajustando lo que está fallando, para que se cumpla cabalmente; o se acaba con la prohibición y punto.

Lo que planteamos es darle la cara a la ciudadanía, para hablar de la efectividad de la prohibición y se explique lo inminente de su necesidad. Que se analicen las alternativas que le debiéramos estar ofreciendo al 50% de la ciudad que hoy NO está cubierta por las rutas de buses. También es momento de revisar si operativamente tenemos la capacidad para hacer cumplir la medida, pues al fin y al cabo, en manos de la Policía está, que el decreto sea letra muerta o no.

Lo que buscamos es abrir espacios de discusión que enriquezcan y nutran las medidas que se toman desde lo público, y que inciden directamente –¡y de qué manera!- sobre la vida diaria de los ciudadanos. Es cuestión de restaurar un puente de comunicación que hoy NO existe, entre la comunidad y su mandatario. Al menos para este tema.

Ahora, la discusión NUNCA se ha planteado en defensa del mototaxismo, se ha planteado en defensa de muchos vallenatos que no teniendo para comprar un carro, optan por la moto, y les estamos condicionando su uso, con el decreto. Es en defensa de los muchos vallenatos que a diario tienen que ingeniarse cómo salir de sus barrios a trabajar o estudiar, porque no nos atrevemos a proponer medidas más sensatas y menos discriminatorias. En defensa de todas esas personas que andan en moto y no son ni mototaxistas, ni atracadores, ni fleteros …ni mucho menos sicarios.

MI ÚLTIMA PALABRA: Seremos una ciudad moderna y sostenible, en cuanto empecemos a cambiar los hábitos de los ciudadanos.

Columnista
29 marzo, 2014

Ni atracadores ni sicarios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Araujo Ariza

Hace varios años, cuando empezó a masificarse en Valledupar (y demás ciudades de la costa) el uso de motocicletas particulares como medio de transporte informal, esquema que no tardamos mucho en bautizar como mototaxismo; empezamos también a ver cómo los alcaldes de turno se las ingeniaban para adoptar medidas que frenaran el fenómeno, que llegó […]


Hace varios años, cuando empezó a masificarse en Valledupar (y demás ciudades de la costa) el uso de motocicletas particulares como medio de transporte informal, esquema que no tardamos mucho en bautizar como mototaxismo; empezamos también a ver cómo los alcaldes de turno se las ingeniaban para adoptar medidas que frenaran el fenómeno, que llegó a tener un crecimiento vertiginoso.

Luego de probar varias alternativas, hoy en Valledupar se mantiene una medida que prohíbe el uso de parrillero hombre mayor de 14 años en motocicletas. Medida que se ha venido renovando periódicamente por plazos de 6 meses.

Se ha encontrado en esta prohibición, un medio no muy elaborado, pero efectivo con tal de perseguir varios fines: facilitar el trabajo de la Policía para contrarrestar el hurto y el sicariato, toda vez que una moto que movilice a dos adolescentes o adultos varones, será sospechosa; y mantener a raya el descontento de los gremios del transporte legal -léase taxis y buses- porque se combate de manera directa su competencia desleal.

Es entonces, la lógica del fin que justifica los medios, lo que nos ha impuesto una prohibición que resulta abiertamente discriminatoria, y de la que nadie rinde un informe de resultados, positivos o negativos. Si es que los hay.

Y precisamente, por esa lógica facilista de la prohibición generalizada y prolongada, que no comparto, es que he propuesto revisar la medida, en una discusión sensata y sincera ante TODA la comunidad. Y no simplemente en un reducido Consejo de Seguridad, donde parece imperar la doctrina policial.

Ahora bien, la medida trae un desgaste acumulado, pues cada vez se respeta menos; minando el principio de autoridad. No obstante, en ningún momento la propuesta ha caído en el populismo de exigir la derogatoria del decreto. Lo que se quiere es más sencillo: o se mantiene, ajustando lo que está fallando, para que se cumpla cabalmente; o se acaba con la prohibición y punto.

Lo que planteamos es darle la cara a la ciudadanía, para hablar de la efectividad de la prohibición y se explique lo inminente de su necesidad. Que se analicen las alternativas que le debiéramos estar ofreciendo al 50% de la ciudad que hoy NO está cubierta por las rutas de buses. También es momento de revisar si operativamente tenemos la capacidad para hacer cumplir la medida, pues al fin y al cabo, en manos de la Policía está, que el decreto sea letra muerta o no.

Lo que buscamos es abrir espacios de discusión que enriquezcan y nutran las medidas que se toman desde lo público, y que inciden directamente –¡y de qué manera!- sobre la vida diaria de los ciudadanos. Es cuestión de restaurar un puente de comunicación que hoy NO existe, entre la comunidad y su mandatario. Al menos para este tema.

Ahora, la discusión NUNCA se ha planteado en defensa del mototaxismo, se ha planteado en defensa de muchos vallenatos que no teniendo para comprar un carro, optan por la moto, y les estamos condicionando su uso, con el decreto. Es en defensa de los muchos vallenatos que a diario tienen que ingeniarse cómo salir de sus barrios a trabajar o estudiar, porque no nos atrevemos a proponer medidas más sensatas y menos discriminatorias. En defensa de todas esas personas que andan en moto y no son ni mototaxistas, ni atracadores, ni fleteros …ni mucho menos sicarios.

MI ÚLTIMA PALABRA: Seremos una ciudad moderna y sostenible, en cuanto empecemos a cambiar los hábitos de los ciudadanos.