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Columnista - 2 agosto, 2016

El nerviosismo de Santos y el umbral del Plebiscito

El presidente Santos, junto con la mayoría parlamentaria, ha logrado obtener con la confianza total que se tiene, aprobaciones de leyes que conducen a tener autonomía y la llave para adecuar las normas que le faciliten las acciones para el posconflicto. También, con la confianza de que la Corte Constitucional estaba de acuerdo con la paz y […]

El presidente Santos, junto con la mayoría parlamentaria, ha logrado obtener con la confianza total que se tiene, aprobaciones de leyes que conducen a tener autonomía y la llave para adecuar las normas que le faciliten las acciones para el posconflicto.

También, con la confianza de que la Corte Constitucional estaba de acuerdo con la paz y no con la guerra, la misma Corte le dio el espaldarazo declarando exequible la modificación constitucional —del umbral del 50 % más uno, al 13% de los votantes colombianos– para que el plebiscito, como mecanismo participativo y democrático, tenga la validez y sea vinculante. Lo anterior es fácil porque solo se deben obtener los casi cinco millones de votos necesarios y sobrados por el “SÍ” a los acuerdos de La Habana.

La meta inmediata es conseguir ese umbral del 13 %. ¿Por qué se debe preocupar el presidente Santos por conseguir cinco millones de votos por el “SI”, sí Piedad Córdoba garantiza que la izquierda radical, con sus socios, le ponen 10 millones de votos afirmativos? Pero todavía el presidente Santos, con semejante respaldo, anda nervioso.

¿Por qué ha de estar nervioso el presidente Santos por la victoria amplia del “SI”, si tiene el enmermelado Congreso, que con la excepción del Centro Democrático, también le suman mínimo otros cinco millones de votos afirmativos?

Ahora, el presidente Santos no tiene por qué estar preocupado ni nervioso. Somos 40 millones de colombianos que queremos la paz. Y lo trasnocha el no poder conseguir cinco millones de votos por el “SI”. No hay razón. No tiene por qué preocuparle que todas las encuestas le rechazan su gestión como presidente.

No tiene por qué producirle ansiedad que su gabinete ministerial con mermelada y almendras, por más que trinen, no levantan en las encuestas. No tiene por qué pararle bolas al Eln porque esté asesinando policías y soldados. No debe preocuparse ya por los miles de huérfanos, viudas, mutilados, desaparecidos y arruinados.

Esos ya no contarán más. Esas víctimas pasan al olvido y ahora los victimarios serán las víctimas. Además, ya hay conciencia colectiva y aceptada de que vienen muchos más impuestos para financiar el sostenimiento de la guerrilla desmovilizada y el posconflicto.

Al parecer, quien pone a Santos nervioso y preocupado es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que es el líder de la oposición radical. Pero como no se sabe con certeza qué es lo que al final se acordará y negociará, tampoco le debe quitar el sueño, porque lo duro era la Corte Constitucional y ya le dio el aval del pírrico umbral para el plebiscito.

Pero el nerviosismo del Presidente Santos también radica en que tiene conciencia de que muchos colombianos ya no requieren de mucha formación académica y no comen cuento a las ligeras. Lo demuestran las diferentes encuestas sobre su gestión y todas le han sido desfavorables. Existiendo sensatez, ningún colombiano quiere la guerra. La incertidumbre la genera es la falta de justicia.

Existe una justicia inoperante y corrupta. En todo proceso de “paz” se exige justicia y esa justicia es demasiado escasa y sesgada en Colombia. Los colombianos tenemos una justicia donde las víctimas siguen siendo revictimizadas y los victimarios están en impunidad absoluta. Ya en Medellín, en plena calle, la población increpó fuertemente al senador Antonio Navarro Wolf, cuando estaba proponiendo votar por el “SI”.

Columnista
2 agosto, 2016

El nerviosismo de Santos y el umbral del Plebiscito

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gonzalo E. Quiroz Martínez

El presidente Santos, junto con la mayoría parlamentaria, ha logrado obtener con la confianza total que se tiene, aprobaciones de leyes que conducen a tener autonomía y la llave para adecuar las normas que le faciliten las acciones para el posconflicto. También, con la confianza de que la Corte Constitucional estaba de acuerdo con la paz y […]


El presidente Santos, junto con la mayoría parlamentaria, ha logrado obtener con la confianza total que se tiene, aprobaciones de leyes que conducen a tener autonomía y la llave para adecuar las normas que le faciliten las acciones para el posconflicto.

También, con la confianza de que la Corte Constitucional estaba de acuerdo con la paz y no con la guerra, la misma Corte le dio el espaldarazo declarando exequible la modificación constitucional —del umbral del 50 % más uno, al 13% de los votantes colombianos– para que el plebiscito, como mecanismo participativo y democrático, tenga la validez y sea vinculante. Lo anterior es fácil porque solo se deben obtener los casi cinco millones de votos necesarios y sobrados por el “SÍ” a los acuerdos de La Habana.

La meta inmediata es conseguir ese umbral del 13 %. ¿Por qué se debe preocupar el presidente Santos por conseguir cinco millones de votos por el “SI”, sí Piedad Córdoba garantiza que la izquierda radical, con sus socios, le ponen 10 millones de votos afirmativos? Pero todavía el presidente Santos, con semejante respaldo, anda nervioso.

¿Por qué ha de estar nervioso el presidente Santos por la victoria amplia del “SI”, si tiene el enmermelado Congreso, que con la excepción del Centro Democrático, también le suman mínimo otros cinco millones de votos afirmativos?

Ahora, el presidente Santos no tiene por qué estar preocupado ni nervioso. Somos 40 millones de colombianos que queremos la paz. Y lo trasnocha el no poder conseguir cinco millones de votos por el “SI”. No hay razón. No tiene por qué preocuparle que todas las encuestas le rechazan su gestión como presidente.

No tiene por qué producirle ansiedad que su gabinete ministerial con mermelada y almendras, por más que trinen, no levantan en las encuestas. No tiene por qué pararle bolas al Eln porque esté asesinando policías y soldados. No debe preocuparse ya por los miles de huérfanos, viudas, mutilados, desaparecidos y arruinados.

Esos ya no contarán más. Esas víctimas pasan al olvido y ahora los victimarios serán las víctimas. Además, ya hay conciencia colectiva y aceptada de que vienen muchos más impuestos para financiar el sostenimiento de la guerrilla desmovilizada y el posconflicto.

Al parecer, quien pone a Santos nervioso y preocupado es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que es el líder de la oposición radical. Pero como no se sabe con certeza qué es lo que al final se acordará y negociará, tampoco le debe quitar el sueño, porque lo duro era la Corte Constitucional y ya le dio el aval del pírrico umbral para el plebiscito.

Pero el nerviosismo del Presidente Santos también radica en que tiene conciencia de que muchos colombianos ya no requieren de mucha formación académica y no comen cuento a las ligeras. Lo demuestran las diferentes encuestas sobre su gestión y todas le han sido desfavorables. Existiendo sensatez, ningún colombiano quiere la guerra. La incertidumbre la genera es la falta de justicia.

Existe una justicia inoperante y corrupta. En todo proceso de “paz” se exige justicia y esa justicia es demasiado escasa y sesgada en Colombia. Los colombianos tenemos una justicia donde las víctimas siguen siendo revictimizadas y los victimarios están en impunidad absoluta. Ya en Medellín, en plena calle, la población increpó fuertemente al senador Antonio Navarro Wolf, cuando estaba proponiendo votar por el “SI”.