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Columnista - 21 diciembre, 2016

Muchas gracias, Universidad del Zulia

Un doctorado tiene un nivel sobresaliente de conocimiento académico, y está encaminado fundamentalmente hacia quienes tienen un perfil docente o de investigación. Lo cierto es que la universidad privada es inalcanzable para la mayoría de los colombianos que quieren cursar un Doctorado, en la pública es menos costoso, pero sigue siendo carísimo. Cuesta en cualquier […]

Un doctorado tiene un nivel sobresaliente de conocimiento académico, y está encaminado fundamentalmente hacia quienes tienen un perfil docente o de investigación.

Lo cierto es que la universidad privada es inalcanzable para la mayoría de los colombianos que quieren cursar un Doctorado, en la pública es menos costoso, pero sigue siendo carísimo. Cuesta en cualquier universidad privada o pública 60 y hasta 150 millones de pesos. Dicen que hasta mucho más, seguramente que sí.

En cambio, en las universidades de otros países los costos son más asequibles y si es en la República Bolivariana de Venezuela los precios no tienen comparación (ahora con el cambio de la moneda es mucho más barato).

Entre el 2000 y 2016 el crecimiento de programas de doctorado en el país se ha incrementado de manera considerable, porque los aspirantes han acudido a préstamos, becas y auxilios, pero hoy esos egresados están endeudados porque están sin trabajo.

En el año 2010 gracias a un convenio binacional entre las universidades Popular del Cesar y Zulia (LUZ), treinta profesionales vallenatos y de la región iniciamos un doctorado en Ciencia Política. Cuatro años después terminamos la escolaridad 25 y comenzamos cada uno el proceso de la elaboración de la Tesis Doctoral, para optar el título de Doctor en Ciencia Política de la insigne Universidad del Zulia.

Por cosas que pasan, con el magnánimo compañero Franklin Martínez Solano, quien es el Juez Cuarto Penal del Circuito de Valledupar, tuvimos el mismo tutor: Doctor Reyber Parra Contreras, docente titular de la Universidad del Zulia. Franklin trabajó su tesis: “Repercusiones y presencia del Frente Nacional en la democracia colombiana” y yo la mía: “Comportamiento de la abstención electoral en la democracia representativa colombiana”. El pasado 6 de diciembre nos graduamos durante una ceremonia solemne, a la que hay que asistir para saber lo que se siente.

A Franklin le pedí que hablara de su experiencia en el doctorado, dijo: “Cuando decidí iniciar mis estudios de Doctorado en Ciencia Política, sabía que no era fácil. Pues debía sortear toda suerte de obstáculos y dificultades: por un lado los riesgos de accidentalidad muy frecuentes entre Valledupar-Maicao, donde era frecuente encontrarnos con las “caravanas de la muerte” y luego de Maicao a Maracaibo donde los asaltos están a la orden del día de lado y lado de la frontera, pero ninguno de esos riesgos nos amilanó, más pudo la voluntad de superación que la posibilidad de sufrir las consecuencias de estos riesgos reales”.

“Por otro lado, estaba el reto de cumplir el objetivo de llegar felizmente a la meta propuesta frente a las exigencias de una universidad milenaria fundada el 11 de septiembre de 1891 y que constituye uno de los Centros de Estudios Superiores más emblemáticos de la hermana República de Venezuela y que precisamente para mantener ese perfil académico, sus procesos de formación son rigurosos y más los que se refieren al componente investigativo que resulta ser el factor de mayor relevancia en un Doctorado”.

“Pero nos propusimos llegar a la meta y a fe que lo cumplimos, nos sentimos orgullosos porque no son muchos los que pueden tener el honor de colgarse esa medalla de Doctor que lucimos mi compañero de mil batallas Aquilino Cotes Zuleta y yo, título que queremos sirva de estímulo a nuestros otros compañeros de estudios para que nos acompañen en el mosaico de la historia de la Universidad del Zulia (LUZ)”, concluyó Franklin. Hasta la próxima semana.

[email protected] @tiochiro.

Columnista
21 diciembre, 2016

Muchas gracias, Universidad del Zulia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Un doctorado tiene un nivel sobresaliente de conocimiento académico, y está encaminado fundamentalmente hacia quienes tienen un perfil docente o de investigación. Lo cierto es que la universidad privada es inalcanzable para la mayoría de los colombianos que quieren cursar un Doctorado, en la pública es menos costoso, pero sigue siendo carísimo. Cuesta en cualquier […]


Un doctorado tiene un nivel sobresaliente de conocimiento académico, y está encaminado fundamentalmente hacia quienes tienen un perfil docente o de investigación.

Lo cierto es que la universidad privada es inalcanzable para la mayoría de los colombianos que quieren cursar un Doctorado, en la pública es menos costoso, pero sigue siendo carísimo. Cuesta en cualquier universidad privada o pública 60 y hasta 150 millones de pesos. Dicen que hasta mucho más, seguramente que sí.

En cambio, en las universidades de otros países los costos son más asequibles y si es en la República Bolivariana de Venezuela los precios no tienen comparación (ahora con el cambio de la moneda es mucho más barato).

Entre el 2000 y 2016 el crecimiento de programas de doctorado en el país se ha incrementado de manera considerable, porque los aspirantes han acudido a préstamos, becas y auxilios, pero hoy esos egresados están endeudados porque están sin trabajo.

En el año 2010 gracias a un convenio binacional entre las universidades Popular del Cesar y Zulia (LUZ), treinta profesionales vallenatos y de la región iniciamos un doctorado en Ciencia Política. Cuatro años después terminamos la escolaridad 25 y comenzamos cada uno el proceso de la elaboración de la Tesis Doctoral, para optar el título de Doctor en Ciencia Política de la insigne Universidad del Zulia.

Por cosas que pasan, con el magnánimo compañero Franklin Martínez Solano, quien es el Juez Cuarto Penal del Circuito de Valledupar, tuvimos el mismo tutor: Doctor Reyber Parra Contreras, docente titular de la Universidad del Zulia. Franklin trabajó su tesis: “Repercusiones y presencia del Frente Nacional en la democracia colombiana” y yo la mía: “Comportamiento de la abstención electoral en la democracia representativa colombiana”. El pasado 6 de diciembre nos graduamos durante una ceremonia solemne, a la que hay que asistir para saber lo que se siente.

A Franklin le pedí que hablara de su experiencia en el doctorado, dijo: “Cuando decidí iniciar mis estudios de Doctorado en Ciencia Política, sabía que no era fácil. Pues debía sortear toda suerte de obstáculos y dificultades: por un lado los riesgos de accidentalidad muy frecuentes entre Valledupar-Maicao, donde era frecuente encontrarnos con las “caravanas de la muerte” y luego de Maicao a Maracaibo donde los asaltos están a la orden del día de lado y lado de la frontera, pero ninguno de esos riesgos nos amilanó, más pudo la voluntad de superación que la posibilidad de sufrir las consecuencias de estos riesgos reales”.

“Por otro lado, estaba el reto de cumplir el objetivo de llegar felizmente a la meta propuesta frente a las exigencias de una universidad milenaria fundada el 11 de septiembre de 1891 y que constituye uno de los Centros de Estudios Superiores más emblemáticos de la hermana República de Venezuela y que precisamente para mantener ese perfil académico, sus procesos de formación son rigurosos y más los que se refieren al componente investigativo que resulta ser el factor de mayor relevancia en un Doctorado”.

“Pero nos propusimos llegar a la meta y a fe que lo cumplimos, nos sentimos orgullosos porque no son muchos los que pueden tener el honor de colgarse esa medalla de Doctor que lucimos mi compañero de mil batallas Aquilino Cotes Zuleta y yo, título que queremos sirva de estímulo a nuestros otros compañeros de estudios para que nos acompañen en el mosaico de la historia de la Universidad del Zulia (LUZ)”, concluyó Franklin. Hasta la próxima semana.

[email protected] @tiochiro.