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Columnista - 22 abril, 2017

Martín Elías: aclamado por multitudes, odiado por muy pocos

Con la trágica e inesperada muerte de Martín Elías Diaz Acosta, un joven artista del folclor vallenato, quien se vislumbraba como el más completo cantante del género, dadas su cualidades artísticas, su innato carisma e indiscutible don de gente y sencillez, que lo llevaron a convertirse en un artista querido por todos, o por casi […]

Con la trágica e inesperada muerte de Martín Elías Diaz Acosta, un joven artista del folclor vallenato, quien se vislumbraba como el más completo cantante del género, dadas su cualidades artísticas, su innato carisma e indiscutible don de gente y sencillez, que lo llevaron a convertirse en un artista querido por todos, o por casi todos, porque no hay perfección completa en esta vida y no faltaron tres personas, que en el momento menos indicado se dedicaron a denigrar del artista, o al menos no manifestaron mucha simpatía hacia él.

Comencemos con la Periodista María Antonia García, quien es conocida como “caidadelatorre” por ser este el seudónimo que utiliza en las redes sociales, quizás la que más duro nos dio, y digo nos dio, porque todo los colombianos amantes del vallenato nos sentimos aludidos y ofendidos y nos fuimos lanza en ristre contra las injustas declaraciones que dio esta señora acerca de Martín Elías, en donde tildó a su padre, el también fallecido cantautor Diomedes Díaz, como asesino y de una vez fue condenando al pueblo colombiano al séptimo círculo del infierno de los valores morales, solo porque lloramos a un compatriota que murió de manera prematura, y porque sentimos la partida de una promesa de la cultura, porque por si no lo sabía la señora García, nuestro folclor vallenato es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, declarado así por un organismo tan importante como lo es la Unesco. Lo que no esperaba la susodicha señora (quien intentó seguir denigrando de quien no lo merecía y de paso de nuestra cultura) es que debido a la presión de todo un país, y muy probablemente de los directivos del medio para el que escribe, tuvo que pedir disculpas por lo dicho, y que se notó que lo hizo más porque le tocó, que porque en realidad reconocía que la había embarrado.

Después apareció un pollerón barranquillero, preguntando en forma despectiva y burlona que quién era el tal Martín Elías, respuesta que él perfectamente debía saber, dado que el desaparecido artista, además de ser uno de lo más queridos en su tierra, fue uno de los más contratados en el carnaval de ‘La Arenosa’, y además era hincha furibundo del Junior. Luego en Las 2 Orillas, un señor muy letrado, llamado Isidro Santos Gutiérrez, escribe sorprendido acerca del multitudinario adiós y los múltiples elogios que recibió Martín, no sin antes darnos una “cátedra” sobre música clásica y cultura general, diciendo muchas cosas que son ciertas, pero también dando a entender que Martín solo hizo música que servía para hacer ruido y escuchar mientras se plancha la ropa. Pues en respuesta a estas afirmaciones y basándome en la máxima de un hombre sabio y culto también como Tolstoi: “Para ser Universal, habla de tu aldea”, digo lo siguiente: Prefiero escuchar mi música vallenata, de origen campesino, que escuchar al explícitamente satánico Bob Dylan, y leer letras sencillas, descomplicadas y sinceras de nuestros compositores y poetas silvestres que leer a Shakespeare, quien sin duda fue un grande de las letras universales, pero según estudiosos, algunos de los sonetos firmados por el padre de la literatura en inglés, sospechosamente semejan alucinaciones, ello, unido a su tremenda productividad, considerada como casi inhumana, aumentan la teoría de que era un gran fumador de hachís, yo por eso prefiero jugar de local y me quedo solo con las alucinaciones que narra Julio Oñate Martínez en su jocosa canción grabada por Silvestre Dangond.

Nuestro sentido y merecido adiós al gran Martín Elías es algo más bien cultural y va íntimamente ligado a nuestra singularidad, esa con la que Dios nos dotó y la que solo se entiende habiendo nacido aquí. @juliomceledon

Por Julio Mario Celedón

 

Columnista
22 abril, 2017

Martín Elías: aclamado por multitudes, odiado por muy pocos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

Con la trágica e inesperada muerte de Martín Elías Diaz Acosta, un joven artista del folclor vallenato, quien se vislumbraba como el más completo cantante del género, dadas su cualidades artísticas, su innato carisma e indiscutible don de gente y sencillez, que lo llevaron a convertirse en un artista querido por todos, o por casi […]


Con la trágica e inesperada muerte de Martín Elías Diaz Acosta, un joven artista del folclor vallenato, quien se vislumbraba como el más completo cantante del género, dadas su cualidades artísticas, su innato carisma e indiscutible don de gente y sencillez, que lo llevaron a convertirse en un artista querido por todos, o por casi todos, porque no hay perfección completa en esta vida y no faltaron tres personas, que en el momento menos indicado se dedicaron a denigrar del artista, o al menos no manifestaron mucha simpatía hacia él.

Comencemos con la Periodista María Antonia García, quien es conocida como “caidadelatorre” por ser este el seudónimo que utiliza en las redes sociales, quizás la que más duro nos dio, y digo nos dio, porque todo los colombianos amantes del vallenato nos sentimos aludidos y ofendidos y nos fuimos lanza en ristre contra las injustas declaraciones que dio esta señora acerca de Martín Elías, en donde tildó a su padre, el también fallecido cantautor Diomedes Díaz, como asesino y de una vez fue condenando al pueblo colombiano al séptimo círculo del infierno de los valores morales, solo porque lloramos a un compatriota que murió de manera prematura, y porque sentimos la partida de una promesa de la cultura, porque por si no lo sabía la señora García, nuestro folclor vallenato es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, declarado así por un organismo tan importante como lo es la Unesco. Lo que no esperaba la susodicha señora (quien intentó seguir denigrando de quien no lo merecía y de paso de nuestra cultura) es que debido a la presión de todo un país, y muy probablemente de los directivos del medio para el que escribe, tuvo que pedir disculpas por lo dicho, y que se notó que lo hizo más porque le tocó, que porque en realidad reconocía que la había embarrado.

Después apareció un pollerón barranquillero, preguntando en forma despectiva y burlona que quién era el tal Martín Elías, respuesta que él perfectamente debía saber, dado que el desaparecido artista, además de ser uno de lo más queridos en su tierra, fue uno de los más contratados en el carnaval de ‘La Arenosa’, y además era hincha furibundo del Junior. Luego en Las 2 Orillas, un señor muy letrado, llamado Isidro Santos Gutiérrez, escribe sorprendido acerca del multitudinario adiós y los múltiples elogios que recibió Martín, no sin antes darnos una “cátedra” sobre música clásica y cultura general, diciendo muchas cosas que son ciertas, pero también dando a entender que Martín solo hizo música que servía para hacer ruido y escuchar mientras se plancha la ropa. Pues en respuesta a estas afirmaciones y basándome en la máxima de un hombre sabio y culto también como Tolstoi: “Para ser Universal, habla de tu aldea”, digo lo siguiente: Prefiero escuchar mi música vallenata, de origen campesino, que escuchar al explícitamente satánico Bob Dylan, y leer letras sencillas, descomplicadas y sinceras de nuestros compositores y poetas silvestres que leer a Shakespeare, quien sin duda fue un grande de las letras universales, pero según estudiosos, algunos de los sonetos firmados por el padre de la literatura en inglés, sospechosamente semejan alucinaciones, ello, unido a su tremenda productividad, considerada como casi inhumana, aumentan la teoría de que era un gran fumador de hachís, yo por eso prefiero jugar de local y me quedo solo con las alucinaciones que narra Julio Oñate Martínez en su jocosa canción grabada por Silvestre Dangond.

Nuestro sentido y merecido adiós al gran Martín Elías es algo más bien cultural y va íntimamente ligado a nuestra singularidad, esa con la que Dios nos dotó y la que solo se entiende habiendo nacido aquí. @juliomceledon

Por Julio Mario Celedón