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Columnista - 23 octubre, 2011

Malas compañías

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ “Dime con quien andas y te diré quien eres” me decía mi madre cuando veía que alternaba con gentes de las que ella tenía mala información, rematado con un “quien mal anda, mal acaba”, que reflejaba la preocupación de una madre […]

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
“Dime con quien andas y te diré quien eres” me decía mi madre cuando veía que alternaba con gentes de las que ella tenía mala información, rematado con un “quien mal anda, mal acaba”, que reflejaba la preocupación de una madre acerca del perjuicio que pudieran causarle a sus hijos las malas compañías; preocupación materna en todas las épocas y lugares y que además no es exclusiva de la raza humana, ya que en los animales domésticos apreciamos el mismo celo de las madres con sus cachorros. Es apenas natural.
Todos los días tenemos la oportunidad  de verificar el perjuicio que ciertas personas le ocasionan a   otras  que  acompañan, respaldan y hasta financian si quienes lo hacen no son personas recomendables por sus antecedentes públicos y privados; esto sucede en la mayoría si no en todas las actividades a las que se dedican los humanos máxime en la política que es la vida a alta potencia. Como lo es la Patología para la Fisiología.

Estas situaciones son lamentables cuando una buena persona, inocente, ingenuo o falto de malicia es engañado por alguien en quien confía, que le convence para que haga cosas fuera de la decencia que sólo favorecen al amigo o asesor o a las personas o entidad que él representa y al ejecutor o asesorado sólo le queda la culpa sobre su conciencia de haberse desviado de su objetivo para ponerse en manos de gente que lo perjudicaría a él y a todos los que dependían o esperaban algo de él.

Pero cuando el asesorado conoce de cerca a sus asesores, al punto que sus fechorías han sido comentadas por todos los medios de comunicación  y que cuando fueron a dar con sus huesos en las cárceles mojaron prensa como cuando se posesionaron de los grandes cargos que ocuparon y que todo es sabido por todos, cuando se ha trabajado con ellos al punto de conocerles sus secretos; no se puede considerar a nadie perjudicado por otro, cuando mucho si sale perjudicado alguien debe considerarse como gajes del oficio, quizá por culpa de sus cómplices.

Porque, qué puede esperarse, por ejemplo, de alguien que siempre contó con el respaldo unánime de toda su familia para hacer todo lo que quiso y ahora, sin motivo alguno, cuando es candidato un miembro de su familia, un joven que tiene el ejemplo de sus padres a los que sólo ha visto trabajar, profesional, bilingüe, capacitado, preocupado por los problemas de la región e informado de sus soluciones, carismático, limpio por los cuatro costados, sencillo, humilde, éste mal familiar decide respaldar a otro candidato, solo por egoísmo y envidia, porque ese señor ha demostrado su falta de lealtad y solidaridad con todo lo que exija la mínima nobleza ya que su característica es la ignorancia mezquina.
Entre los políticos actuales colombianos la reciprocidad del respaldo político para unas elecciones se traduce, pragmáticamente, en dinero contante y sonante representado en posiciones burocráticas, verdaderas canonjías, contratos fabulosos sin mayor exigencia de cumplimiento  y concesiones leoninas con los entes sectoriales administrativos. Considere Ud., amigo lector, qué no le pedirán a un gobernador o a alcaldes elegidos los integrantes del “Club de los Condenados del Cesar”, unos señores que han tenido los cargos más importantes de nuestro departamento y que se conocen al dedillo todos los trucos, esguinces legales y leguleyadas para apoderarse de los dineros de todos insertos en los presupuestos de esos entes sectoriales. Piense, amigo lector, qué consejos le podrán dar a los elegidos y qué clase de funcionarios les podrán recomendar.
Porque, desengañémonos de una vez por todas, los candidatos pueden prometer todo lo que quieran y hasta pueden tener la intención de cumplirlo, pero si nombran malandros en su gabinete para complacer a quienes los ayudaron o si les exigen contratos por la compensación por la ayuda, ¿dónde quedan  las promesas?. En el país, en todos los departamentos y también en el Cesar donde hemos tenido prodigios escandalosos de éste tipo, se han visto éstos casos en abundancia, así que no nos sorprendamos; aquí hemos visto llegar funcionarios a sus cargos en mototaxi y salir luego en burbuja para la finca que acaban de comprar.
Mientras no reconozcamos que el principal problema del país es la corrupción, por encima de la guerrilla y las inundaciones, el país no progresará sino que seguirá retrasado, el país busca enemigos en el monte mientras los corruptos están en las oficinas públicas,  en carros oficiales que se movilizan con gasolina que pagamos todos, teléfono, escritorio, secretaria, cara dura y hay que rendirles pleitesía para que nos atiendan; por qué no empezamos en el Cesar a elegir a gente honesta de una vez por todas y enterramos para siempre a los candidatos corruptos a los que encima hay que aguantarles la arrogancia que da el dinero y del que no hacen buen uso, porque se los dan para hacer cosas y se quedan con él, para después no tenerlo y echarle vainas a quien lo guardó  y lo sabe invertir como debe ser.
Con la plata que se roban los corruptos, se podría asegurar la educación gratuita para todos en los tres niveles. Muchos países lo hacen, por qué no Colombia?.

Columnista
23 octubre, 2011

Malas compañías

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ “Dime con quien andas y te diré quien eres” me decía mi madre cuando veía que alternaba con gentes de las que ella tenía mala información, rematado con un “quien mal anda, mal acaba”, que reflejaba la preocupación de una madre […]


P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
“Dime con quien andas y te diré quien eres” me decía mi madre cuando veía que alternaba con gentes de las que ella tenía mala información, rematado con un “quien mal anda, mal acaba”, que reflejaba la preocupación de una madre acerca del perjuicio que pudieran causarle a sus hijos las malas compañías; preocupación materna en todas las épocas y lugares y que además no es exclusiva de la raza humana, ya que en los animales domésticos apreciamos el mismo celo de las madres con sus cachorros. Es apenas natural.
Todos los días tenemos la oportunidad  de verificar el perjuicio que ciertas personas le ocasionan a   otras  que  acompañan, respaldan y hasta financian si quienes lo hacen no son personas recomendables por sus antecedentes públicos y privados; esto sucede en la mayoría si no en todas las actividades a las que se dedican los humanos máxime en la política que es la vida a alta potencia. Como lo es la Patología para la Fisiología.

Estas situaciones son lamentables cuando una buena persona, inocente, ingenuo o falto de malicia es engañado por alguien en quien confía, que le convence para que haga cosas fuera de la decencia que sólo favorecen al amigo o asesor o a las personas o entidad que él representa y al ejecutor o asesorado sólo le queda la culpa sobre su conciencia de haberse desviado de su objetivo para ponerse en manos de gente que lo perjudicaría a él y a todos los que dependían o esperaban algo de él.

Pero cuando el asesorado conoce de cerca a sus asesores, al punto que sus fechorías han sido comentadas por todos los medios de comunicación  y que cuando fueron a dar con sus huesos en las cárceles mojaron prensa como cuando se posesionaron de los grandes cargos que ocuparon y que todo es sabido por todos, cuando se ha trabajado con ellos al punto de conocerles sus secretos; no se puede considerar a nadie perjudicado por otro, cuando mucho si sale perjudicado alguien debe considerarse como gajes del oficio, quizá por culpa de sus cómplices.

Porque, qué puede esperarse, por ejemplo, de alguien que siempre contó con el respaldo unánime de toda su familia para hacer todo lo que quiso y ahora, sin motivo alguno, cuando es candidato un miembro de su familia, un joven que tiene el ejemplo de sus padres a los que sólo ha visto trabajar, profesional, bilingüe, capacitado, preocupado por los problemas de la región e informado de sus soluciones, carismático, limpio por los cuatro costados, sencillo, humilde, éste mal familiar decide respaldar a otro candidato, solo por egoísmo y envidia, porque ese señor ha demostrado su falta de lealtad y solidaridad con todo lo que exija la mínima nobleza ya que su característica es la ignorancia mezquina.
Entre los políticos actuales colombianos la reciprocidad del respaldo político para unas elecciones se traduce, pragmáticamente, en dinero contante y sonante representado en posiciones burocráticas, verdaderas canonjías, contratos fabulosos sin mayor exigencia de cumplimiento  y concesiones leoninas con los entes sectoriales administrativos. Considere Ud., amigo lector, qué no le pedirán a un gobernador o a alcaldes elegidos los integrantes del “Club de los Condenados del Cesar”, unos señores que han tenido los cargos más importantes de nuestro departamento y que se conocen al dedillo todos los trucos, esguinces legales y leguleyadas para apoderarse de los dineros de todos insertos en los presupuestos de esos entes sectoriales. Piense, amigo lector, qué consejos le podrán dar a los elegidos y qué clase de funcionarios les podrán recomendar.
Porque, desengañémonos de una vez por todas, los candidatos pueden prometer todo lo que quieran y hasta pueden tener la intención de cumplirlo, pero si nombran malandros en su gabinete para complacer a quienes los ayudaron o si les exigen contratos por la compensación por la ayuda, ¿dónde quedan  las promesas?. En el país, en todos los departamentos y también en el Cesar donde hemos tenido prodigios escandalosos de éste tipo, se han visto éstos casos en abundancia, así que no nos sorprendamos; aquí hemos visto llegar funcionarios a sus cargos en mototaxi y salir luego en burbuja para la finca que acaban de comprar.
Mientras no reconozcamos que el principal problema del país es la corrupción, por encima de la guerrilla y las inundaciones, el país no progresará sino que seguirá retrasado, el país busca enemigos en el monte mientras los corruptos están en las oficinas públicas,  en carros oficiales que se movilizan con gasolina que pagamos todos, teléfono, escritorio, secretaria, cara dura y hay que rendirles pleitesía para que nos atiendan; por qué no empezamos en el Cesar a elegir a gente honesta de una vez por todas y enterramos para siempre a los candidatos corruptos a los que encima hay que aguantarles la arrogancia que da el dinero y del que no hacen buen uso, porque se los dan para hacer cosas y se quedan con él, para después no tenerlo y echarle vainas a quien lo guardó  y lo sabe invertir como debe ser.
Con la plata que se roban los corruptos, se podría asegurar la educación gratuita para todos en los tres niveles. Muchos países lo hacen, por qué no Colombia?.