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Columnista - 26 febrero, 2017

“Mal de muchos…”

El Dane anunció el lánguido 2 % de crecimiento económico en 2016, vendido por el Gobierno como un éxito en la región por aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos”. Pero las cifras se desinflan más cuando se  desentrañan, como se desinflan los ánimos ante las explicaciones y los silencios oficiales, porque en […]

El Dane anunció el lánguido 2 % de crecimiento económico en 2016, vendido por el Gobierno como un éxito en la región por aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos”.

Pero las cifras se desinflan más cuando se  desentrañan, como se desinflan los ánimos ante las explicaciones y los silencios oficiales, porque en este país, nunca nadie es responsable de nada. Que el petróleo, que el paro, que El Niño. Sí, ya lo sabíamos. La culpa es de la vaca.

De entrada, más de la mitad de ese 2 % corresponde al sector financiero, que cerró el año con ¡$1.400 billones en activos! Un solo banco, ¡uno solo!, reportó orgulloso utilidades netas por $2,86 billones. Grave cuando el crecimiento es poco y, además, tremendamente desigual.

Hay análisis para todo: Que la caída en minería es culpa del petróleo; que la industria creció 3 % pero que realmente no creció, porque casi todo es refinación. Pero encuentro un enorme silencio frente al exiguo 0,5 % de crecimiento del sector agropecuario. El Dane se ahorró una aclaración análoga a la de la industria, para mostrar el crecimiento del agro sin café, seguramente negativo.

Más allá de los lugares comunes del paro y El Niño, el primero evitable y exógeno a la producción agropecuaria, y el segundo estructural y previsible dentro de la política pública, si la hay, no encuentro sino expectativas sin sustento para 2017 y, sobre todo, el silencio del ministro Iragorri.

Colombia Siembra puso a los cultivadores de maíz a aumentar el área cultivada pero la industria prefiere el importado sin arancel dentro de los contingentes aprobados en los TLC, y aún el que supera esos contingentes, que con arancel y dólar caro resulta más barato que el nacional. La pérdida de no sembrar es el lucro cesante; la de sembrar y no vender es pérdida efectiva que afecta el crecimiento sectorial.

Lo propio le sucede a los arroceros y a la producción lechera, que cayó 3,5 %, pues la industria agota primero los contingentes importados que, además, crecen hacia la desgravación total, todo ello mientras el Decreto 616 de 2006, que adecuaría la cadena láctea para enfrentar los TLC, cumplió una década de incumplimiento.

El sacrificio de ganado cayó 5,4 %, casi 250 mil animales, y frente a un consumo estable, la única explicación es el crecimiento del sacrificio clandestino y el contrabando.  Entretanto, el Decreto 1500 de 2007 fue aplazado ¡por séptima vez!, para darle dos años más a una informalidad atornillada en su rentable negocio.

No hay política pública agropecuaria, a pesar de los mayores presupuestos del Ministerio de Agricultura. Cerca de $3 billones adjudicados a dedo en los últimos dos años, sin que se conozca con claridad su destinación ni, como vimos, sus resultados en crecimiento sectorial.

El Gobierno anunció el Acuerdo con las Farc como la resurrección del campo. Amanecerá y… ¿veremos?
Por José Félix Lafaurie Rivera

Columnista
26 febrero, 2017

“Mal de muchos…”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

El Dane anunció el lánguido 2 % de crecimiento económico en 2016, vendido por el Gobierno como un éxito en la región por aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos”. Pero las cifras se desinflan más cuando se  desentrañan, como se desinflan los ánimos ante las explicaciones y los silencios oficiales, porque en […]


El Dane anunció el lánguido 2 % de crecimiento económico en 2016, vendido por el Gobierno como un éxito en la región por aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos”.

Pero las cifras se desinflan más cuando se  desentrañan, como se desinflan los ánimos ante las explicaciones y los silencios oficiales, porque en este país, nunca nadie es responsable de nada. Que el petróleo, que el paro, que El Niño. Sí, ya lo sabíamos. La culpa es de la vaca.

De entrada, más de la mitad de ese 2 % corresponde al sector financiero, que cerró el año con ¡$1.400 billones en activos! Un solo banco, ¡uno solo!, reportó orgulloso utilidades netas por $2,86 billones. Grave cuando el crecimiento es poco y, además, tremendamente desigual.

Hay análisis para todo: Que la caída en minería es culpa del petróleo; que la industria creció 3 % pero que realmente no creció, porque casi todo es refinación. Pero encuentro un enorme silencio frente al exiguo 0,5 % de crecimiento del sector agropecuario. El Dane se ahorró una aclaración análoga a la de la industria, para mostrar el crecimiento del agro sin café, seguramente negativo.

Más allá de los lugares comunes del paro y El Niño, el primero evitable y exógeno a la producción agropecuaria, y el segundo estructural y previsible dentro de la política pública, si la hay, no encuentro sino expectativas sin sustento para 2017 y, sobre todo, el silencio del ministro Iragorri.

Colombia Siembra puso a los cultivadores de maíz a aumentar el área cultivada pero la industria prefiere el importado sin arancel dentro de los contingentes aprobados en los TLC, y aún el que supera esos contingentes, que con arancel y dólar caro resulta más barato que el nacional. La pérdida de no sembrar es el lucro cesante; la de sembrar y no vender es pérdida efectiva que afecta el crecimiento sectorial.

Lo propio le sucede a los arroceros y a la producción lechera, que cayó 3,5 %, pues la industria agota primero los contingentes importados que, además, crecen hacia la desgravación total, todo ello mientras el Decreto 616 de 2006, que adecuaría la cadena láctea para enfrentar los TLC, cumplió una década de incumplimiento.

El sacrificio de ganado cayó 5,4 %, casi 250 mil animales, y frente a un consumo estable, la única explicación es el crecimiento del sacrificio clandestino y el contrabando.  Entretanto, el Decreto 1500 de 2007 fue aplazado ¡por séptima vez!, para darle dos años más a una informalidad atornillada en su rentable negocio.

No hay política pública agropecuaria, a pesar de los mayores presupuestos del Ministerio de Agricultura. Cerca de $3 billones adjudicados a dedo en los últimos dos años, sin que se conozca con claridad su destinación ni, como vimos, sus resultados en crecimiento sectorial.

El Gobierno anunció el Acuerdo con las Farc como la resurrección del campo. Amanecerá y… ¿veremos?
Por José Félix Lafaurie Rivera