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Editorial - 3 octubre, 2017

Los resistentes de la violencia

Los habitantes del corregimiento de Estados Unidos, en el municipio de Becerril, en el eje minero del departamento del Cesar, saben perfectamente el miedo que se siente cuando grupos armados ilegales son los que controlan la región, también conocen el dolor que causa esa presencia armada y violenta, pero sobre todo tienen la capacidad de […]

Los habitantes del corregimiento de Estados Unidos, en el municipio de Becerril, en el eje minero del departamento del Cesar, saben perfectamente el miedo que se siente cuando grupos armados ilegales son los que controlan la región, también conocen el dolor que causa esa presencia armada y violenta, pero sobre todo tienen la capacidad de sobreponerse a esa dura realidad.

Este pequeño pueblo sufrió por culpa de la violencia (muertos, desplazados, desaparecidos y jóvenes reclutados) y hoy, 20 años después muestran cómo se reconstruye una comunidad en medio de las adversidades que nunca los han abandonado. No ha sido fácil, pero tampoco imposible.

Por eso valoramos y destacamos el esfuerzo que ha hecho esta pequeña comunidad enclavada en la Serranía del Perijá, que ha dado muestras del trabajo comunitario, para salir adelante y reconstruir sobre lo destruido, es un ejemplo a seguir en otras zonas del Cesar, incluso entre sectores de la ciudad de Valledupar. Lo que viene ahora, en la etapa del posconflicto es precisamente lo que hicieron el sábado anterior, cuando conmemoraron “veinte años de olvido e impunidad”, en un acto que sirvió para recordar la violencia, pero a la vez para mostrar que siguen trabajando para ser un pueblo mejor, solidario y reconciliado.

Aún esperan justicia y reparación integral, han conocido algunas verdades, faltan otras, por eso fue más que oportuno la conmemoración que hicieron el fin de semana, porque propusieron este ejercicio para “enaltecer la dignidad y buen nombre de las víctimas” y “llamar la atención de la institucionalidad y la sociedad de general, sobre la situación de pobreza y desprotección en que se encuentran nuestras comunidades”, como lo dieron a conocer los líderes de Estados Unidos.

Lo mejor de este acto fue el apoyo de la empresa minera Prodeco, que expidió un comunicado con el que se solidarizó con todas las víctimas de la violencia y exaltó su memoria y buen nombre, y condenó enérgicamente todos los actos violentos que atenten contra los derechos humanos de los colombianos. “Como señalamos en nuestro comunicado de prensa emitido el 10 de marzo de 2017, buscamos valernos de nuestra presencia en Colombia para promover el cambio positivo y el respeto a los derechos humanos, y estamos comprometidos a trabajar con la sociedad civil y los gobiernos locales y nacionales para mantener la paz”, expresaron en dicho comunicado, el cual muestra que las cosas están cambiando, porque el solo hecho de que esta multinacional trabaje de la mano de las víctimas es un avance. Vamos por buen camino.

Editorial
3 octubre, 2017

Los resistentes de la violencia

Los habitantes del corregimiento de Estados Unidos, en el municipio de Becerril, en el eje minero del departamento del Cesar, saben perfectamente el miedo que se siente cuando grupos armados ilegales son los que controlan la región, también conocen el dolor que causa esa presencia armada y violenta, pero sobre todo tienen la capacidad de […]


Los habitantes del corregimiento de Estados Unidos, en el municipio de Becerril, en el eje minero del departamento del Cesar, saben perfectamente el miedo que se siente cuando grupos armados ilegales son los que controlan la región, también conocen el dolor que causa esa presencia armada y violenta, pero sobre todo tienen la capacidad de sobreponerse a esa dura realidad.

Este pequeño pueblo sufrió por culpa de la violencia (muertos, desplazados, desaparecidos y jóvenes reclutados) y hoy, 20 años después muestran cómo se reconstruye una comunidad en medio de las adversidades que nunca los han abandonado. No ha sido fácil, pero tampoco imposible.

Por eso valoramos y destacamos el esfuerzo que ha hecho esta pequeña comunidad enclavada en la Serranía del Perijá, que ha dado muestras del trabajo comunitario, para salir adelante y reconstruir sobre lo destruido, es un ejemplo a seguir en otras zonas del Cesar, incluso entre sectores de la ciudad de Valledupar. Lo que viene ahora, en la etapa del posconflicto es precisamente lo que hicieron el sábado anterior, cuando conmemoraron “veinte años de olvido e impunidad”, en un acto que sirvió para recordar la violencia, pero a la vez para mostrar que siguen trabajando para ser un pueblo mejor, solidario y reconciliado.

Aún esperan justicia y reparación integral, han conocido algunas verdades, faltan otras, por eso fue más que oportuno la conmemoración que hicieron el fin de semana, porque propusieron este ejercicio para “enaltecer la dignidad y buen nombre de las víctimas” y “llamar la atención de la institucionalidad y la sociedad de general, sobre la situación de pobreza y desprotección en que se encuentran nuestras comunidades”, como lo dieron a conocer los líderes de Estados Unidos.

Lo mejor de este acto fue el apoyo de la empresa minera Prodeco, que expidió un comunicado con el que se solidarizó con todas las víctimas de la violencia y exaltó su memoria y buen nombre, y condenó enérgicamente todos los actos violentos que atenten contra los derechos humanos de los colombianos. “Como señalamos en nuestro comunicado de prensa emitido el 10 de marzo de 2017, buscamos valernos de nuestra presencia en Colombia para promover el cambio positivo y el respeto a los derechos humanos, y estamos comprometidos a trabajar con la sociedad civil y los gobiernos locales y nacionales para mantener la paz”, expresaron en dicho comunicado, el cual muestra que las cosas están cambiando, porque el solo hecho de que esta multinacional trabaje de la mano de las víctimas es un avance. Vamos por buen camino.