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Columnista - 16 marzo, 2017

Los efectos consecuentes de la falta de autoridad oficial

Ya los temas relacionados con el control físico se tornaron fastidiosos e insoportables y leer siempre la misma perorata nos aburre a todos; sin embargo, en esta oportunidad nos referiremos a las edificaciones del sector salud, aquellas que se encuentran en permanente remodelación en la ciudad y que según las entidades fiscalizadoras de estas actividades, […]

Ya los temas relacionados con el control físico se tornaron fastidiosos e insoportables y leer siempre la misma perorata nos aburre a todos; sin embargo, en esta oportunidad nos referiremos a las edificaciones del sector salud, aquellas que se encuentran en permanente remodelación en la ciudad y que según las entidades fiscalizadoras de estas actividades, están puestas al servicios por cumplir con cada una de las disposiciones pertinentes. Sobre esto tenemos que comentar que por lo general los promotores de entidades de salud, cuidan para que su proyecto cumpla con las normas técnicas con el fin de que le sea aprobada la solicitud de licencia por las autoridades pertinentes, llámese curaduría o Secretaría Departamental de Salud, sin mayores contratiempos; pero son muy pocos los que velan para que este ajuste normativo funcional y estructural permanezca durante la construcción, con el objetivo de que su integridad resista ante la ocurrencia de un sismo, que conserve la misma calidad que garantizará que dicha construcción resulte competitiva en el mercado inmobiliario, que sea sujeta de crédito, que se valorice, que se encuentre acorde con los lineamientos ambientales, urbanísticos y sociales, para que dicho inmueble permanezca viable en el futuro. De eso se trata, dar cumplimiento a la norma implica obtención de derechos, obligaciones y beneficios.

Lo contrario, que es la cultura de la conducta ilegal, intervenciones cuestionables contra la licencia, o sin licencia, sin detenerse a pensar el daño ambiental, urbanístico y social al que están sometiendo a la ciudadanía, convirtiendo los espacios aprobados en zonas más rentables, estacionamientos en locales, área verdes en circulaciones, invadiendo aislamientos no edificables, techando los patios y los antejardines con la aprobación soslayada de las entidades públicas, llámense Planeación, Secretaría Departamental de Salud Pública, o la misma Superintendencia de Salud, que en cabeza de sus funcionarios omiten su responsabilidad; da inconformidad la ausencia de parqueos, los andenes invadidos por ventas informales, hacinamientos en las salas de espera, circulaciones estrechas, lo limpio cerca de lo sucio, salas de cirugía mal ubicadas, habitaciones sin ventilación, manejo de enfermos o cadáveres en plena vía y tantas falencias más y pasa lo mismo, nada. Y después nadie responde por las infecciones nosocomiales, amenaza permanente tanto para los enfermos como para el personal que los maneja o para los acompañantes y visitantes.

De esta clase de comportamientos, es cómplice el Estado. Y que han hecho las autoridades hasta este momento, que no sea lo de siempre; hallazgos tras hallazgos y proyectos de mejoramiento integral que fluyen y fluyen convirtiéndose en amplios círculos viciosos contenedores de actos de confabulación continua y sistemática. Tremendos tentáculos de las malas influencias politiqueras y de todo orden atacan lo más profundo de nuestra sociedad. Los manejos oscuros y perversos, no son sino demostraciones descaradas del poder mafioso que ha llegado hasta la intimidación, la imposición del miedo a reclamar nuestros derechos pisoteados, a denunciar esos atentados ante unas autoridades de conductas oblicuas, sin garantías, las cuales se han visto sometidas a las más diversas formas de corrupción.

Columnista
16 marzo, 2017

Los efectos consecuentes de la falta de autoridad oficial

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Augusto Enrique Orozco Sanchez

Ya los temas relacionados con el control físico se tornaron fastidiosos e insoportables y leer siempre la misma perorata nos aburre a todos; sin embargo, en esta oportunidad nos referiremos a las edificaciones del sector salud, aquellas que se encuentran en permanente remodelación en la ciudad y que según las entidades fiscalizadoras de estas actividades, […]


Ya los temas relacionados con el control físico se tornaron fastidiosos e insoportables y leer siempre la misma perorata nos aburre a todos; sin embargo, en esta oportunidad nos referiremos a las edificaciones del sector salud, aquellas que se encuentran en permanente remodelación en la ciudad y que según las entidades fiscalizadoras de estas actividades, están puestas al servicios por cumplir con cada una de las disposiciones pertinentes. Sobre esto tenemos que comentar que por lo general los promotores de entidades de salud, cuidan para que su proyecto cumpla con las normas técnicas con el fin de que le sea aprobada la solicitud de licencia por las autoridades pertinentes, llámese curaduría o Secretaría Departamental de Salud, sin mayores contratiempos; pero son muy pocos los que velan para que este ajuste normativo funcional y estructural permanezca durante la construcción, con el objetivo de que su integridad resista ante la ocurrencia de un sismo, que conserve la misma calidad que garantizará que dicha construcción resulte competitiva en el mercado inmobiliario, que sea sujeta de crédito, que se valorice, que se encuentre acorde con los lineamientos ambientales, urbanísticos y sociales, para que dicho inmueble permanezca viable en el futuro. De eso se trata, dar cumplimiento a la norma implica obtención de derechos, obligaciones y beneficios.

Lo contrario, que es la cultura de la conducta ilegal, intervenciones cuestionables contra la licencia, o sin licencia, sin detenerse a pensar el daño ambiental, urbanístico y social al que están sometiendo a la ciudadanía, convirtiendo los espacios aprobados en zonas más rentables, estacionamientos en locales, área verdes en circulaciones, invadiendo aislamientos no edificables, techando los patios y los antejardines con la aprobación soslayada de las entidades públicas, llámense Planeación, Secretaría Departamental de Salud Pública, o la misma Superintendencia de Salud, que en cabeza de sus funcionarios omiten su responsabilidad; da inconformidad la ausencia de parqueos, los andenes invadidos por ventas informales, hacinamientos en las salas de espera, circulaciones estrechas, lo limpio cerca de lo sucio, salas de cirugía mal ubicadas, habitaciones sin ventilación, manejo de enfermos o cadáveres en plena vía y tantas falencias más y pasa lo mismo, nada. Y después nadie responde por las infecciones nosocomiales, amenaza permanente tanto para los enfermos como para el personal que los maneja o para los acompañantes y visitantes.

De esta clase de comportamientos, es cómplice el Estado. Y que han hecho las autoridades hasta este momento, que no sea lo de siempre; hallazgos tras hallazgos y proyectos de mejoramiento integral que fluyen y fluyen convirtiéndose en amplios círculos viciosos contenedores de actos de confabulación continua y sistemática. Tremendos tentáculos de las malas influencias politiqueras y de todo orden atacan lo más profundo de nuestra sociedad. Los manejos oscuros y perversos, no son sino demostraciones descaradas del poder mafioso que ha llegado hasta la intimidación, la imposición del miedo a reclamar nuestros derechos pisoteados, a denunciar esos atentados ante unas autoridades de conductas oblicuas, sin garantías, las cuales se han visto sometidas a las más diversas formas de corrupción.