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Sur - 10 marzo, 2010

Los ‘correos’ campesinos que terminan abriendo camino al terrorismo

Aparte de que los campesinos terminan siendo vistos por el Estado, como lo más insignificante, a quienes se les dan muy pocas oportunidades; muchas veces porque no hacen parte de un sólido grupo político, tienen que soportar todos los ultrajes de la violencia que se maquina en los campos y termina en poblaciones. Los labriegos […]

Aparte de que los campesinos terminan siendo vistos por el Estado, como lo más insignificante, a quienes se les dan muy pocas oportunidades; muchas veces porque no hacen parte de un sólido grupo político, tienen que soportar todos los ultrajes de la violencia que se maquina en los campos y termina en poblaciones.
Los labriegos cesarenses, especialmente los de Aguachica, no escapan a esta indolencia; muchos han tenido que soportar diversas situaciones tanto de apoyo social como de presiones por presencia de grupos armados al margen de la ley que imponen sus leyes en las montañas.

El destino de los campesinos parece no tener un horizonte que les permita vislumbrar más allá de una buena carretera ó de un acueducto que  les permita el consumo de agua tratada y no encharcada como lo hacen en la actualidad.
Para colmo de males, cientos de labriegos terminan sirviendo a los alzados en armas como ‘correos humanos’, ya que son obligados a llevar razones, encomiendas y comunicados a sitios donde es imposible la presencia de los ‘estafetas de la violencia’.
Un labriego de Aguachica, que tuvo que salir de la vereda ‘Los Llanos’, situada en la parte alta de este municipio del Cesar, aseguró que el día que la guerrilla le llevó a su hija de 12 años, a la semana del secuestro, regresaron por sus otros dos hijos;  “ese día, yo estaba trabajando en la maicera, cuando supe que los guerrilleros estaban en la casa preguntando por mi hijo menor que en ese tiempo, tenía 11 años y por el mayor, que ya pasaba los 16 años; afortunadamente, ellos estaban conmigo y lo primero que hice fue esconderlos y fui a enfrentar a esos tipos”, comentó el campesino.
Puntualizó que cuando llegó a la casa, encontró a su compañera llorando y en ese instante pensó que la niña que se habían llevado, había muerto, pero la sorpresa fue cuando uno de los subversivos les dijo “compadre, el jefe mandó por sus otros dos hijos porque estamos necesitando mucha gente, así que búsquelos ó de no, nosotros nos los llevamos por encima de ustedes”.
La advertencia de los guerrilleros, puso a temblar al campesino, quien sacó fuerzas y les dijo que “mis otros hijos ni muertos se los llevarían, prefiero mejor irme de la zona y no tolerar sus descarriadas convicciones guerreristas”.
Desde ese día, ha tenido que soportar el peso del desplazamiento y de oficina en oficina, busca la reparación del daño que le causó la guerrilla, no solo por el reclutamiento de su hija de 12 años, si no también por la pérdida de sus tierras y demás bienes que quedaron en la vereda ‘Los Llanos’, al parecer a manos de ese mismo grupo armado.

Sur
10 marzo, 2010

Los ‘correos’ campesinos que terminan abriendo camino al terrorismo

Aparte de que los campesinos terminan siendo vistos por el Estado, como lo más insignificante, a quienes se les dan muy pocas oportunidades; muchas veces porque no hacen parte de un sólido grupo político, tienen que soportar todos los ultrajes de la violencia que se maquina en los campos y termina en poblaciones. Los labriegos […]


Aparte de que los campesinos terminan siendo vistos por el Estado, como lo más insignificante, a quienes se les dan muy pocas oportunidades; muchas veces porque no hacen parte de un sólido grupo político, tienen que soportar todos los ultrajes de la violencia que se maquina en los campos y termina en poblaciones.
Los labriegos cesarenses, especialmente los de Aguachica, no escapan a esta indolencia; muchos han tenido que soportar diversas situaciones tanto de apoyo social como de presiones por presencia de grupos armados al margen de la ley que imponen sus leyes en las montañas.

El destino de los campesinos parece no tener un horizonte que les permita vislumbrar más allá de una buena carretera ó de un acueducto que  les permita el consumo de agua tratada y no encharcada como lo hacen en la actualidad.
Para colmo de males, cientos de labriegos terminan sirviendo a los alzados en armas como ‘correos humanos’, ya que son obligados a llevar razones, encomiendas y comunicados a sitios donde es imposible la presencia de los ‘estafetas de la violencia’.
Un labriego de Aguachica, que tuvo que salir de la vereda ‘Los Llanos’, situada en la parte alta de este municipio del Cesar, aseguró que el día que la guerrilla le llevó a su hija de 12 años, a la semana del secuestro, regresaron por sus otros dos hijos;  “ese día, yo estaba trabajando en la maicera, cuando supe que los guerrilleros estaban en la casa preguntando por mi hijo menor que en ese tiempo, tenía 11 años y por el mayor, que ya pasaba los 16 años; afortunadamente, ellos estaban conmigo y lo primero que hice fue esconderlos y fui a enfrentar a esos tipos”, comentó el campesino.
Puntualizó que cuando llegó a la casa, encontró a su compañera llorando y en ese instante pensó que la niña que se habían llevado, había muerto, pero la sorpresa fue cuando uno de los subversivos les dijo “compadre, el jefe mandó por sus otros dos hijos porque estamos necesitando mucha gente, así que búsquelos ó de no, nosotros nos los llevamos por encima de ustedes”.
La advertencia de los guerrilleros, puso a temblar al campesino, quien sacó fuerzas y les dijo que “mis otros hijos ni muertos se los llevarían, prefiero mejor irme de la zona y no tolerar sus descarriadas convicciones guerreristas”.
Desde ese día, ha tenido que soportar el peso del desplazamiento y de oficina en oficina, busca la reparación del daño que le causó la guerrilla, no solo por el reclutamiento de su hija de 12 años, si no también por la pérdida de sus tierras y demás bienes que quedaron en la vereda ‘Los Llanos’, al parecer a manos de ese mismo grupo armado.