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Editorial - 23 julio, 2018

Los ‘cartuchos’ de Valledupar

Guardando las proporciones, hay varias zonas de Valledupar identificadas por las autoridades como focos de expendio y consumo de estupefacientes, que han sido imposibles de erradicar, como ocurría con el famoso sector ‘El Cartucho’ del centro de Bogotá. Señalaremos dos puntos críticos: el lote contiguo a la estación de servicio La Esmeralda 3, frente a […]

Guardando las proporciones, hay varias zonas de Valledupar identificadas por las autoridades como focos de expendio y consumo de estupefacientes, que han sido imposibles de erradicar, como ocurría con el famoso sector ‘El Cartucho’ del centro de Bogotá.

Señalaremos dos puntos críticos: el lote contiguo a la estación de servicio La Esmeralda 3, frente a la Terminal de Transportes, sur de la ciudad. El otro sector está en la margen derecha del río Guatapurí, conocido ‘La Macarena’, oriente.

En el primero hay cambuches en los que las autoridades han identificado que se vende y consume drogas, han hecho varias intervenciones pero la ‘olla’ sigue funcionando. Solo basta con transitar por el sector, a cualquier hora, para ver a las personas, con apariencia de habitantes de calle, fumando o inhalando diferentes sustancias.

En ‘La Macarena’ la situación es más crítica porque ha sido escenario de asesinatos, vendettas entre jibaros, desapariciones, tráfico de armas, y pese a los constantes operativos de captura por parte de la Policía, Fiscalía y Ejército, los negocios ilícitos se mantienen. Allí se anunció por parte de la administración anterior la construcción de una base de carabineros de la Policía, proyecto que nunca se materializó. El pasado fin de semana, dos hombres fueron asesinados a tiros en la zona.

Aunque son diferentes, ambos sectores requieren de intervenciones integrales, con desarticulación de estructuras criminales, recuperación del espacio público, renovación urbana y rehabilitación de indigentes.

Destacamos que hace algunos meses se dio un duro golpe a la estructura que vendía drogas en un tramo de la acequia La Solución, cerca de la Institución Educativa José Eugenio Martínez, pero cuando no hay otras estrategias posteriores con enfoque social vuelven los jíbaros al asecho.

Ya no solo son las drogas convencionales (marihuana, basuco, cocaína), ahora están las sintéticas o emergentes, más difíciles de detectar pero igual o más dañinas para quienes las consumen.

Reconocemos que ha habido esfuerzos de la institucionalidad, pero no han sido efectivos porque el problema de la drogadicción y el microtráfico como motor de la criminalidad desborda cualquier estrategia.

Sin embargo, no nos podemos quedar con las manos cruzadas. Los padres de familia deben reconocer que la lucha contra estos flagelos no solo es de las autoridades, sino que debe haber un compromiso desde los hogares, en la formación de ciudadanos con valores éticos y morales.

Es una tarea difícil, pero no imposible. Recordemos que el proceso en ‘El Cartucho’ tardó alrededor de cinco años, y aunque muchos dicen que no fue efectivo porque el problema se dispersó a otras zonas, hubo en cambio en ese sector estigmatizado de la capital del país, como luego también ocurrió con el Bronx.

En Valledupar, necesitamos una intervención contundente en los sectores mencionados antes de que se vuelvan más inmanejables.

Por:

Editorial
23 julio, 2018

Los ‘cartuchos’ de Valledupar

Guardando las proporciones, hay varias zonas de Valledupar identificadas por las autoridades como focos de expendio y consumo de estupefacientes, que han sido imposibles de erradicar, como ocurría con el famoso sector ‘El Cartucho’ del centro de Bogotá. Señalaremos dos puntos críticos: el lote contiguo a la estación de servicio La Esmeralda 3, frente a […]


Guardando las proporciones, hay varias zonas de Valledupar identificadas por las autoridades como focos de expendio y consumo de estupefacientes, que han sido imposibles de erradicar, como ocurría con el famoso sector ‘El Cartucho’ del centro de Bogotá.

Señalaremos dos puntos críticos: el lote contiguo a la estación de servicio La Esmeralda 3, frente a la Terminal de Transportes, sur de la ciudad. El otro sector está en la margen derecha del río Guatapurí, conocido ‘La Macarena’, oriente.

En el primero hay cambuches en los que las autoridades han identificado que se vende y consume drogas, han hecho varias intervenciones pero la ‘olla’ sigue funcionando. Solo basta con transitar por el sector, a cualquier hora, para ver a las personas, con apariencia de habitantes de calle, fumando o inhalando diferentes sustancias.

En ‘La Macarena’ la situación es más crítica porque ha sido escenario de asesinatos, vendettas entre jibaros, desapariciones, tráfico de armas, y pese a los constantes operativos de captura por parte de la Policía, Fiscalía y Ejército, los negocios ilícitos se mantienen. Allí se anunció por parte de la administración anterior la construcción de una base de carabineros de la Policía, proyecto que nunca se materializó. El pasado fin de semana, dos hombres fueron asesinados a tiros en la zona.

Aunque son diferentes, ambos sectores requieren de intervenciones integrales, con desarticulación de estructuras criminales, recuperación del espacio público, renovación urbana y rehabilitación de indigentes.

Destacamos que hace algunos meses se dio un duro golpe a la estructura que vendía drogas en un tramo de la acequia La Solución, cerca de la Institución Educativa José Eugenio Martínez, pero cuando no hay otras estrategias posteriores con enfoque social vuelven los jíbaros al asecho.

Ya no solo son las drogas convencionales (marihuana, basuco, cocaína), ahora están las sintéticas o emergentes, más difíciles de detectar pero igual o más dañinas para quienes las consumen.

Reconocemos que ha habido esfuerzos de la institucionalidad, pero no han sido efectivos porque el problema de la drogadicción y el microtráfico como motor de la criminalidad desborda cualquier estrategia.

Sin embargo, no nos podemos quedar con las manos cruzadas. Los padres de familia deben reconocer que la lucha contra estos flagelos no solo es de las autoridades, sino que debe haber un compromiso desde los hogares, en la formación de ciudadanos con valores éticos y morales.

Es una tarea difícil, pero no imposible. Recordemos que el proceso en ‘El Cartucho’ tardó alrededor de cinco años, y aunque muchos dicen que no fue efectivo porque el problema se dispersó a otras zonas, hubo en cambio en ese sector estigmatizado de la capital del país, como luego también ocurrió con el Bronx.

En Valledupar, necesitamos una intervención contundente en los sectores mencionados antes de que se vuelvan más inmanejables.

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