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General - 24 septiembre, 2016

Los callejones del Viejo Valledupar

Desde la carrera cuarta hasta la séptima por la calle 13C del barrio Cañahuate hay callejones históricos que evocan la época colonial de la ciudad.

Caminar por los callejones del Centro Histórico es como caminar a través de una máquina del tiempo que lleva al viejo Valledupar, con sus calles adoquinadas, viviendas con una mezcla colonial y republicana, incluso, algunas en bahareque y palma, adobes y tejas, así como patios que permanecen cercados con tablas sostenidas con alambres púa.

Los más representativos son: La Purrututú, San Juan del Córdoba, Majoma y Pedro Antonio. Este pequeño sector, que está rodeado de viejas y modernas casas del barrio Cañahuate y que hace parte del Patrimonio Cultural de Colombia, según lo declaró el Ministerio de la Cultura, ha sido escenario de muchas grabaciones de telenovelas como: Escalona, Rafael Orozco ‘El ‘Ídolo’ y La Cacica, al igual que filmaciones de turistas extranjeros y nacionales, quienes al llagar a la capital del Cesar quieren llevarse un recuerdo del pueblito insertado en el centro de Valledupar.

El más conocido de estos callejones es el de La Purrututú, localizado entre las carreras sexta y séptima, con calles 13 y 14. Su nombre, según los vecinos del lugar, obedece al apodo que le atribuyeron a una habitante del sitio, la señora Encarnación Vigna Cotes, quien alimentaba a las palomas gritando “purrututú, purrututú, purrututú”.

De acuerdo con María del Socorro Sánchez, habitante de la zona, este callejón anteriormente era pura tierra y piedra, donde los niños y niñas jugaban hasta altas horas de la noche. Para ese entonces no había luz eléctrica, lo que existían eran lámparas a gas.

“Fuimos muy felices dentro del callejón, había mucha vecindad, la comunidad era más cercana y unida que ahora. Nos adoquinaron y colocaron faroles en el primer mandato de Rodolfo Campo Soto, como en el 1990, dándole otra vida a los callejones”, acotó.

La fundadora de la fundación Aviva, Amigos del Viejo Valledupar, Alba Luz Luque Lommel, rememoró que inicialmente todos los callejones del Cañahuate se llamaban ‘San Juan del Córdoba’, que era también el nombre de Ciénaga, argumentando que “en esa época de comienzos del siglo pasado había mucha relación comercial y afectiva entre Ciénaga y Valledupar, por lo que estos callejones tomaron el nombre de esa ciudad. A través de los años las personas por circunstancias especiales les dieron a los callejones otros nombres. El único que conserva su nombre es el callejón del medio, entre el de La Purrututú y el de Majoma: el San Juan del Córdoba”.

La génesis del callejón de Majoma y Pedro Antonio estriba en que había dos personajes representativos del sector. “Majoma era un herrero que vivió muchos años en el callejón que empieza en la carrera quinta y termina antes de llegar a la cuarta. Pedro Antonio era un señor que vendía leche, que quedaba en el extremo de la calle, en la T del callejón, como era el diseño urbano de los callejones de antes, que tenían una entrada y salida”, detalló Luque Lommel.

Detrás de La Purrututú hay un callejón menos conocido que se llama Los Magolos, denominado así porque Magola Galindo, que fue habitante del sector, tenía unos hijos inquietos, cuyos vecinos les decían Los Magolos.

Valledupar no solo contaba con los callejones reconocidos en la actualidad y que hacen parte del espacio público, también estaba el de Pedro Rizo, que está totalmente ocupado por comerciantes fijos y ambulantes; existió uno que estaba en la calle 16, diagonal a la Casa de la Cultura, que fue encerrado con construcciones de viviendas.

“Éstos se suponen que eran en forma de cuatro brazos porque el plano inicial de la fundación de Valledupar presenta las ocho manzanas en cuadriculas, o sea con cuatro brazos, donde todos tenían callejones y centros de manzanas”, explicó la arquitecta Annie Marshall, directora ejecutiva y representante legal de la fundación Aviva.

Su importancia

Para Luque Lommel, los callejones son los sectores más importantes del Centro Histórico porque son sitios que se distinguen a los otros 43 centros históricos de Colombia, de los cuales 18 están declarados como Bien de Interés Cultural, que no tienen callejones ni centros de manzana como el de Valledupar.
“De acuerdo al trazado urbano colonial, la importancia de los callejones y centros de manzana es extrema. La ciudad fue declarada Bien de Interés Cultural de Ámbito Nacional, precisamente por esa caracterización, por lo que hay que conservarla al máximo”, enfatizó.

Esta afirmación la comparte Marshall, al aseverar que estos callejones datan de la época de la colonia y como se plasma en un mapa de 1550, ya eran parte de la fundación de Valledupar.

“Una vez se construyó el núcleo de vivienda de casa finca alrededor de la plaza se fue extendiendo y hubo un crecimiento hacia la parte norte de la ciudad, donde se formó el barrio Cañahuate. En los callejones habitaban las personas que eran de servicio doméstico, las vaquerías, los de la descarga, los negros libres y criollos. La importancia de los callejones es inmensa porque ese tipo de población se asentó allí y vemos cómo fue el desarrollo de Valledupar”, señaló.

Enfatizó que los callejones son espacios públicos que deben rescatarse. “Son de lo más valioso que tiene la ciudad, puesto que son un testimonio de lo que fue la ciudad. Así lo dice establece el Ministerio de Cultura en el Plan Especial de Manejo y Protección, PEMP, puesto que en los callejones y centro de manzanas circulaba la vida de la ciudad”.

La representante de Aviva agregó que existe la imperiosa necesidad de que el municipio tome cartas en el asunto porque los centros de manzana y callejones son ejidos (terreno comunal a las afueras de una población que se destina a servicios comunes) que pertenecen al municipio, pero con el paso de los años los han ocupado.

“El municipio como que no ha entendido la autoridad que tiene sobre sus ejidos, argumentando que no tienen escrituras. Los callejones poco a poco se están perdiendo y los centros de manzana los están usurpando. Tenemos registros desde el 2007 de todo el material, de balastro, arena, ladrillos y tenemos certificación de un hotel que daba su patio al centro de manzana de la cuarta, que deliberadamente hizo cuatro pisos”, advirtió.

Centros de manzana

Los centros de manzana, según Luque Lommel, eran los sitios donde las personas dejaban a los animales luego de venir de sus fincas y de ahí entraban a los patios traseros de las viviendas, los cuales están desapareciendo porque han construido casas y ampliado patios.

“Hubo un momento en los años 60 que un alcalde de Valledupar vendió un buen número de ejidos, situación que debe entrar analizar el Ministerio de Cultura porque los centros de manzana que están en el perímetro urbano no pueden ser comercializados”, precisó.

La arquitecta Annie Marshall complementó asegurando que en la actualidad solo existen vestigios de dos centros de manzana, uno que está en la cuarta, en la manzana donde está la propiedad de Carlos Murgas, detrás del patio colonial de la Cámara de Comercio de Valledupar; y otro que le dicen Concha Moreno, ubicado en la carrera 8 entre calles 14 y 15, los cuales están invadidos, quedando un espacio reducido y que como la mayor parte del Centro Histórico tiende a desaparecer si no hay acciones prontas y contundentes por parte de las autoridades.

“La invitación es que se cumpla lo que está establecido en el PEMP, que se ejerza autoridad porque los centros de manzana, que si siguen perdiendo llegará un momento en que no los vamos a tener. Los callejones deben conservarse como los pocos espacios públicos que aún existen en el Centro Histórico”: Alba Luz Luque, fundadora de Aviva.

“Los callejones del Viejo Valle son la memoria histórica por la nostalgia que nos transporta a los viejos tiempos de tranquilidad y convivencia de vecinos y visitantes. Son una alianza de sentimientos y los recuerdos para los mayores de sesenta años que conocimos a Valledupar pequeño y colonial”: José Atuesta Mindiola, escritor.

PUNTOS DE VISTA

María del Socorro Sánchez: Las placas que tienen los callejones fue idea de los hermanos Quintero Romero (Carlos y Eloy), luego de visitar Cuba, donde vieron que las calles coloniales tenían placas con nombres. El callejón de La Purrututú ha tenido cambios con el tiempo. Hemos pintado las fachadas de blanco y hemos instalado materas, lo cual hemos hecho con lo que nos dan por el uso del callejón las cadenas de televisión al hacer las grabaciones, a quienes les pedimos una retribución en dinero, el cual invertimos arreglando las casas. Ya tenemos una especie de Comité de Conservación de los Callejones.

Jorge Osorio Torres: Soy bisnieto de Encarnación Vigna, o de la popular ‘Purrututú; cuenta mis abuelos que ella no daba para decir “currucucú”, sino “purrututú” al momento de llamar a las palomas, de allí el apodo. Este callejón era un pedregal y no como está ahora. Nací aquí, mi familia va por la sexta generación, donde hemos criado a hijos, nietos y bisnietos, por lo que para mí tiene un gran valor sentimental.

Mercedes Vega: El Viejo Valledupar iba del sector de Cinco Esquinas hasta la 13B, de ahí en adelante era monte. Existían los callejones, las entradas de las calles atravesadas, con mucha piedra y bastante árboles de cañahuate, por eso toma el nombre el barrio. Los callejones ahora son distintos, desde que el gobierno de Rodolfo Campo nos los pavimentó y nos les puso otra cara; solo quedaron dos casas de bahareque. Cuando yo quise modernizarlo, el alcalde de turno (Elías Ochoa) no me dejó. Anteriormente en las casas dormían con un asiento atrás y las ventanas abiertas, hoy en día uno tiene que vivir encerrado, con candado y sin embargo roban, por lo que le pido a la administración municipal que nos ayude con más seguridad.

Recuperación de callejones

Cuando Aviva empieza su gestión de la recuperación de los centros de manzanas y callejones de la ciudad, inició con el de La Purrututú, cuando se hizo la restauración de una casita de bahareque, que siempre ha tenido uso de sastrería y modistería, por idea de la periodista ya fallecida Lolita Acosta. La idea de la fundación es emprender la labor de conservación en el callejón San Juan Córdoba, donde esperan restaurar una casa que se está cayendo y cuyos propietarios no tiene recursos para hacerlo.

En la época donde Valledupar solo estaba integrado por tres barrios: El Cerezo, Centro y Cañahuate, que tenían callejones y centros de manzanas, los cuales en su gran mayoría desaparecieron. El testimonio que quedó del pasado lo conforman los callejones de La Purrututú, San Juan, así como Majoma y Pedro Antonio.

Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN

 

En el barrio Cañahuate hay tres callejones representativos: La Purrututú, San Juan del Córdoba, Majoma y Pedro Antonio. Joaquín Ramírez/EL PILÓN

General
24 septiembre, 2016

Los callejones del Viejo Valledupar

Desde la carrera cuarta hasta la séptima por la calle 13C del barrio Cañahuate hay callejones históricos que evocan la época colonial de la ciudad.


Caminar por los callejones del Centro Histórico es como caminar a través de una máquina del tiempo que lleva al viejo Valledupar, con sus calles adoquinadas, viviendas con una mezcla colonial y republicana, incluso, algunas en bahareque y palma, adobes y tejas, así como patios que permanecen cercados con tablas sostenidas con alambres púa.

Los más representativos son: La Purrututú, San Juan del Córdoba, Majoma y Pedro Antonio. Este pequeño sector, que está rodeado de viejas y modernas casas del barrio Cañahuate y que hace parte del Patrimonio Cultural de Colombia, según lo declaró el Ministerio de la Cultura, ha sido escenario de muchas grabaciones de telenovelas como: Escalona, Rafael Orozco ‘El ‘Ídolo’ y La Cacica, al igual que filmaciones de turistas extranjeros y nacionales, quienes al llagar a la capital del Cesar quieren llevarse un recuerdo del pueblito insertado en el centro de Valledupar.

El más conocido de estos callejones es el de La Purrututú, localizado entre las carreras sexta y séptima, con calles 13 y 14. Su nombre, según los vecinos del lugar, obedece al apodo que le atribuyeron a una habitante del sitio, la señora Encarnación Vigna Cotes, quien alimentaba a las palomas gritando “purrututú, purrututú, purrututú”.

De acuerdo con María del Socorro Sánchez, habitante de la zona, este callejón anteriormente era pura tierra y piedra, donde los niños y niñas jugaban hasta altas horas de la noche. Para ese entonces no había luz eléctrica, lo que existían eran lámparas a gas.

“Fuimos muy felices dentro del callejón, había mucha vecindad, la comunidad era más cercana y unida que ahora. Nos adoquinaron y colocaron faroles en el primer mandato de Rodolfo Campo Soto, como en el 1990, dándole otra vida a los callejones”, acotó.

La fundadora de la fundación Aviva, Amigos del Viejo Valledupar, Alba Luz Luque Lommel, rememoró que inicialmente todos los callejones del Cañahuate se llamaban ‘San Juan del Córdoba’, que era también el nombre de Ciénaga, argumentando que “en esa época de comienzos del siglo pasado había mucha relación comercial y afectiva entre Ciénaga y Valledupar, por lo que estos callejones tomaron el nombre de esa ciudad. A través de los años las personas por circunstancias especiales les dieron a los callejones otros nombres. El único que conserva su nombre es el callejón del medio, entre el de La Purrututú y el de Majoma: el San Juan del Córdoba”.

La génesis del callejón de Majoma y Pedro Antonio estriba en que había dos personajes representativos del sector. “Majoma era un herrero que vivió muchos años en el callejón que empieza en la carrera quinta y termina antes de llegar a la cuarta. Pedro Antonio era un señor que vendía leche, que quedaba en el extremo de la calle, en la T del callejón, como era el diseño urbano de los callejones de antes, que tenían una entrada y salida”, detalló Luque Lommel.

Detrás de La Purrututú hay un callejón menos conocido que se llama Los Magolos, denominado así porque Magola Galindo, que fue habitante del sector, tenía unos hijos inquietos, cuyos vecinos les decían Los Magolos.

Valledupar no solo contaba con los callejones reconocidos en la actualidad y que hacen parte del espacio público, también estaba el de Pedro Rizo, que está totalmente ocupado por comerciantes fijos y ambulantes; existió uno que estaba en la calle 16, diagonal a la Casa de la Cultura, que fue encerrado con construcciones de viviendas.

“Éstos se suponen que eran en forma de cuatro brazos porque el plano inicial de la fundación de Valledupar presenta las ocho manzanas en cuadriculas, o sea con cuatro brazos, donde todos tenían callejones y centros de manzanas”, explicó la arquitecta Annie Marshall, directora ejecutiva y representante legal de la fundación Aviva.

Su importancia

Para Luque Lommel, los callejones son los sectores más importantes del Centro Histórico porque son sitios que se distinguen a los otros 43 centros históricos de Colombia, de los cuales 18 están declarados como Bien de Interés Cultural, que no tienen callejones ni centros de manzana como el de Valledupar.
“De acuerdo al trazado urbano colonial, la importancia de los callejones y centros de manzana es extrema. La ciudad fue declarada Bien de Interés Cultural de Ámbito Nacional, precisamente por esa caracterización, por lo que hay que conservarla al máximo”, enfatizó.

Esta afirmación la comparte Marshall, al aseverar que estos callejones datan de la época de la colonia y como se plasma en un mapa de 1550, ya eran parte de la fundación de Valledupar.

“Una vez se construyó el núcleo de vivienda de casa finca alrededor de la plaza se fue extendiendo y hubo un crecimiento hacia la parte norte de la ciudad, donde se formó el barrio Cañahuate. En los callejones habitaban las personas que eran de servicio doméstico, las vaquerías, los de la descarga, los negros libres y criollos. La importancia de los callejones es inmensa porque ese tipo de población se asentó allí y vemos cómo fue el desarrollo de Valledupar”, señaló.

Enfatizó que los callejones son espacios públicos que deben rescatarse. “Son de lo más valioso que tiene la ciudad, puesto que son un testimonio de lo que fue la ciudad. Así lo dice establece el Ministerio de Cultura en el Plan Especial de Manejo y Protección, PEMP, puesto que en los callejones y centro de manzanas circulaba la vida de la ciudad”.

La representante de Aviva agregó que existe la imperiosa necesidad de que el municipio tome cartas en el asunto porque los centros de manzana y callejones son ejidos (terreno comunal a las afueras de una población que se destina a servicios comunes) que pertenecen al municipio, pero con el paso de los años los han ocupado.

“El municipio como que no ha entendido la autoridad que tiene sobre sus ejidos, argumentando que no tienen escrituras. Los callejones poco a poco se están perdiendo y los centros de manzana los están usurpando. Tenemos registros desde el 2007 de todo el material, de balastro, arena, ladrillos y tenemos certificación de un hotel que daba su patio al centro de manzana de la cuarta, que deliberadamente hizo cuatro pisos”, advirtió.

Centros de manzana

Los centros de manzana, según Luque Lommel, eran los sitios donde las personas dejaban a los animales luego de venir de sus fincas y de ahí entraban a los patios traseros de las viviendas, los cuales están desapareciendo porque han construido casas y ampliado patios.

“Hubo un momento en los años 60 que un alcalde de Valledupar vendió un buen número de ejidos, situación que debe entrar analizar el Ministerio de Cultura porque los centros de manzana que están en el perímetro urbano no pueden ser comercializados”, precisó.

La arquitecta Annie Marshall complementó asegurando que en la actualidad solo existen vestigios de dos centros de manzana, uno que está en la cuarta, en la manzana donde está la propiedad de Carlos Murgas, detrás del patio colonial de la Cámara de Comercio de Valledupar; y otro que le dicen Concha Moreno, ubicado en la carrera 8 entre calles 14 y 15, los cuales están invadidos, quedando un espacio reducido y que como la mayor parte del Centro Histórico tiende a desaparecer si no hay acciones prontas y contundentes por parte de las autoridades.

“La invitación es que se cumpla lo que está establecido en el PEMP, que se ejerza autoridad porque los centros de manzana, que si siguen perdiendo llegará un momento en que no los vamos a tener. Los callejones deben conservarse como los pocos espacios públicos que aún existen en el Centro Histórico”: Alba Luz Luque, fundadora de Aviva.

“Los callejones del Viejo Valle son la memoria histórica por la nostalgia que nos transporta a los viejos tiempos de tranquilidad y convivencia de vecinos y visitantes. Son una alianza de sentimientos y los recuerdos para los mayores de sesenta años que conocimos a Valledupar pequeño y colonial”: José Atuesta Mindiola, escritor.

PUNTOS DE VISTA

María del Socorro Sánchez: Las placas que tienen los callejones fue idea de los hermanos Quintero Romero (Carlos y Eloy), luego de visitar Cuba, donde vieron que las calles coloniales tenían placas con nombres. El callejón de La Purrututú ha tenido cambios con el tiempo. Hemos pintado las fachadas de blanco y hemos instalado materas, lo cual hemos hecho con lo que nos dan por el uso del callejón las cadenas de televisión al hacer las grabaciones, a quienes les pedimos una retribución en dinero, el cual invertimos arreglando las casas. Ya tenemos una especie de Comité de Conservación de los Callejones.

Jorge Osorio Torres: Soy bisnieto de Encarnación Vigna, o de la popular ‘Purrututú; cuenta mis abuelos que ella no daba para decir “currucucú”, sino “purrututú” al momento de llamar a las palomas, de allí el apodo. Este callejón era un pedregal y no como está ahora. Nací aquí, mi familia va por la sexta generación, donde hemos criado a hijos, nietos y bisnietos, por lo que para mí tiene un gran valor sentimental.

Mercedes Vega: El Viejo Valledupar iba del sector de Cinco Esquinas hasta la 13B, de ahí en adelante era monte. Existían los callejones, las entradas de las calles atravesadas, con mucha piedra y bastante árboles de cañahuate, por eso toma el nombre el barrio. Los callejones ahora son distintos, desde que el gobierno de Rodolfo Campo nos los pavimentó y nos les puso otra cara; solo quedaron dos casas de bahareque. Cuando yo quise modernizarlo, el alcalde de turno (Elías Ochoa) no me dejó. Anteriormente en las casas dormían con un asiento atrás y las ventanas abiertas, hoy en día uno tiene que vivir encerrado, con candado y sin embargo roban, por lo que le pido a la administración municipal que nos ayude con más seguridad.

Recuperación de callejones

Cuando Aviva empieza su gestión de la recuperación de los centros de manzanas y callejones de la ciudad, inició con el de La Purrututú, cuando se hizo la restauración de una casita de bahareque, que siempre ha tenido uso de sastrería y modistería, por idea de la periodista ya fallecida Lolita Acosta. La idea de la fundación es emprender la labor de conservación en el callejón San Juan Córdoba, donde esperan restaurar una casa que se está cayendo y cuyos propietarios no tiene recursos para hacerlo.

En la época donde Valledupar solo estaba integrado por tres barrios: El Cerezo, Centro y Cañahuate, que tenían callejones y centros de manzanas, los cuales en su gran mayoría desaparecieron. El testimonio que quedó del pasado lo conforman los callejones de La Purrututú, San Juan, así como Majoma y Pedro Antonio.

Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN

 

En el barrio Cañahuate hay tres callejones representativos: La Purrututú, San Juan del Córdoba, Majoma y Pedro Antonio. Joaquín Ramírez/EL PILÓN