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Editorial - 13 abril, 2017

Letra muerta

El hecho ocurrido en Bogotá en el centro comercial Santafé, donde fue asesinada Claudia Giovanna Rodríguez en un acto claro de violencia de género, deja otra vez en evidencia la fragilidad institucional para atender los casos de violencia contra las mujeres, que aún siguen desestimándose por parte de las instituciones y autoridades que deben garantizar […]

El hecho ocurrido en Bogotá en el centro comercial Santafé, donde fue asesinada Claudia Giovanna Rodríguez en un acto claro de violencia de género, deja otra vez en evidencia la fragilidad institucional para atender los casos de violencia contra las mujeres, que aún siguen desestimándose por parte de las instituciones y autoridades que deben garantizar la integridad y vida de las mujeres que sufren esta situación.

La nueva víctima pidió que la ayudaran, le notificó a la justicia que su vida corría peligro, pero ni así hicieron nada para salvarla. El caso de Claudia Giovanna es el mismo que viven otras mujeres en Colombia cuyas voces no tienen eco entre la institucionalidad porque siguen creyendo “que en pelea de marido y mujer nadie se debe meter”.

La deuda social con las mujeres en Colombia ha crecido. No ha sido capaz el Estado de meter en cintura a más de 50 instituciones y entidades para que cumplan la ruta de atención a una mujer violentada. Por eso la cifra de mujeres asesinadas (feminicidio) por su condición de género va en aumento.

En lo que va del año 2017 la cifra de feminicidios alcanza los 225, de estos nueve ocurrieron en el Cesar, convirtiéndose en el séptimo departamento con más casos. La lista la encabeza Valle del Cauca con 43, le sigue Cundinamarca y Antioquia con 30, Atlántico con 13, Cauca y Córdoba 10. Estos números contrastan con lo que ocurre en Arauca, Risaralda, Sucre y Vichada, donde solo se ha registrado un caso respectivamente.

El Instituto de Medicina Legal en su último informe Forensis, en el capítulo sobre violencia de pareja, conceptuó: “…La violencia de pareja incluye cualquier comportamiento que cause daño entre las personas [heterosexuales o no] que tienen o han tenido una relación íntima. El vínculo íntimo, puede ser el noviazgo, el matrimonio o la cohabitación, y la violencia puede darse de forma física, psicológica o sexual, donde la dificultad de resolver los conflictos de manera adecuada puede hacer que una de las partes se imponga y vulnere los derechos de la otra parte. Según la Organización Mundial de la Salud – OMS la violencia de pareja tiene impacto en la salud, la economía y el desarrollo social, individual y familiar. Además, llama la atención sobre los mayores efectos que esta violencia tiene sobre las mujeres, pues una de cada tres mujeres en el mundo afirma haber sido víctima de violencia física o sexual a manos de su pareja”.

Es el momento de ponerse al día con las mujeres colombianas. La frase ‘Ni una más’ se debe hacer realidad. La solución radica en poner a funcionar la ruta de atención, en enseñarles a las autoridades que cuando una mujer denuncia deben prestarle atención, que no deben ser objeto de burlas por parte de los mismos funcionarios que muchas veces las mandan a las casas a arreglar el asunto con sus parejas.

Durante el año 2015 se registraron 47.248 casos de violencia de pareja en Colombia. Esto supone una tasa de 119,24 por cada 100.000 habitantes. De estos en el Cesar fueron denunciados 875 (791 contra la mujer y 84 contra el hombre). La política pública de género en el Cesar aun duerme el sueño de los justos y seguirán las campañas de afiches y volantes para enfrentar un problema de tal magnitud. Las leyes y decretos reglamentarios se han quedado en letra muerta. Ahora sí ¡Ni una más!

 

Editorial
13 abril, 2017

Letra muerta

El hecho ocurrido en Bogotá en el centro comercial Santafé, donde fue asesinada Claudia Giovanna Rodríguez en un acto claro de violencia de género, deja otra vez en evidencia la fragilidad institucional para atender los casos de violencia contra las mujeres, que aún siguen desestimándose por parte de las instituciones y autoridades que deben garantizar […]


El hecho ocurrido en Bogotá en el centro comercial Santafé, donde fue asesinada Claudia Giovanna Rodríguez en un acto claro de violencia de género, deja otra vez en evidencia la fragilidad institucional para atender los casos de violencia contra las mujeres, que aún siguen desestimándose por parte de las instituciones y autoridades que deben garantizar la integridad y vida de las mujeres que sufren esta situación.

La nueva víctima pidió que la ayudaran, le notificó a la justicia que su vida corría peligro, pero ni así hicieron nada para salvarla. El caso de Claudia Giovanna es el mismo que viven otras mujeres en Colombia cuyas voces no tienen eco entre la institucionalidad porque siguen creyendo “que en pelea de marido y mujer nadie se debe meter”.

La deuda social con las mujeres en Colombia ha crecido. No ha sido capaz el Estado de meter en cintura a más de 50 instituciones y entidades para que cumplan la ruta de atención a una mujer violentada. Por eso la cifra de mujeres asesinadas (feminicidio) por su condición de género va en aumento.

En lo que va del año 2017 la cifra de feminicidios alcanza los 225, de estos nueve ocurrieron en el Cesar, convirtiéndose en el séptimo departamento con más casos. La lista la encabeza Valle del Cauca con 43, le sigue Cundinamarca y Antioquia con 30, Atlántico con 13, Cauca y Córdoba 10. Estos números contrastan con lo que ocurre en Arauca, Risaralda, Sucre y Vichada, donde solo se ha registrado un caso respectivamente.

El Instituto de Medicina Legal en su último informe Forensis, en el capítulo sobre violencia de pareja, conceptuó: “…La violencia de pareja incluye cualquier comportamiento que cause daño entre las personas [heterosexuales o no] que tienen o han tenido una relación íntima. El vínculo íntimo, puede ser el noviazgo, el matrimonio o la cohabitación, y la violencia puede darse de forma física, psicológica o sexual, donde la dificultad de resolver los conflictos de manera adecuada puede hacer que una de las partes se imponga y vulnere los derechos de la otra parte. Según la Organización Mundial de la Salud – OMS la violencia de pareja tiene impacto en la salud, la economía y el desarrollo social, individual y familiar. Además, llama la atención sobre los mayores efectos que esta violencia tiene sobre las mujeres, pues una de cada tres mujeres en el mundo afirma haber sido víctima de violencia física o sexual a manos de su pareja”.

Es el momento de ponerse al día con las mujeres colombianas. La frase ‘Ni una más’ se debe hacer realidad. La solución radica en poner a funcionar la ruta de atención, en enseñarles a las autoridades que cuando una mujer denuncia deben prestarle atención, que no deben ser objeto de burlas por parte de los mismos funcionarios que muchas veces las mandan a las casas a arreglar el asunto con sus parejas.

Durante el año 2015 se registraron 47.248 casos de violencia de pareja en Colombia. Esto supone una tasa de 119,24 por cada 100.000 habitantes. De estos en el Cesar fueron denunciados 875 (791 contra la mujer y 84 contra el hombre). La política pública de género en el Cesar aun duerme el sueño de los justos y seguirán las campañas de afiches y volantes para enfrentar un problema de tal magnitud. Las leyes y decretos reglamentarios se han quedado en letra muerta. Ahora sí ¡Ni una más!