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Editorial - 30 mayo, 2017

El legado de ‘Pepe’ Castro

A pocas semanas de conmemorarse los 50 años del fatal accidente de Pedro Castro Monsalvo ha muerto su sobrino y sucesor político José Guillermo ‘Pepe’ Castro. Su dominio político en el joven departamento se mantuvo durante las primeras décadas. Ya en 1970 consciente de su gran caudal sorprendió al oficialismo liberal, afecto a Misael Pastrana, […]

A pocas semanas de conmemorarse los 50 años del fatal accidente de Pedro Castro Monsalvo ha muerto su sobrino y sucesor político José Guillermo ‘Pepe’ Castro. Su dominio político en el joven departamento se mantuvo durante las primeras décadas. Ya en 1970 consciente de su gran caudal sorprendió al oficialismo liberal, afecto a Misael Pastrana, cuando decidió apoyar a Evaristo Sourdis, el candidato costeño a la presidencia.

Era el prototipo del político rural, campechano, cerca de la gente, que solía visitarla igual en su caballo o en su Toyota e iba a lo más profundo y lejano de la geografía departamental. Visitaba a un mamo en la sierra o a un campesino en Pelaya.

No tuvo la representatividad nacional de Pedro, pero sí la eficacia electoral, la inteligencia natural y la representación cotidiana de los electores. “Y no es que Pepe no apriete sino que sabe apretar”, se cantaba a su paso.

Fue alcalde, gobernador, representante, senador. Su coraje como mandatario lo hizo constructor de reconocidas obras. Abrió la Simón Bolívar, que quiso prolongar en una avenida hasta La Paz, construyendo un puente solitario en el río Cesar, amplió la carrera novena, prestándole terreno al Cementerio Central. Entonces conminó a las ricas familias a que en un plazo de pocas horas sacaran a su deudos allí sepultados y luego el buldócer, que podía ser el suyo y a su costo, se vio trabajar.

Cuando Gobernador al tiempo que construía colegios imponía multas a los finqueros que mantenían pistas aéreas sospechosas de que la usaran los marimberos. Y en su propósito integracionista construyó una carretera a Sabana Rubia, en el municipio de Manaure, hasta la frontera con Venezuela, que luego ésta no conectó.

Enfrentó duras batallas, y avanzó impertérrito frente a los adversarios encarnizados como los que en buenas épocas representaron los primos Clemente Quintero y Consuelo Araujo.

Fue el más amigo del presidente Julio César Turbay, fue su gobernador durante cuatro años. De aquél se quejó de que nombrara al adversario Alfonso Araujo en el Insfopal para que le inaugurara los acueductos en los municipios. Le decía a Turbay: “esos son los amigos de uno”.

Son muy importantes sus obras y en nuestras páginas en los próximos días se hablará de ellas.

Sus posiciones fueron controvertidas, y las exponía de forma natural y sin adornos; esa imaginación y particular forma de ser lo hizo escribir unas divertidas notas para la historia vallenata.

Fue caracterizado por ciertos sectores más amigo del progreso material que del progreso intelectual de los pueblos, de allí que se le calificara como gran ganadero, gran elector y poco abierto a un liberalismo social. Justo se defendía haciendo las cuentas de tantos colegios que había hecho. Al final se convirtió en blanco de las guerrillas y no pocas veces las enfrentó en valientes declaraciones públicas.

Al final, ya retirado de las elecciones, estuvo cerca al proyecto político de Álvaro Uribe en el departamento y grande fue su satisfacción cuando aquel 8 de agosto del 2002 el nuevo presidente iniciara en Valledupar la implementación de su política de la seguridad democrática.

A la extensa familia Castro, emblemática en estas tierras, a sus hijos, un fraternal abrazo de EL PILÓN y sus directivas.

A pocas semanas de conmemorarse los 50 años del fatal accidente de Pedro Castro Monsalvo ha muerto su sobrino y sucesor político José Guillermo ‘Pepe’ Castro. Su dominio político en el joven departamento se mantuvo durante las primeras décadas. Ya en 1970 consciente de su gran caudal sorprendió al oficialismo liberal, afecto a Misael Pastrana, cuando decidió apoyar a Evaristo Sourdis, el candidato costeño a la presidencia.

Era el prototipo del político rural, campechano, cerca de la gente, que solía visitarla igual en su caballo o en su Toyota e iba a lo más profundo y lejano de la geografía departamental. Visitaba a un mamo en la sierra o a un campesino en Pelaya.

No tuvo la representatividad nacional de Pedro, pero sí la eficacia electoral, la inteligencia natural y la representación cotidiana de los electores. “Y no es que Pepe no apriete sino que sabe apretar”, se cantaba a su paso.

Fue alcalde, gobernador, representante, senador. Su coraje como mandatario lo hizo constructor de reconocidas obras. Abrió la Simón Bolívar, que quiso prolongar en una avenida hasta La Paz, construyendo un puente solitario en el río Cesar, amplió la carrera novena, prestándole terreno al Cementerio Central. Entonces conminó a las ricas familias a que en un plazo de pocas horas sacaran a su deudos allí sepultados y luego el buldócer, que podía ser el suyo y a su costo, se vio trabajar.

Cuando Gobernador al tiempo que construía colegios imponía multas a los finqueros que mantenían pistas aéreas sospechosas de que la usaran los marimberos. Y en su propósito integracionista construyó una carretera a Sabana Rubia, en el municipio de Manaure, hasta la frontera con Venezuela, que luego ésta no conectó.

Enfrentó duras batallas, y avanzó impertérrito frente a los adversarios encarnizados como los que en buenas épocas representaron los primos Clemente Quintero y Consuelo Araujo.

Fue el más amigo del presidente Julio César Turbay, fue su gobernador durante cuatro años. De aquél se quejó de que nombrara al adversario Alfonso Araujo en el Insfopal para que le inaugurara los acueductos en los municipios. Le decía a Turbay: “esos son los amigos de uno”.

Son muy importantes sus obras y en nuestras páginas en los próximos días se hablará de ellas.

Sus posiciones fueron controvertidas, y las exponía de forma natural y sin adornos; esa imaginación y particular forma de ser lo hizo escribir unas divertidas notas para la historia vallenata.

Fue caracterizado por ciertos sectores más amigo del progreso material que del progreso intelectual de los pueblos, de allí que se le calificara como gran ganadero, gran elector y poco abierto a un liberalismo social. Justo se defendía haciendo las cuentas de tantos colegios que había hecho. Al final se convirtió en blanco de las guerrillas y no pocas veces las enfrentó en valientes declaraciones públicas.

Al final, ya retirado de las elecciones, estuvo cerca al proyecto político de Álvaro Uribe en el departamento y grande fue su satisfacción cuando aquel 8 de agosto del 2002 el nuevo presidente iniciara en Valledupar la implementación de su política de la seguridad democrática.

A la extensa familia Castro, emblemática en estas tierras, a sus hijos, un fraternal abrazo de EL PILÓN y sus directivas.

Editorial
30 mayo, 2017

El legado de ‘Pepe’ Castro

A pocas semanas de conmemorarse los 50 años del fatal accidente de Pedro Castro Monsalvo ha muerto su sobrino y sucesor político José Guillermo ‘Pepe’ Castro. Su dominio político en el joven departamento se mantuvo durante las primeras décadas. Ya en 1970 consciente de su gran caudal sorprendió al oficialismo liberal, afecto a Misael Pastrana, […]


A pocas semanas de conmemorarse los 50 años del fatal accidente de Pedro Castro Monsalvo ha muerto su sobrino y sucesor político José Guillermo ‘Pepe’ Castro. Su dominio político en el joven departamento se mantuvo durante las primeras décadas. Ya en 1970 consciente de su gran caudal sorprendió al oficialismo liberal, afecto a Misael Pastrana, cuando decidió apoyar a Evaristo Sourdis, el candidato costeño a la presidencia.

Era el prototipo del político rural, campechano, cerca de la gente, que solía visitarla igual en su caballo o en su Toyota e iba a lo más profundo y lejano de la geografía departamental. Visitaba a un mamo en la sierra o a un campesino en Pelaya.

No tuvo la representatividad nacional de Pedro, pero sí la eficacia electoral, la inteligencia natural y la representación cotidiana de los electores. “Y no es que Pepe no apriete sino que sabe apretar”, se cantaba a su paso.

Fue alcalde, gobernador, representante, senador. Su coraje como mandatario lo hizo constructor de reconocidas obras. Abrió la Simón Bolívar, que quiso prolongar en una avenida hasta La Paz, construyendo un puente solitario en el río Cesar, amplió la carrera novena, prestándole terreno al Cementerio Central. Entonces conminó a las ricas familias a que en un plazo de pocas horas sacaran a su deudos allí sepultados y luego el buldócer, que podía ser el suyo y a su costo, se vio trabajar.

Cuando Gobernador al tiempo que construía colegios imponía multas a los finqueros que mantenían pistas aéreas sospechosas de que la usaran los marimberos. Y en su propósito integracionista construyó una carretera a Sabana Rubia, en el municipio de Manaure, hasta la frontera con Venezuela, que luego ésta no conectó.

Enfrentó duras batallas, y avanzó impertérrito frente a los adversarios encarnizados como los que en buenas épocas representaron los primos Clemente Quintero y Consuelo Araujo.

Fue el más amigo del presidente Julio César Turbay, fue su gobernador durante cuatro años. De aquél se quejó de que nombrara al adversario Alfonso Araujo en el Insfopal para que le inaugurara los acueductos en los municipios. Le decía a Turbay: “esos son los amigos de uno”.

Son muy importantes sus obras y en nuestras páginas en los próximos días se hablará de ellas.

Sus posiciones fueron controvertidas, y las exponía de forma natural y sin adornos; esa imaginación y particular forma de ser lo hizo escribir unas divertidas notas para la historia vallenata.

Fue caracterizado por ciertos sectores más amigo del progreso material que del progreso intelectual de los pueblos, de allí que se le calificara como gran ganadero, gran elector y poco abierto a un liberalismo social. Justo se defendía haciendo las cuentas de tantos colegios que había hecho. Al final se convirtió en blanco de las guerrillas y no pocas veces las enfrentó en valientes declaraciones públicas.

Al final, ya retirado de las elecciones, estuvo cerca al proyecto político de Álvaro Uribe en el departamento y grande fue su satisfacción cuando aquel 8 de agosto del 2002 el nuevo presidente iniciara en Valledupar la implementación de su política de la seguridad democrática.

A la extensa familia Castro, emblemática en estas tierras, a sus hijos, un fraternal abrazo de EL PILÓN y sus directivas.

A pocas semanas de conmemorarse los 50 años del fatal accidente de Pedro Castro Monsalvo ha muerto su sobrino y sucesor político José Guillermo ‘Pepe’ Castro. Su dominio político en el joven departamento se mantuvo durante las primeras décadas. Ya en 1970 consciente de su gran caudal sorprendió al oficialismo liberal, afecto a Misael Pastrana, cuando decidió apoyar a Evaristo Sourdis, el candidato costeño a la presidencia.

Era el prototipo del político rural, campechano, cerca de la gente, que solía visitarla igual en su caballo o en su Toyota e iba a lo más profundo y lejano de la geografía departamental. Visitaba a un mamo en la sierra o a un campesino en Pelaya.

No tuvo la representatividad nacional de Pedro, pero sí la eficacia electoral, la inteligencia natural y la representación cotidiana de los electores. “Y no es que Pepe no apriete sino que sabe apretar”, se cantaba a su paso.

Fue alcalde, gobernador, representante, senador. Su coraje como mandatario lo hizo constructor de reconocidas obras. Abrió la Simón Bolívar, que quiso prolongar en una avenida hasta La Paz, construyendo un puente solitario en el río Cesar, amplió la carrera novena, prestándole terreno al Cementerio Central. Entonces conminó a las ricas familias a que en un plazo de pocas horas sacaran a su deudos allí sepultados y luego el buldócer, que podía ser el suyo y a su costo, se vio trabajar.

Cuando Gobernador al tiempo que construía colegios imponía multas a los finqueros que mantenían pistas aéreas sospechosas de que la usaran los marimberos. Y en su propósito integracionista construyó una carretera a Sabana Rubia, en el municipio de Manaure, hasta la frontera con Venezuela, que luego ésta no conectó.

Enfrentó duras batallas, y avanzó impertérrito frente a los adversarios encarnizados como los que en buenas épocas representaron los primos Clemente Quintero y Consuelo Araujo.

Fue el más amigo del presidente Julio César Turbay, fue su gobernador durante cuatro años. De aquél se quejó de que nombrara al adversario Alfonso Araujo en el Insfopal para que le inaugurara los acueductos en los municipios. Le decía a Turbay: “esos son los amigos de uno”.

Son muy importantes sus obras y en nuestras páginas en los próximos días se hablará de ellas.

Sus posiciones fueron controvertidas, y las exponía de forma natural y sin adornos; esa imaginación y particular forma de ser lo hizo escribir unas divertidas notas para la historia vallenata.

Fue caracterizado por ciertos sectores más amigo del progreso material que del progreso intelectual de los pueblos, de allí que se le calificara como gran ganadero, gran elector y poco abierto a un liberalismo social. Justo se defendía haciendo las cuentas de tantos colegios que había hecho. Al final se convirtió en blanco de las guerrillas y no pocas veces las enfrentó en valientes declaraciones públicas.

Al final, ya retirado de las elecciones, estuvo cerca al proyecto político de Álvaro Uribe en el departamento y grande fue su satisfacción cuando aquel 8 de agosto del 2002 el nuevo presidente iniciara en Valledupar la implementación de su política de la seguridad democrática.

A la extensa familia Castro, emblemática en estas tierras, a sus hijos, un fraternal abrazo de EL PILÓN y sus directivas.