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Columnista - 22 mayo, 2017

Lean conmigo

Siempre quise tener una familia numerosa con muchos hermanos y hermanas, solo fuimos dos, Antonio, Toño, que es pedazo de mi alma y yo. Fue cortica mi familia de origen, la de mi hogar, mis padres ya se fueron para siempre. Ahora, unidos con un amor inenarrable hemos formado con mis hijos una familia, si […]

Siempre quise tener una familia numerosa con muchos hermanos y hermanas, solo fuimos dos, Antonio, Toño, que es pedazo de mi alma y yo. Fue cortica mi familia de origen, la de mi hogar, mis padres ya se fueron para siempre. Ahora, unidos con un amor inenarrable hemos formado con mis hijos una familia, si bien cortica, se agiganta para apoyarnos en las tristezas y en las alegrías. Mis hijos, como es normal, se fueron a recorrer su camino, y yo me quedé esperando sus frecuentes venidas; sí, vienen a darle calor al nido vacío.

Es en esa soledad bonita, cuando veo, asomada a la ventana, aparecer la aurora de dedos rosados, así imaginada por Homero, sé que el día va a ser una explosión de vidas nuevas;  y por las tardes, cuando el horizonte es una línea violácea, brindo con una copa imaginaria de un vino que nunca me tomo, por la creación que me ha permitido hacer que crezca la familia.

Son los personajes que llegan de repente y se meten en mis historias y me tratan como a su madre o amiga. Como Ocena Cayón, de ¡los muertos no se cuentan así! La mujer valiente que se planta ante un río, ante Aqueronte el de la mitología, por el que bajan los cadáveres de los muertos de la violencia, ella espera a Iván Grajales, su esposo y todos sus personajes esperan a alguien que se han llevado a destinos insospechados y siento que los acompaño en el dolor que viven y me cuentan sus angustias.

‘En Cuando cante el cuervo azul`: Eunice Eluard y Astetes Celedón, refugiados en un pueblo lacustre de la Ciénaga Grande, con todos los personajes, pescadores, mujeres arriesgadas y María Olvido la que espera como Penélope en la ventana, y ruega por el ausente: “Vuelve para que no se queden mis manos llenas de ausencia, para que mi boca seca tome el sabor del vino dormido”… Todos los jóvenes cuando leen esto se enamoran de esa mujer sabia que hace diferencia entre la espera y la esperanza.

Y así: ‘En Rosas contra tu cara’: Ana Luisa, con su vida joven maltratada, se aferra al amor de un sacerdote y tiene que irse del país, ella y el padre Jacob, son arquetipos del amor verdadero.

En ‘Beliza, tu pelo tiene…’ no hay ficción, todavía estamos por aquí Giomar, Iván, Gilberto, Lilia, Toño y yo, Beliza, la del olor a naturaleza limpia, murió en los riscos de un cerro de Manaure de la Montaña.

En ‘El hijo del Universo’: Mónica Gaitero, quiere un hijo perfecto, porque se siente culpable de las malformaciones de su hermanito, y el doctor Carvajal la secunda y el resultado es grato y doloroso a la vez, si se me permite el oxímoron.

Así he formado una familia grande, que se extiende en mis otros libros y cuentos, y se agiganta cuando mis lectores hacen suyos esos personajes todos ellos con personalidades definidas, hechos de carne y huesos y del hervor de los sentimientos, Son personajes eternos, que viven en escenarios de nuestro país, son de la misma carnadura que la de todos nosotros. En ellos se afinca mi libro El Universo Literario de Mary Daza Orozco, libro que voy a mencionar cada vez que se me ocurra como un eterno agradecimiento al gobernador del Cesar Francisco Ovalle Angarita, porque él lo hizo posible. Lo mencionaré otras veces porque se ha regalado a muchos amigos conocidos y desconocidos, para invitarlos a que lo lean y compartan conmigo un mundo de literatura.

Por Mary Daza Orozco

 

Columnista
22 mayo, 2017

Lean conmigo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Siempre quise tener una familia numerosa con muchos hermanos y hermanas, solo fuimos dos, Antonio, Toño, que es pedazo de mi alma y yo. Fue cortica mi familia de origen, la de mi hogar, mis padres ya se fueron para siempre. Ahora, unidos con un amor inenarrable hemos formado con mis hijos una familia, si […]


Siempre quise tener una familia numerosa con muchos hermanos y hermanas, solo fuimos dos, Antonio, Toño, que es pedazo de mi alma y yo. Fue cortica mi familia de origen, la de mi hogar, mis padres ya se fueron para siempre. Ahora, unidos con un amor inenarrable hemos formado con mis hijos una familia, si bien cortica, se agiganta para apoyarnos en las tristezas y en las alegrías. Mis hijos, como es normal, se fueron a recorrer su camino, y yo me quedé esperando sus frecuentes venidas; sí, vienen a darle calor al nido vacío.

Es en esa soledad bonita, cuando veo, asomada a la ventana, aparecer la aurora de dedos rosados, así imaginada por Homero, sé que el día va a ser una explosión de vidas nuevas;  y por las tardes, cuando el horizonte es una línea violácea, brindo con una copa imaginaria de un vino que nunca me tomo, por la creación que me ha permitido hacer que crezca la familia.

Son los personajes que llegan de repente y se meten en mis historias y me tratan como a su madre o amiga. Como Ocena Cayón, de ¡los muertos no se cuentan así! La mujer valiente que se planta ante un río, ante Aqueronte el de la mitología, por el que bajan los cadáveres de los muertos de la violencia, ella espera a Iván Grajales, su esposo y todos sus personajes esperan a alguien que se han llevado a destinos insospechados y siento que los acompaño en el dolor que viven y me cuentan sus angustias.

‘En Cuando cante el cuervo azul`: Eunice Eluard y Astetes Celedón, refugiados en un pueblo lacustre de la Ciénaga Grande, con todos los personajes, pescadores, mujeres arriesgadas y María Olvido la que espera como Penélope en la ventana, y ruega por el ausente: “Vuelve para que no se queden mis manos llenas de ausencia, para que mi boca seca tome el sabor del vino dormido”… Todos los jóvenes cuando leen esto se enamoran de esa mujer sabia que hace diferencia entre la espera y la esperanza.

Y así: ‘En Rosas contra tu cara’: Ana Luisa, con su vida joven maltratada, se aferra al amor de un sacerdote y tiene que irse del país, ella y el padre Jacob, son arquetipos del amor verdadero.

En ‘Beliza, tu pelo tiene…’ no hay ficción, todavía estamos por aquí Giomar, Iván, Gilberto, Lilia, Toño y yo, Beliza, la del olor a naturaleza limpia, murió en los riscos de un cerro de Manaure de la Montaña.

En ‘El hijo del Universo’: Mónica Gaitero, quiere un hijo perfecto, porque se siente culpable de las malformaciones de su hermanito, y el doctor Carvajal la secunda y el resultado es grato y doloroso a la vez, si se me permite el oxímoron.

Así he formado una familia grande, que se extiende en mis otros libros y cuentos, y se agiganta cuando mis lectores hacen suyos esos personajes todos ellos con personalidades definidas, hechos de carne y huesos y del hervor de los sentimientos, Son personajes eternos, que viven en escenarios de nuestro país, son de la misma carnadura que la de todos nosotros. En ellos se afinca mi libro El Universo Literario de Mary Daza Orozco, libro que voy a mencionar cada vez que se me ocurra como un eterno agradecimiento al gobernador del Cesar Francisco Ovalle Angarita, porque él lo hizo posible. Lo mencionaré otras veces porque se ha regalado a muchos amigos conocidos y desconocidos, para invitarlos a que lo lean y compartan conmigo un mundo de literatura.

Por Mary Daza Orozco