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Columnista - 17 agosto, 2015

Laudatio sí: Alabado seas (Parte Final)

Valledupar se encuentra en pleno desarrollo urbanístico. Son muchos los edificios que se construyen, y muchos son los proyectos de propiedad horizontal que se están ofertando en “en planos”. Lo que demuestra la pujanza de nuestra ciudad. Asimismo, gracias a la gestión del actual burgomaestre, y al apoyo del Gobierno del Presidente Santos, muchas familias […]

Valledupar se encuentra en pleno desarrollo urbanístico. Son muchos los edificios que se construyen, y muchos son los proyectos de propiedad horizontal que se están ofertando en “en planos”.

Lo que demuestra la pujanza de nuestra ciudad. Asimismo, gracias a la gestión del actual burgomaestre, y al apoyo del Gobierno del Presidente Santos, muchas familias de escasos recursos ya tienen vivienda propia.

Pero ¿es suficiente? No hay que olvidar que nuestro municipio es receptor de población desplazada, lo que ha traído consigo múltiples dificultades, como el déficit en la solución de vivienda, lo que a su vez genera el problema de invasiones en nuestro municipio, amén de los problemas de desempleo, inseguridad y movilidad.

Pues bien, el Papa Francisco no es ajeno a esta situación y señala: “No sería verdaderamente digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara ni promoviera los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos”. Advierte S.S. que dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es un mal negocio para la sociedad y sostiene además que: “Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano, del hacinamiento al anonimato social que viven las grandes ciudades provocan una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia”.

“La posesión de una vivienda -subraya el Obispo de Roma-, tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar estos barrios, no de erradicar y expulsar.

Cuando los pobres viven en suburbios contaminados o en conglomerados peligrosos en el caso que se deba proceder a su traslado, para no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamiento dignos e implicar directamente a los interesados”.

La Corte Constitucional de Colombia, defiende también estos mismos derechos y señala puntualmente el deber de las entidades públicas de brindar protección a la población vulnerable enfatizando en los niños y los desplazados.

Asimismo el Papa aboga por un transporte digno que mejore la calidad de vida de los ciudadanos, al tiempo que nos invita a hacer un uso racional de la energía no renovable, pues son muchos los vehículos que circulan en nuestras ciudades utilizados por una o dos personas generando problemas de movilidad y contaminación, para luego concluir con esta interesante reflexión: “Por eso, la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo”.

Columnista
17 agosto, 2015

Laudatio sí: Alabado seas (Parte Final)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Valledupar se encuentra en pleno desarrollo urbanístico. Son muchos los edificios que se construyen, y muchos son los proyectos de propiedad horizontal que se están ofertando en “en planos”. Lo que demuestra la pujanza de nuestra ciudad. Asimismo, gracias a la gestión del actual burgomaestre, y al apoyo del Gobierno del Presidente Santos, muchas familias […]


Valledupar se encuentra en pleno desarrollo urbanístico. Son muchos los edificios que se construyen, y muchos son los proyectos de propiedad horizontal que se están ofertando en “en planos”.

Lo que demuestra la pujanza de nuestra ciudad. Asimismo, gracias a la gestión del actual burgomaestre, y al apoyo del Gobierno del Presidente Santos, muchas familias de escasos recursos ya tienen vivienda propia.

Pero ¿es suficiente? No hay que olvidar que nuestro municipio es receptor de población desplazada, lo que ha traído consigo múltiples dificultades, como el déficit en la solución de vivienda, lo que a su vez genera el problema de invasiones en nuestro municipio, amén de los problemas de desempleo, inseguridad y movilidad.

Pues bien, el Papa Francisco no es ajeno a esta situación y señala: “No sería verdaderamente digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara ni promoviera los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos”. Advierte S.S. que dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es un mal negocio para la sociedad y sostiene además que: “Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano, del hacinamiento al anonimato social que viven las grandes ciudades provocan una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia”.

“La posesión de una vivienda -subraya el Obispo de Roma-, tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar estos barrios, no de erradicar y expulsar.

Cuando los pobres viven en suburbios contaminados o en conglomerados peligrosos en el caso que se deba proceder a su traslado, para no añadir más sufrimiento al que ya padecen, es necesario proporcionar una información adecuada y previa, ofrecer alternativas de alojamiento dignos e implicar directamente a los interesados”.

La Corte Constitucional de Colombia, defiende también estos mismos derechos y señala puntualmente el deber de las entidades públicas de brindar protección a la población vulnerable enfatizando en los niños y los desplazados.

Asimismo el Papa aboga por un transporte digno que mejore la calidad de vida de los ciudadanos, al tiempo que nos invita a hacer un uso racional de la energía no renovable, pues son muchos los vehículos que circulan en nuestras ciudades utilizados por una o dos personas generando problemas de movilidad y contaminación, para luego concluir con esta interesante reflexión: “Por eso, la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo”.