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Historias - 24 septiembre, 2016

Las víctimas exhuman el perdón y entierran la guerra

Se dice que en Colombia cada ciudadano ha sido víctima o familiar de víctimas del conflicto armado durante las últimas cinco décadas, de manera directa o indirecta; y es en este momento crucial para el país que las víctimas son consideradas los maestros del perdón.

Para las víctimas del conflicto armado en Colombia, 9,5 millones entre desplazados, muertos, desaparecidos, sus familias, etc. el momento que vive el país los ha sacado a la luz, puesto que están en boca de la opinión pública como protagonistas de los acuerdos de La Habana; en cada uno de los seis puntos del documento final se busca de una u otra manera reparar sus heridas, que conozcan la verdad y que nunca más sean tocados por la cruda violencia.

Son 10 los principios del punto 5: Acuerdo sobre las víctimas del conflicto. El reconocimiento de las víctimas, reconocimiento de la responsabilidad, satisfacción de sus derechos, su participación, esclarecimiento de la verdad, la reparación, garantías de protección y seguridad, garantías de no repetición, principio de reconciliación y enfoque de derechos.

El diario EL PILÓN analiza este punto del Acuerdo Final que ha sido reconocido por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, ONU, con la directora de la Unidad de Víctimas territorial Cesar- Guajira, Juana Ramírez Gutiérrez, y Mara Nieto Álvarez, una de las víctimas del Cesar reconocida por su la lucha por la reivindicación de los afectados por la violencia.

Cómo pasar de la ira, frustración y la pena al perdón

La historia de Mara Helena Nieto Álvarez, una líder social vallenata, termina con un Sí rotundo al proceso entre la guerrilla de las Farc y el gobierno nacional. Su testimonio se adhiere al de millones de personas en Colombia que de una forma excepcional han exhumado sus más nobles sentimientos frente a los que los masacraron.

Ella se hizo visible en Colombia al atravesar el país buscando a su hermano José Luis Nieto Álvarez, el joven de 24 años que desapareció el 22 de mayo de 2003 cuando se dirigía a vender tintos en la Terminal de Transportes de Valledupar.

“Aparece el ‘gran proceso’ del gobierno de Uribe a donde se hicieron unas desmovilizaciones que yo empecé a perseguir: visité el Meta, en La Ceja – Antioquia, Casanare, María La Baja – Bolívar. Comencé a conocer jefes paramilitares como ‘Doble Cero’, ‘HH’, anhelaba justicia. Luego le escribí al doctor Luis Carlos Restrepo para que me ayudara a encontrarlo, pero mi hermano no aparecía”, dice Mara.

Vivo o muerto lo buscó durante cinco años, cuando después de ir y venir, soportar incluso a un paramilitar que en una calle del barrio Primero de Mayo le dijo, “Mara no lo busques más, a tu hermano le pegaron cinco tiros”, la noticia llegó.

Los restos de José Luis Nieto Álvarez aparecieron y fueron entregados gracias a la insistencia de Mara ante la Fiscalía General de la Nación y a las cámaras de televisión que se le pegaron al conocer la noticia sensacionalista de su travesía y el hallazgo de los huesos. Según el reporte de las autoridades, el 29 de agosto de 2003, tres meses después de su desaparición, el joven fue asesinado, pero su familia solo lo supo el 8 de marzo de 2008, cuando les reportan en Villavicencio que había sido dado de baja como supuesto paramilitar en enfrentamientos con el Ejército.

“Estaba enterrado ahí hacían cinco años, en una bóveda como NN: 5307, jamás había estado en una exhumación, esperaba un cajón, pero había una bolsa y de ella salió un cráneo que corrió hasta mis pies. La experiencia no puedo describirla”, manifiesta.

El esclarecimiento de la verdad

Una vez Mara recibió los restos de su hermano, continuó en su travesía por la verdad. Recibió una un montón de papeles que contenían el caso en dónde se reseñaba a su hermano muerto violentamente.

“Mucho antes de que yo trajera a mi hermano le pregunté al fiscal ¿quién mató a mi hermano? Me dice que él era un victimario, combatiente, concierto para delinquir, delincuente de Villavicencio”, narra Mara sobre las respuestas de la Fiscalía 39 del Meta.

Luego de hallar los restos óseos de su hermano, inició otra travesía, la de conocer la verdad, las circunstancias, los responsables y otros misterios que dice, no se han esclarecido.

“Perdí la confianza en la institucionalidad. En la Fiscalía de Valledupar no sabían que los restos habían aparecido. Durante 97 días leí todo los papeles que me entregaron y me di cuenta que la cédula de mi hermano estaba errada, por cierto, busqué el número de cédula que dieron desde el Meta y resultó ser de un funcionario público de Valledupar. Esta cédula puede votar cada año y no entiendo cómo un documento registrado como muerto, puede ejercer ciudadanía”, comentó.

Hoy después de tantos años Mara tiene el reconocimiento nacional y regional que pocos líderes de víctimas poseen en Colombia. Su historia ha sido narrada en diferentes escenarios y el objetivo, dice, es la no repetición.

“Votaré si porque los argumentos más grandes que tengo es que no vi esta violencia a través de la prensa. Es una mejor opción, prefiero vivir esta paz que se ofrece que una guerra duradera”, concluyó.

El Sistema Integral de verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, numeral 5.1 del punto 5 del Acuerdo Final, es una instancia creada con el fin de cumplir con lo pactado: las víctimas son el centro el acuerdo y en respuesta a sus testimonios, propuestas y expectativas, se crea el sistema. No volverá a ocurrir el derramamiento de sangre, plantean los logros en La Habana.

“La historia los recordará”

Por las oficinas de la Unidad de Atención y Reparación Integral a Víctimas, que dirige Juana Ramírez Gutiérrez en el centro de Valledupar, han pasado decenas de miles de personas buscando los auxilios que el Gobierno Nacional estableció en el marco de la Ley 1448 de 2011 o Ley de Víctimas. Ha tenido que escuchar las quejas, día tras día, las historias y tragedias que fueron cotidianas en los pueblos del Cesar.

Ramírez Gutiérrez asegura que no existe la perfección en los acuerdos de La Habana, pero lo que se plantea allí reafirma la importancia indiscutible de los afectados y garantiza lo que ellos requieren.
“Los derechos de las víctimas no son negociables”, dice Ramírez Gutiérrez al referirse a lo que contempla el punto 5 de los acuerdos y es que allí se plantea que para las víctimas, pilares de la negociación, debe reafirmarse la respuesta que ya viene dando el Estado desde 2011.

“El pueblo colombiano y las víctimas son pobres, de estratos menos favorecidos y la participación de las víctimas debe darse de manera efectiva. A la mesa de negociaciones en La Habana llegaron 17 mil solicitudes de víctimas para participar, más de tres mil participaron en los foros que se hicieron en cuatro ciudades colombianas y esas propuestas presentadas a la Universidad Nacional y el PNUD fueron analizadas en La Habana, además de los 61 representantes de víctimas que participaron en los diálogos en Cuba”, puntualizó la funcionaria. Pero ella misma asegura que está más que probado que la reparación más importante es la atención sicosocial “por eso nosotros pasamos de tener 2 y 3 psicólogas a tener 13 psicólogas en la territorial, es muy importante esa atención”.

La directora territorial de la Unidad de Victimas, que también es víctima del conflicto, cierra sus comentarios advirtiendo que la historia recordará a cada uno de los que apoyan o se oponen a esta paz con la guerrilla más antigua del continente, y se le dará la recompensa que le toque según el resultado.

“Una verdad completa, para nosotros las victimas es el punto importante porque a través de la verdad llega la justicia, garantías de no repetición. El tribunal especial para la paz es una clave para este posconflicto”: Mara Helena Nieto Álvarez.

“El mayor error que hemos tenido los colombianos durante este proceso es permitir que se politice. Esta paz no es de nadie, es del pueblo colombiano. No es posible que el mundo entero esté equivocado y solo los colombianos neguemos esta razón”, Juanita Ramírez Gutiérrez, directora territorial Unidad de Víctimas.

Por Andrés Llamas Nova / EL PILÓN

Historias
24 septiembre, 2016

Las víctimas exhuman el perdón y entierran la guerra

Se dice que en Colombia cada ciudadano ha sido víctima o familiar de víctimas del conflicto armado durante las últimas cinco décadas, de manera directa o indirecta; y es en este momento crucial para el país que las víctimas son consideradas los maestros del perdón.


Para las víctimas del conflicto armado en Colombia, 9,5 millones entre desplazados, muertos, desaparecidos, sus familias, etc. el momento que vive el país los ha sacado a la luz, puesto que están en boca de la opinión pública como protagonistas de los acuerdos de La Habana; en cada uno de los seis puntos del documento final se busca de una u otra manera reparar sus heridas, que conozcan la verdad y que nunca más sean tocados por la cruda violencia.

Son 10 los principios del punto 5: Acuerdo sobre las víctimas del conflicto. El reconocimiento de las víctimas, reconocimiento de la responsabilidad, satisfacción de sus derechos, su participación, esclarecimiento de la verdad, la reparación, garantías de protección y seguridad, garantías de no repetición, principio de reconciliación y enfoque de derechos.

El diario EL PILÓN analiza este punto del Acuerdo Final que ha sido reconocido por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, ONU, con la directora de la Unidad de Víctimas territorial Cesar- Guajira, Juana Ramírez Gutiérrez, y Mara Nieto Álvarez, una de las víctimas del Cesar reconocida por su la lucha por la reivindicación de los afectados por la violencia.

Cómo pasar de la ira, frustración y la pena al perdón

La historia de Mara Helena Nieto Álvarez, una líder social vallenata, termina con un Sí rotundo al proceso entre la guerrilla de las Farc y el gobierno nacional. Su testimonio se adhiere al de millones de personas en Colombia que de una forma excepcional han exhumado sus más nobles sentimientos frente a los que los masacraron.

Ella se hizo visible en Colombia al atravesar el país buscando a su hermano José Luis Nieto Álvarez, el joven de 24 años que desapareció el 22 de mayo de 2003 cuando se dirigía a vender tintos en la Terminal de Transportes de Valledupar.

“Aparece el ‘gran proceso’ del gobierno de Uribe a donde se hicieron unas desmovilizaciones que yo empecé a perseguir: visité el Meta, en La Ceja – Antioquia, Casanare, María La Baja – Bolívar. Comencé a conocer jefes paramilitares como ‘Doble Cero’, ‘HH’, anhelaba justicia. Luego le escribí al doctor Luis Carlos Restrepo para que me ayudara a encontrarlo, pero mi hermano no aparecía”, dice Mara.

Vivo o muerto lo buscó durante cinco años, cuando después de ir y venir, soportar incluso a un paramilitar que en una calle del barrio Primero de Mayo le dijo, “Mara no lo busques más, a tu hermano le pegaron cinco tiros”, la noticia llegó.

Los restos de José Luis Nieto Álvarez aparecieron y fueron entregados gracias a la insistencia de Mara ante la Fiscalía General de la Nación y a las cámaras de televisión que se le pegaron al conocer la noticia sensacionalista de su travesía y el hallazgo de los huesos. Según el reporte de las autoridades, el 29 de agosto de 2003, tres meses después de su desaparición, el joven fue asesinado, pero su familia solo lo supo el 8 de marzo de 2008, cuando les reportan en Villavicencio que había sido dado de baja como supuesto paramilitar en enfrentamientos con el Ejército.

“Estaba enterrado ahí hacían cinco años, en una bóveda como NN: 5307, jamás había estado en una exhumación, esperaba un cajón, pero había una bolsa y de ella salió un cráneo que corrió hasta mis pies. La experiencia no puedo describirla”, manifiesta.

El esclarecimiento de la verdad

Una vez Mara recibió los restos de su hermano, continuó en su travesía por la verdad. Recibió una un montón de papeles que contenían el caso en dónde se reseñaba a su hermano muerto violentamente.

“Mucho antes de que yo trajera a mi hermano le pregunté al fiscal ¿quién mató a mi hermano? Me dice que él era un victimario, combatiente, concierto para delinquir, delincuente de Villavicencio”, narra Mara sobre las respuestas de la Fiscalía 39 del Meta.

Luego de hallar los restos óseos de su hermano, inició otra travesía, la de conocer la verdad, las circunstancias, los responsables y otros misterios que dice, no se han esclarecido.

“Perdí la confianza en la institucionalidad. En la Fiscalía de Valledupar no sabían que los restos habían aparecido. Durante 97 días leí todo los papeles que me entregaron y me di cuenta que la cédula de mi hermano estaba errada, por cierto, busqué el número de cédula que dieron desde el Meta y resultó ser de un funcionario público de Valledupar. Esta cédula puede votar cada año y no entiendo cómo un documento registrado como muerto, puede ejercer ciudadanía”, comentó.

Hoy después de tantos años Mara tiene el reconocimiento nacional y regional que pocos líderes de víctimas poseen en Colombia. Su historia ha sido narrada en diferentes escenarios y el objetivo, dice, es la no repetición.

“Votaré si porque los argumentos más grandes que tengo es que no vi esta violencia a través de la prensa. Es una mejor opción, prefiero vivir esta paz que se ofrece que una guerra duradera”, concluyó.

El Sistema Integral de verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, numeral 5.1 del punto 5 del Acuerdo Final, es una instancia creada con el fin de cumplir con lo pactado: las víctimas son el centro el acuerdo y en respuesta a sus testimonios, propuestas y expectativas, se crea el sistema. No volverá a ocurrir el derramamiento de sangre, plantean los logros en La Habana.

“La historia los recordará”

Por las oficinas de la Unidad de Atención y Reparación Integral a Víctimas, que dirige Juana Ramírez Gutiérrez en el centro de Valledupar, han pasado decenas de miles de personas buscando los auxilios que el Gobierno Nacional estableció en el marco de la Ley 1448 de 2011 o Ley de Víctimas. Ha tenido que escuchar las quejas, día tras día, las historias y tragedias que fueron cotidianas en los pueblos del Cesar.

Ramírez Gutiérrez asegura que no existe la perfección en los acuerdos de La Habana, pero lo que se plantea allí reafirma la importancia indiscutible de los afectados y garantiza lo que ellos requieren.
“Los derechos de las víctimas no son negociables”, dice Ramírez Gutiérrez al referirse a lo que contempla el punto 5 de los acuerdos y es que allí se plantea que para las víctimas, pilares de la negociación, debe reafirmarse la respuesta que ya viene dando el Estado desde 2011.

“El pueblo colombiano y las víctimas son pobres, de estratos menos favorecidos y la participación de las víctimas debe darse de manera efectiva. A la mesa de negociaciones en La Habana llegaron 17 mil solicitudes de víctimas para participar, más de tres mil participaron en los foros que se hicieron en cuatro ciudades colombianas y esas propuestas presentadas a la Universidad Nacional y el PNUD fueron analizadas en La Habana, además de los 61 representantes de víctimas que participaron en los diálogos en Cuba”, puntualizó la funcionaria. Pero ella misma asegura que está más que probado que la reparación más importante es la atención sicosocial “por eso nosotros pasamos de tener 2 y 3 psicólogas a tener 13 psicólogas en la territorial, es muy importante esa atención”.

La directora territorial de la Unidad de Victimas, que también es víctima del conflicto, cierra sus comentarios advirtiendo que la historia recordará a cada uno de los que apoyan o se oponen a esta paz con la guerrilla más antigua del continente, y se le dará la recompensa que le toque según el resultado.

“Una verdad completa, para nosotros las victimas es el punto importante porque a través de la verdad llega la justicia, garantías de no repetición. El tribunal especial para la paz es una clave para este posconflicto”: Mara Helena Nieto Álvarez.

“El mayor error que hemos tenido los colombianos durante este proceso es permitir que se politice. Esta paz no es de nadie, es del pueblo colombiano. No es posible que el mundo entero esté equivocado y solo los colombianos neguemos esta razón”, Juanita Ramírez Gutiérrez, directora territorial Unidad de Víctimas.

Por Andrés Llamas Nova / EL PILÓN