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Columnista - 7 diciembre, 2016

Las sociedades pueden corromperse

El tema que aboco no es ciertamente de mi competencia profesional, pero siempre me ha preocupado. Y, en definitiva, nos importa a todos. Se trata de las grandes compulsiones del ser humano que juntamente con las guerras, son el azote de la humanidad. El médico colombiano, Mauro Torres, antropólogo, historiador, filósofo, investigador, miembro de la […]

El tema que aboco no es ciertamente de mi competencia profesional, pero siempre me ha preocupado. Y, en definitiva, nos importa a todos.

Se trata de las grandes compulsiones del ser humano que juntamente con las guerras, son el azote de la humanidad.

El médico colombiano, Mauro Torres, antropólogo, historiador, filósofo, investigador, miembro de la Academia Española de Historia, de comprobada autoridad científica e histórica, en su libro Las Grandes Compulsiones, nos expone de qué se trata.

He aquí un listado, no exhaustivo, de algunas compulsiones adictivas: adulterio, incendiario, violencia, pedofilia, incesto, hurto, corrupción, crimen, vagancia, juego, tabaquismo, drogadicción, obesidad, mitomanía.

Son fuerzas poderosas de la mente que impelen y compelen de tal manera la voluntad natural de la persona que doblegan su libertad, y la hacen irresponsable, inimputable, de su conducta invertida que, sin embargo, no la amarga sino que le producen infinito placer. ¡Qué paradoja!

Su origen. En términos sencillos podemos decir que es un gen “mutagénico débil” causado por el alcohol (etanol), presente en las bebidas embriagantes, el cual afecta la célula germinal, ovulo o espermatozoide, que interviene en la formación disfuncional de parte del cerebro. En éste se originan las compulsiones que por azar se transmiten por herencia, de generación en generación, dilatando el daño que exponencialmente se aumenta con el crecimiento demográfico. ¡Que fatalidad!

Lo cual no siempre fue así. Existe una explicación científica e histórica, que brevemente resumo:
Terminado el periodo evolutivo del hombre, el cual pudo haber durado unos ocho millones de años, los pueblos más avanzados de la humanidad, conocidos como magdalenienses, venidos a Eurasia hacia el año 20.000 A. C., ya gozaban de un cerebro moderno, sus comportamientos eran depurados, racionales, verbales y reflexivos. Desconocían la existencia y el consumo de las bebidas alcohólicas.

Esos pueblos se dedicaron a construir la civilización, descubrir la agricultura, la ganadería, a edificar aldeas y ciudades, unas de las más notables: Jericó, con sus fuertes murallas, en el año 9000 A. C.

Pasó que más o menos hacia los años 6.000 A. C., se descubrió la existencia ruinosa de la ciudad de Catal Huyuk, situada en la Turquía actual, y allí se revela un fenómeno nuevo, mediante hallazgos arqueológicos, qué esa ciudad sí conocía la existencia de las bebidas alcohólicas, cerveza y vinos, etc., y las consumía frecuentemente

Dichas investigaciones fueron acreditadas por la civilización de Sumer, territorio de la actual Irak, hacia los años 4.000 A. C., donde se han encontrado documentos ya escritos acerca de la existencia, culto y consumo, constante, de las bebidas espirituosas a base de alcohol, y que hasta los dioses sumerios permanecían alcoholizados.

Las investigaciones históricas y científicas han demostrado que el hombre antes de comenzar a ingerir las bebidas alcohólicas no era guerrerista, ni sufría de las dolencias mentales y comportamentales originadas por las grandes compulsiones adictivas.

¿Cómo prevenir o sanar tales enfermedades letales, destructoras de vidas y obstáculos, para lograr la convivencia de la familia humana? La ciencia médica tiene la respuesta, y es cuestión de consultarla.

NOTA: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.
[email protected]

Columnista
7 diciembre, 2016

Las sociedades pueden corromperse

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

El tema que aboco no es ciertamente de mi competencia profesional, pero siempre me ha preocupado. Y, en definitiva, nos importa a todos. Se trata de las grandes compulsiones del ser humano que juntamente con las guerras, son el azote de la humanidad. El médico colombiano, Mauro Torres, antropólogo, historiador, filósofo, investigador, miembro de la […]


El tema que aboco no es ciertamente de mi competencia profesional, pero siempre me ha preocupado. Y, en definitiva, nos importa a todos.

Se trata de las grandes compulsiones del ser humano que juntamente con las guerras, son el azote de la humanidad.

El médico colombiano, Mauro Torres, antropólogo, historiador, filósofo, investigador, miembro de la Academia Española de Historia, de comprobada autoridad científica e histórica, en su libro Las Grandes Compulsiones, nos expone de qué se trata.

He aquí un listado, no exhaustivo, de algunas compulsiones adictivas: adulterio, incendiario, violencia, pedofilia, incesto, hurto, corrupción, crimen, vagancia, juego, tabaquismo, drogadicción, obesidad, mitomanía.

Son fuerzas poderosas de la mente que impelen y compelen de tal manera la voluntad natural de la persona que doblegan su libertad, y la hacen irresponsable, inimputable, de su conducta invertida que, sin embargo, no la amarga sino que le producen infinito placer. ¡Qué paradoja!

Su origen. En términos sencillos podemos decir que es un gen “mutagénico débil” causado por el alcohol (etanol), presente en las bebidas embriagantes, el cual afecta la célula germinal, ovulo o espermatozoide, que interviene en la formación disfuncional de parte del cerebro. En éste se originan las compulsiones que por azar se transmiten por herencia, de generación en generación, dilatando el daño que exponencialmente se aumenta con el crecimiento demográfico. ¡Que fatalidad!

Lo cual no siempre fue así. Existe una explicación científica e histórica, que brevemente resumo:
Terminado el periodo evolutivo del hombre, el cual pudo haber durado unos ocho millones de años, los pueblos más avanzados de la humanidad, conocidos como magdalenienses, venidos a Eurasia hacia el año 20.000 A. C., ya gozaban de un cerebro moderno, sus comportamientos eran depurados, racionales, verbales y reflexivos. Desconocían la existencia y el consumo de las bebidas alcohólicas.

Esos pueblos se dedicaron a construir la civilización, descubrir la agricultura, la ganadería, a edificar aldeas y ciudades, unas de las más notables: Jericó, con sus fuertes murallas, en el año 9000 A. C.

Pasó que más o menos hacia los años 6.000 A. C., se descubrió la existencia ruinosa de la ciudad de Catal Huyuk, situada en la Turquía actual, y allí se revela un fenómeno nuevo, mediante hallazgos arqueológicos, qué esa ciudad sí conocía la existencia de las bebidas alcohólicas, cerveza y vinos, etc., y las consumía frecuentemente

Dichas investigaciones fueron acreditadas por la civilización de Sumer, territorio de la actual Irak, hacia los años 4.000 A. C., donde se han encontrado documentos ya escritos acerca de la existencia, culto y consumo, constante, de las bebidas espirituosas a base de alcohol, y que hasta los dioses sumerios permanecían alcoholizados.

Las investigaciones históricas y científicas han demostrado que el hombre antes de comenzar a ingerir las bebidas alcohólicas no era guerrerista, ni sufría de las dolencias mentales y comportamentales originadas por las grandes compulsiones adictivas.

¿Cómo prevenir o sanar tales enfermedades letales, destructoras de vidas y obstáculos, para lograr la convivencia de la familia humana? La ciencia médica tiene la respuesta, y es cuestión de consultarla.

NOTA: si visitas a Pueblo Bello notarás que allí tu mente piensa mejor.
[email protected]