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Farándula - 26 mayo, 2017

Las sesenta ruedas de Diomedes

Desde la ciudad de Sincelejo, Eddi José Daniels escribió este análisis sobre la vida del cantante de música vallenata y su importancia en el folclor del Valle del Cacique Upar.

Hoy cumple Diomedes Díaz sesenta años: la edad que según las investigaciones científicas es la etapa más fértil y productiva de los seres humanos. Apreciaciones bien definidas y que han sido ampliamente comprobadas con el paso del tiempo. Y utilizo el verbo en presente porque para Colombia y particularmente para todos los amantes de la música vallenata ‘El Cacique de La Junta’ no ha muerto y hoy sigue más vivo que nunca, deleitando y complaciendo con sus inmortales canciones a su monumental fanaticada. Porque, como lo venimos percibiendo, los cuarenta y un meses que han transcurrido desde aquel triste 22 de diciembre de 2013 cuando Diomedes partió para la eternidad, han sido ignorados por el sentimiento colombiano, y la fortaleza colectiva, la constancia musical y el desarrollo folclórico mantienen viva e imperecedera la imagen del artista.

Reviviendo la historia, y trasladándonos unos años atrás, hoy sería un día festivo y de grandes vuelos para los amantes de la música vallenata, sobre todo para quienes siempre nos hemos considerado diomedistas. Pues, muchos días como hoy, 26 de mayo, vimos aparecer, en tiempos lejanos, sus elepés, y más reciente, sus cidis, cargados con doce o más canciones para embrujar, deleitar y cautivar el entusiasmo de su fanaticada. Hoy, con toda seguridad, estaríamos disfrutando su álbum número 34 y allí figurarían, por supuesto, las canciones de Aurelio Núñez, Efrén Calderón, José Alfonso ‘Chiche’ Maestre, Marciano Martínez, Romualdo Brito, Iván valle y Omar Geles, considerados los mejores letristas de los últimos años. Y, desde luego, también encontraríamos dos o tres canciones de ‘El Cacique’, acostumbrado a sorprendernos con sus temas festivos, amorosos y familiares.

Sin embargo, como no podemos deslindarnos de la realidad, hoy, cuando han trascurrido más de tres años de su fallecimiento, me es gratísimo afirmar que Diomedes Díaz si supo “hacer caminos sobre la mar”, como decía en el siglo pasado el célebre escritor español, don Antonio Machado. Y fue un camino que transitó desde muy joven, cuando apenas despuntaba su juventud, y lo culminó tras haber superado un poco más del medio siglo de existencia. Fueron casi cuarenta años de vida artística que le atesoraron una fama insuperable y lo convirtieron, según los comentarios, en el más generoso, en el más aclamado y en el más prolífico de los artistas contemporáneos del país. Por eso, con mucha objetividad afirmo que ‘El Cacique de La Junta’, como fue calificado cariñosamente por su amigo Rafael Orozco, el genial vocalista de El Binomio de Oro, fue un cantante fuera de serie: auténtico en sus actuaciones, dueño de un talante inconfundible y cargado de un inigualable carisma personal.

Diomedes nació grande, murió grande y sigue siendo grande, al igual que muchos artistas del universo musical. Su grandeza, indudablemente, quedó impresa en los más de quinientos surcos que grabó para la posteridad y que hoy, la gran mayoría, siguen conservando la misma resonancia que tuvieron desde su nacimiento. Son canciones que al oírlas reflejan el estilo sui generis y el dominio escénico que mantenía el cantante en todas sus presentaciones. Una serie de mímicas, gestos y movimientos peculiares, que eran aplaudidos por el enloquecido fanatismo y supieron calar hondamente en el sentimiento popular. Diomedes, como nadie lo ha hecho, era un verdadero espectáculo en la tarima, donde, inspirado por las infinitas aclamaciones, sabía comportarse con la altura, la sencillez y la complacencia para sus admiradores. Muchísima gente, antes de bailar, prefería verlo cantar para así apreciar sus ademanes y la magia cautivadora de su vocalización.

La impronta musical de Diomedes Díaz quedó labrada con letra de oro desde comienzos de 1977 cuando publicó sus primeros álbumes con el recordado acordeonista Elberto ‘Debe’ López, miembro de una de las familias de músicos más prestigiosas del Cesar. Eran los tiempos en que el país, y concretamente la costa Caribe, disfrutaban la época más gloriosa que ha tenido la música vallenata en toda su evolución. Porque, en efecto, fue la década del setenta la que vio nacer las agrupaciones musicales más prestigiosas y perdurables de todos los tiempos: Los Hermanos López con Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, Los Cañaguateros, El Binomio de Oro, Los Betos, Los Hermanos Meriño con Silvio Brito y otras de una efímera aparición. Y, también, esta fue la época que vio surgir una pléyade de compositores inmortales, como Gustavo Gutiérrez, Santander Durán Escalona, Fernando Meneses, Edilberto Daza, Emilianito Zuleta y muchos más.

Muy sincero me atrevo a expresar que hoy todos los diomedistas estamos cumpliendo año. Las sesenta ruedas que hoy coronamos son el mejor estímulo para seguir manteniendo viva la imagen de nuestro querido y recordado cantante. Todos sus devotos sabemos que Diomedes físicamente no está con nosotros, pero si lo está en cada una de sus canciones, de sus versos, de sus frases y de sus expresiones y gritos particulares. Y como hoy, por razones de la providencia, no podemos escuchar su álbum número 34, escojamos al azar cualquiera de su vasto repertorio y celebremos entonando sus canciones. Con toda seguridad, Diomedes, con su fuerza sobrenatural, su omnipresencia divina y su canto celestial, se tornará generoso en venir a disfrutar y cantar su happy birthday con nosotros.

Por Eddie José Daniels García

 

 

Farándula
26 mayo, 2017

Las sesenta ruedas de Diomedes

Desde la ciudad de Sincelejo, Eddi José Daniels escribió este análisis sobre la vida del cantante de música vallenata y su importancia en el folclor del Valle del Cacique Upar.


Hoy cumple Diomedes Díaz sesenta años: la edad que según las investigaciones científicas es la etapa más fértil y productiva de los seres humanos. Apreciaciones bien definidas y que han sido ampliamente comprobadas con el paso del tiempo. Y utilizo el verbo en presente porque para Colombia y particularmente para todos los amantes de la música vallenata ‘El Cacique de La Junta’ no ha muerto y hoy sigue más vivo que nunca, deleitando y complaciendo con sus inmortales canciones a su monumental fanaticada. Porque, como lo venimos percibiendo, los cuarenta y un meses que han transcurrido desde aquel triste 22 de diciembre de 2013 cuando Diomedes partió para la eternidad, han sido ignorados por el sentimiento colombiano, y la fortaleza colectiva, la constancia musical y el desarrollo folclórico mantienen viva e imperecedera la imagen del artista.

Reviviendo la historia, y trasladándonos unos años atrás, hoy sería un día festivo y de grandes vuelos para los amantes de la música vallenata, sobre todo para quienes siempre nos hemos considerado diomedistas. Pues, muchos días como hoy, 26 de mayo, vimos aparecer, en tiempos lejanos, sus elepés, y más reciente, sus cidis, cargados con doce o más canciones para embrujar, deleitar y cautivar el entusiasmo de su fanaticada. Hoy, con toda seguridad, estaríamos disfrutando su álbum número 34 y allí figurarían, por supuesto, las canciones de Aurelio Núñez, Efrén Calderón, José Alfonso ‘Chiche’ Maestre, Marciano Martínez, Romualdo Brito, Iván valle y Omar Geles, considerados los mejores letristas de los últimos años. Y, desde luego, también encontraríamos dos o tres canciones de ‘El Cacique’, acostumbrado a sorprendernos con sus temas festivos, amorosos y familiares.

Sin embargo, como no podemos deslindarnos de la realidad, hoy, cuando han trascurrido más de tres años de su fallecimiento, me es gratísimo afirmar que Diomedes Díaz si supo “hacer caminos sobre la mar”, como decía en el siglo pasado el célebre escritor español, don Antonio Machado. Y fue un camino que transitó desde muy joven, cuando apenas despuntaba su juventud, y lo culminó tras haber superado un poco más del medio siglo de existencia. Fueron casi cuarenta años de vida artística que le atesoraron una fama insuperable y lo convirtieron, según los comentarios, en el más generoso, en el más aclamado y en el más prolífico de los artistas contemporáneos del país. Por eso, con mucha objetividad afirmo que ‘El Cacique de La Junta’, como fue calificado cariñosamente por su amigo Rafael Orozco, el genial vocalista de El Binomio de Oro, fue un cantante fuera de serie: auténtico en sus actuaciones, dueño de un talante inconfundible y cargado de un inigualable carisma personal.

Diomedes nació grande, murió grande y sigue siendo grande, al igual que muchos artistas del universo musical. Su grandeza, indudablemente, quedó impresa en los más de quinientos surcos que grabó para la posteridad y que hoy, la gran mayoría, siguen conservando la misma resonancia que tuvieron desde su nacimiento. Son canciones que al oírlas reflejan el estilo sui generis y el dominio escénico que mantenía el cantante en todas sus presentaciones. Una serie de mímicas, gestos y movimientos peculiares, que eran aplaudidos por el enloquecido fanatismo y supieron calar hondamente en el sentimiento popular. Diomedes, como nadie lo ha hecho, era un verdadero espectáculo en la tarima, donde, inspirado por las infinitas aclamaciones, sabía comportarse con la altura, la sencillez y la complacencia para sus admiradores. Muchísima gente, antes de bailar, prefería verlo cantar para así apreciar sus ademanes y la magia cautivadora de su vocalización.

La impronta musical de Diomedes Díaz quedó labrada con letra de oro desde comienzos de 1977 cuando publicó sus primeros álbumes con el recordado acordeonista Elberto ‘Debe’ López, miembro de una de las familias de músicos más prestigiosas del Cesar. Eran los tiempos en que el país, y concretamente la costa Caribe, disfrutaban la época más gloriosa que ha tenido la música vallenata en toda su evolución. Porque, en efecto, fue la década del setenta la que vio nacer las agrupaciones musicales más prestigiosas y perdurables de todos los tiempos: Los Hermanos López con Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, Los Cañaguateros, El Binomio de Oro, Los Betos, Los Hermanos Meriño con Silvio Brito y otras de una efímera aparición. Y, también, esta fue la época que vio surgir una pléyade de compositores inmortales, como Gustavo Gutiérrez, Santander Durán Escalona, Fernando Meneses, Edilberto Daza, Emilianito Zuleta y muchos más.

Muy sincero me atrevo a expresar que hoy todos los diomedistas estamos cumpliendo año. Las sesenta ruedas que hoy coronamos son el mejor estímulo para seguir manteniendo viva la imagen de nuestro querido y recordado cantante. Todos sus devotos sabemos que Diomedes físicamente no está con nosotros, pero si lo está en cada una de sus canciones, de sus versos, de sus frases y de sus expresiones y gritos particulares. Y como hoy, por razones de la providencia, no podemos escuchar su álbum número 34, escojamos al azar cualquiera de su vasto repertorio y celebremos entonando sus canciones. Con toda seguridad, Diomedes, con su fuerza sobrenatural, su omnipresencia divina y su canto celestial, se tornará generoso en venir a disfrutar y cantar su happy birthday con nosotros.

Por Eddie José Daniels García