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Columnista - 11 noviembre, 2016

La Restitución

“Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta”. Joel 2,25 Restituir es restablecer o devolver una cosa a quien la tenía antes o volverla al estado que tenía antes. Hoy tomamos un texto de Joel para hablar de restitución. El profeta Joel escribió por allá en los […]

“Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta”. Joel 2,25

Restituir es restablecer o devolver una cosa a quien la tenía antes o volverla al estado que tenía antes. Hoy tomamos un texto de Joel para hablar de restitución.

El profeta Joel escribió por allá en los años 835 a.C. primero describe la devastación de Judá por una invasión de langostas, luego registra la inminencia de un juicio de Dios aun mayor desde el norte y finalmente declara las promesas de restauración bajo la condición de un humilde arrepentimiento.

La situación real del pueblo era de sufrimiento, habían pasado por duras experiencias de pérdidas: sus ciudades destruidas, sus campos despojados y encima una serie de calamidades naturales como plagas y sequía habían diezmado sus recursos y destruido sus esperanzas.

En medio de tal adversidad, Dios se muestra como el restaurador. Dios nos revela que en todas las circunstancias de la vida, él estará pendiente, ordenando que las condiciones por difíciles que parezcan, siempre estén sujetas, cumpliendo la función para la cual Dios les permite quedarse.

Amados amigos: ¡La mano poderosa de Dios siempre estará presente! Es muy importante entender esto, porque en tiempos de tiempos de calamidad, creemos que Dios se ha olvidado de nosotros o que la situación se le ha escapado de las manos. Dios es omnisciente y nada se escapa a su conocimiento, no solamente conoce lo que está sucediendo, sino que él mismo es el que encausa los acontecimientos para lograr en nosotros ciertos cambios.

Dos grandes verdades emergen de esta historia de Joel, la primera es que todas las circunstancias y acontecimientos en la vida del ser humano están al servicio de los propósitos eternos. En ningún momento Dios deja de ejercer su soberanía sobre todos los elementos, sino que dispone de ellos como le place y en la medida en que nosotros se lo permitimos en el buen uso de nuestra libertad y autonomía.

La segunda verdad es que las calamidades, adversidades y dificultades tienen una vida corta y siempre serán temporales. No se quedarán para siempre con nosotros, no tienen larga vida ni cumplen el propósito de aniquilarnos y atormentarnos indefinidamente. Tendremos las dificultades por un tiempo corto, cumplido su tiempo y propósito, son quitadas y Dios restaura y restituye lo que se había perdido.

Por ejemplo, en la vida del patriarca Job, cuando terminó la prueba, Dios quitó la aflicción y le devolvió el doble de lo que había perdido. José, después de la aflicción y de los años de prisión y esclavitud, alcanzó los mayores honores y recursos del país.

El cumplimiento de estas verdades revela el corazón tierno de Dios, cuyo deseo principal es bendecir y prosperar a sus hijos. Cuando pasa la hora de la prueba, Dios trae la calma y restituye y multiplica su favor sobre nosotros.

Si hoy estás pasando por aflicción o calamidad, recuerda que Dios restituirá todo lo que la vida nos ha quitado. Confía en el Señor y en sus promesas de restitución y creamos a la declaración del salmista: “Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”.

Un Abrazo y muchas bendiciones en Cristo…

Columnista
11 noviembre, 2016

La Restitución

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta”. Joel 2,25 Restituir es restablecer o devolver una cosa a quien la tenía antes o volverla al estado que tenía antes. Hoy tomamos un texto de Joel para hablar de restitución. El profeta Joel escribió por allá en los […]


“Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta”. Joel 2,25

Restituir es restablecer o devolver una cosa a quien la tenía antes o volverla al estado que tenía antes. Hoy tomamos un texto de Joel para hablar de restitución.

El profeta Joel escribió por allá en los años 835 a.C. primero describe la devastación de Judá por una invasión de langostas, luego registra la inminencia de un juicio de Dios aun mayor desde el norte y finalmente declara las promesas de restauración bajo la condición de un humilde arrepentimiento.

La situación real del pueblo era de sufrimiento, habían pasado por duras experiencias de pérdidas: sus ciudades destruidas, sus campos despojados y encima una serie de calamidades naturales como plagas y sequía habían diezmado sus recursos y destruido sus esperanzas.

En medio de tal adversidad, Dios se muestra como el restaurador. Dios nos revela que en todas las circunstancias de la vida, él estará pendiente, ordenando que las condiciones por difíciles que parezcan, siempre estén sujetas, cumpliendo la función para la cual Dios les permite quedarse.

Amados amigos: ¡La mano poderosa de Dios siempre estará presente! Es muy importante entender esto, porque en tiempos de tiempos de calamidad, creemos que Dios se ha olvidado de nosotros o que la situación se le ha escapado de las manos. Dios es omnisciente y nada se escapa a su conocimiento, no solamente conoce lo que está sucediendo, sino que él mismo es el que encausa los acontecimientos para lograr en nosotros ciertos cambios.

Dos grandes verdades emergen de esta historia de Joel, la primera es que todas las circunstancias y acontecimientos en la vida del ser humano están al servicio de los propósitos eternos. En ningún momento Dios deja de ejercer su soberanía sobre todos los elementos, sino que dispone de ellos como le place y en la medida en que nosotros se lo permitimos en el buen uso de nuestra libertad y autonomía.

La segunda verdad es que las calamidades, adversidades y dificultades tienen una vida corta y siempre serán temporales. No se quedarán para siempre con nosotros, no tienen larga vida ni cumplen el propósito de aniquilarnos y atormentarnos indefinidamente. Tendremos las dificultades por un tiempo corto, cumplido su tiempo y propósito, son quitadas y Dios restaura y restituye lo que se había perdido.

Por ejemplo, en la vida del patriarca Job, cuando terminó la prueba, Dios quitó la aflicción y le devolvió el doble de lo que había perdido. José, después de la aflicción y de los años de prisión y esclavitud, alcanzó los mayores honores y recursos del país.

El cumplimiento de estas verdades revela el corazón tierno de Dios, cuyo deseo principal es bendecir y prosperar a sus hijos. Cuando pasa la hora de la prueba, Dios trae la calma y restituye y multiplica su favor sobre nosotros.

Si hoy estás pasando por aflicción o calamidad, recuerda que Dios restituirá todo lo que la vida nos ha quitado. Confía en el Señor y en sus promesas de restitución y creamos a la declaración del salmista: “Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”.

Un Abrazo y muchas bendiciones en Cristo…