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Columnista - 11 septiembre, 2017

La reconciliación

El pasado miércoles el Papa Francisco, llegó a Bogotá, donde fue recibido por el Presidente Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez, recibió los honores propios de un Jefe de Estado, al día siguiente tuvo su encuentro con los feligreses a quienes bendijo desde el Palacio Cardenalicio en la Plaza de Bolívar, y luego de […]

El pasado miércoles el Papa Francisco, llegó a Bogotá, donde fue recibido por el Presidente Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez, recibió los honores propios de un Jefe de Estado, al día siguiente tuvo su encuentro con los feligreses a quienes bendijo desde el Palacio Cardenalicio en la Plaza de Bolívar, y luego de cumplir con una apretada agenda, viajó a la capital del Meta, donde celebró la Eucaristía en compañía de una multitudinaria asistencia, y de las víctimas y victimarios del conflicto armado. Francisco escuchó con ternura sus desgarradores testimonios y suplicó ante el mutilado Cristo de Bojayá, por la paz, la justicia y el perdón. En su homilía el Papa dijo que son más difíciles de sanar las heridas del corazón que las heridas del cuerpo; hizo un vehemente llamado para dar el primer paso hacia la reconciliación, haciendo especial énfasis en que para llegar a una verdadera reconciliación, se hace necesario saber la verdad, solo así podrá hablarse de reparación y de perdón.

Ese es Francisco, el Papa latino, en esencia un ser humano extraordinario, que cuida su rebaño, que va al encuentro con sus ovejas, sencillo, humilde y bonachón. Pero siempre del lado de los más vulnerables: Los pobres. Él quiere una Iglesia de pobres, para pobres. Es un firme defensor del medio ambiente, y aboga por el cuidado de la casa que todos habitamos. Pero también defiende la diversidad, la multiculturalidad, el respeto por las demás creencias religiosas.

En Villavicencio también beatificó a los mártires Pedro María Rodríguez, párroco de la Iglesia San Lorenzo, asesinado violentamente por una turba enardecida el 9 de abril de 1948 en Armero (Tolima) y al sacerdote Jesús Emilio Jaramillo Monsalve asesinado por el ELN el 2 de octubre de 1989.

Con su carisma y afabilidad, en especial con los niños, el Santo Padre mostró su lado más humano, su calidez, sencillez y humildad, la facilidad con la que llega a sus ovejas, con mensajes llenos de esperanza, amor y de ternura. A pesar de su apretada agenda, tuvo tiempo para escuchar, saludar, abrazar y besar, tuvo tiempo para orar, y suplicar por el futuro de esta Nación.

Cuando usted lea esta nota, el Papa Francisco habrá visitado Medellín y Cartagena, y habrá regresado a El Vaticano. Pero sin lugar a dudas, la visita del Santo Padre fue esperanzadora, y por momentos conmovedora. Su mensaje central: La invitación a dar el primer paso hacia el encuentro con el hermano, para emprender juntos el camino hacia la reconciliación.

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Columnista
11 septiembre, 2017

La reconciliación

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

El pasado miércoles el Papa Francisco, llegó a Bogotá, donde fue recibido por el Presidente Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez, recibió los honores propios de un Jefe de Estado, al día siguiente tuvo su encuentro con los feligreses a quienes bendijo desde el Palacio Cardenalicio en la Plaza de Bolívar, y luego de […]


El pasado miércoles el Papa Francisco, llegó a Bogotá, donde fue recibido por el Presidente Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez, recibió los honores propios de un Jefe de Estado, al día siguiente tuvo su encuentro con los feligreses a quienes bendijo desde el Palacio Cardenalicio en la Plaza de Bolívar, y luego de cumplir con una apretada agenda, viajó a la capital del Meta, donde celebró la Eucaristía en compañía de una multitudinaria asistencia, y de las víctimas y victimarios del conflicto armado. Francisco escuchó con ternura sus desgarradores testimonios y suplicó ante el mutilado Cristo de Bojayá, por la paz, la justicia y el perdón. En su homilía el Papa dijo que son más difíciles de sanar las heridas del corazón que las heridas del cuerpo; hizo un vehemente llamado para dar el primer paso hacia la reconciliación, haciendo especial énfasis en que para llegar a una verdadera reconciliación, se hace necesario saber la verdad, solo así podrá hablarse de reparación y de perdón.

Ese es Francisco, el Papa latino, en esencia un ser humano extraordinario, que cuida su rebaño, que va al encuentro con sus ovejas, sencillo, humilde y bonachón. Pero siempre del lado de los más vulnerables: Los pobres. Él quiere una Iglesia de pobres, para pobres. Es un firme defensor del medio ambiente, y aboga por el cuidado de la casa que todos habitamos. Pero también defiende la diversidad, la multiculturalidad, el respeto por las demás creencias religiosas.

En Villavicencio también beatificó a los mártires Pedro María Rodríguez, párroco de la Iglesia San Lorenzo, asesinado violentamente por una turba enardecida el 9 de abril de 1948 en Armero (Tolima) y al sacerdote Jesús Emilio Jaramillo Monsalve asesinado por el ELN el 2 de octubre de 1989.

Con su carisma y afabilidad, en especial con los niños, el Santo Padre mostró su lado más humano, su calidez, sencillez y humildad, la facilidad con la que llega a sus ovejas, con mensajes llenos de esperanza, amor y de ternura. A pesar de su apretada agenda, tuvo tiempo para escuchar, saludar, abrazar y besar, tuvo tiempo para orar, y suplicar por el futuro de esta Nación.

Cuando usted lea esta nota, el Papa Francisco habrá visitado Medellín y Cartagena, y habrá regresado a El Vaticano. Pero sin lugar a dudas, la visita del Santo Padre fue esperanzadora, y por momentos conmovedora. Su mensaje central: La invitación a dar el primer paso hacia el encuentro con el hermano, para emprender juntos el camino hacia la reconciliación.

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