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General - 29 abril, 2017

Sigue viva la leyenda de la Virgen del Rosario

Este sábado los fieles católicos asistieron, como todos los años, a la misa mayor en la Catedral de Valledupar y luego a la procesión en conmemoración del día la Virgen del Rosario. La asistencia fue masiva, se reunieron a propios y visitantes por ser la fecha que dio origen a la celebración del Festival de […]

Los vallenatos asistieron como todos los años a la tradicional procesión de la Virgen del Rosario, donde vestidos como indígenas ofrendaron frutas y panes a la imagen religiosa. Joaquín Ramírez.
Los vallenatos asistieron como todos los años a la tradicional procesión de la Virgen del Rosario, donde vestidos como indígenas ofrendaron frutas y panes a la imagen religiosa. Joaquín Ramírez.

Este sábado los fieles católicos asistieron, como todos los años, a la misa mayor en la Catedral de Valledupar y luego a la procesión en conmemoración del día la Virgen del Rosario. La asistencia fue masiva, se reunieron a propios y visitantes por ser la fecha que dio origen a la celebración del Festival de la Leyenda Vallenata.

Durante la procesión, un grupo que representó a los indígenas del Valle del Cacique Upar danzaron por las calles y al mismo tiempo le abrían paso a la imagen de la Virgen; detrás iba el sacerdote, dirigiendo un rosario durante el camino y detrás de él varios hombres cargaban la figura religiosa.

Wilva Willoughby Montero es una vallenata que lleva toda su vida asistiendo a la procesión por agradecimiento a un milagro que, según ella, la realizó la Virgen del Rosario. “Cuando tenía cinco meses de nacida estuve muy enferma y casi me muero; mi mamá que es muy devota, le pidió a la Virgen del Rosario que me cuidara y ella le hizo el milagro, por eso desde hace 47 años nos vestimos de indígenas y bailamos en la procesión”, confesó la mujer.

Oveida Cujia también asiste a la procesión desde que era niña junto a su madre, hoy lo hace en compañía de su hija que desde hace tres años viene vestida como indígena por el milagro que le pidió a la Virgen. “Mi hija sufría de convulsiones y le pedí con mucha devoción a la Virgen del Rosario para que sanara a mi hija y lo hizo, desde hace tres años la visto como indígenas y asistimos a la misa y procesión”, contó la creyente.

La tradición de este día se remonta a una contienda entre indígenas Tupes y los españoles, en la que la Virgen del Rosario rescató milagrosamente a los conquistadores de morir en dos ocasiones. La primera vez, bajo el fuego que desataron los indígenas en la población y la segunda, cuando una laguna de la que se abastecían de agua había sido envenenada.

Según refiere la leyenda, en el momento de la tropelía surge de entre el humo y las llamas la figura deslumbrante y de tierno mirar de una hermosa mujer, que recoge en su manto las flechas encendidas de los indígenas, evitando de ese modo la destrucción del templo y mayores proporciones de la mortandad.

Ante el prodigio de esta aparición, los indígenas huyen despavoridos buscando refugiarse en sus dominios; pero no es fácil ni tranquila su fuga porque el europeo ha reaccionado violento, iniciando una persecución de exterminio bajo el mando del capitán Antonio Suárez De Flórez, manco y valiente conductor de la Guardia Española.

Mientras los indígenas libraban la batalla de a pie, los españoles la emprendieron contra ellos debidamente montados a caballo. Esto permitió que remontando las sabanas de Sicarare, llamadas posteriormente “Del Milagro”, les dieran alcance en la laguna del mismo nombre.

Como los indígenas sabían que de llegar los soldados a este punto estarían agotados y vencidos por la sed, procedieron a envenenar las aguas de la laguna con barbasco, el cual les produciría una intoxicación inmediata y la pérdida de todas sus fuerzas. En esas condiciones, fácil le sería al nativo dar muerte y vencer a sus seguidores.

Pero, ¡He aquí lo inesperado! Nuevamente aparece la figura hermosa de la mujer que surgió en el Templo, que ya los indios conocían, y con un báculo en su mano, uno por uno, iba tocando a los envenenados y uno por uno volvían a la vida. Se había operado el gran milagro.Tomado del Libro La Historia de la Leyenda Vallenata, de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.

Por Sara Maestre DiazGranados

 

General
29 abril, 2017

Sigue viva la leyenda de la Virgen del Rosario

Este sábado los fieles católicos asistieron, como todos los años, a la misa mayor en la Catedral de Valledupar y luego a la procesión en conmemoración del día la Virgen del Rosario. La asistencia fue masiva, se reunieron a propios y visitantes por ser la fecha que dio origen a la celebración del Festival de […]


Los vallenatos asistieron como todos los años a la tradicional procesión de la Virgen del Rosario, donde vestidos como indígenas ofrendaron frutas y panes a la imagen religiosa. Joaquín Ramírez.
Los vallenatos asistieron como todos los años a la tradicional procesión de la Virgen del Rosario, donde vestidos como indígenas ofrendaron frutas y panes a la imagen religiosa. Joaquín Ramírez.

Este sábado los fieles católicos asistieron, como todos los años, a la misa mayor en la Catedral de Valledupar y luego a la procesión en conmemoración del día la Virgen del Rosario. La asistencia fue masiva, se reunieron a propios y visitantes por ser la fecha que dio origen a la celebración del Festival de la Leyenda Vallenata.

Durante la procesión, un grupo que representó a los indígenas del Valle del Cacique Upar danzaron por las calles y al mismo tiempo le abrían paso a la imagen de la Virgen; detrás iba el sacerdote, dirigiendo un rosario durante el camino y detrás de él varios hombres cargaban la figura religiosa.

Wilva Willoughby Montero es una vallenata que lleva toda su vida asistiendo a la procesión por agradecimiento a un milagro que, según ella, la realizó la Virgen del Rosario. “Cuando tenía cinco meses de nacida estuve muy enferma y casi me muero; mi mamá que es muy devota, le pidió a la Virgen del Rosario que me cuidara y ella le hizo el milagro, por eso desde hace 47 años nos vestimos de indígenas y bailamos en la procesión”, confesó la mujer.

Oveida Cujia también asiste a la procesión desde que era niña junto a su madre, hoy lo hace en compañía de su hija que desde hace tres años viene vestida como indígena por el milagro que le pidió a la Virgen. “Mi hija sufría de convulsiones y le pedí con mucha devoción a la Virgen del Rosario para que sanara a mi hija y lo hizo, desde hace tres años la visto como indígenas y asistimos a la misa y procesión”, contó la creyente.

La tradición de este día se remonta a una contienda entre indígenas Tupes y los españoles, en la que la Virgen del Rosario rescató milagrosamente a los conquistadores de morir en dos ocasiones. La primera vez, bajo el fuego que desataron los indígenas en la población y la segunda, cuando una laguna de la que se abastecían de agua había sido envenenada.

Según refiere la leyenda, en el momento de la tropelía surge de entre el humo y las llamas la figura deslumbrante y de tierno mirar de una hermosa mujer, que recoge en su manto las flechas encendidas de los indígenas, evitando de ese modo la destrucción del templo y mayores proporciones de la mortandad.

Ante el prodigio de esta aparición, los indígenas huyen despavoridos buscando refugiarse en sus dominios; pero no es fácil ni tranquila su fuga porque el europeo ha reaccionado violento, iniciando una persecución de exterminio bajo el mando del capitán Antonio Suárez De Flórez, manco y valiente conductor de la Guardia Española.

Mientras los indígenas libraban la batalla de a pie, los españoles la emprendieron contra ellos debidamente montados a caballo. Esto permitió que remontando las sabanas de Sicarare, llamadas posteriormente “Del Milagro”, les dieran alcance en la laguna del mismo nombre.

Como los indígenas sabían que de llegar los soldados a este punto estarían agotados y vencidos por la sed, procedieron a envenenar las aguas de la laguna con barbasco, el cual les produciría una intoxicación inmediata y la pérdida de todas sus fuerzas. En esas condiciones, fácil le sería al nativo dar muerte y vencer a sus seguidores.

Pero, ¡He aquí lo inesperado! Nuevamente aparece la figura hermosa de la mujer que surgió en el Templo, que ya los indios conocían, y con un báculo en su mano, uno por uno, iba tocando a los envenenados y uno por uno volvían a la vida. Se había operado el gran milagro.Tomado del Libro La Historia de la Leyenda Vallenata, de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata.

Por Sara Maestre DiazGranados