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Columnista - 3 febrero, 2017

La perspectiva

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”. Salmos 90,12. Pensando en las tantas cosas que nos trajo el nuevo año, es fácil enfocarse en lo que va mal; en lo que no tenemos y en lo grande que son los obstáculos. Esto puede eclipsar todas las cosas buenas que […]

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”. Salmos 90,12.

Pensando en las tantas cosas que nos trajo el nuevo año, es fácil enfocarse en lo que va mal; en lo que no tenemos y en lo grande que son los obstáculos. Esto puede eclipsar todas las cosas buenas que Dios ha preparado para nosotros como la familia, los amigos y las oportunidades.
Creo que debemos tratar de mantener las cosas en la perspectiva correcta. Todos estamos expuestos a crisis, problemas y emergencias. Todos tenemos cargas, angustias y preocupaciones que pueden robarnos el gozo y la alegría de vivir un año pleno y lleno de cosas buenas.

Para mantener nuestra vida en la perspectiva correcta debemos concientizarnos de las cosas buenas que disfrutamos y ser agradecidos. En lugar de ver lo que nos falta, debemos dar gracias por lo que sí tenemos. La queja constante, la amargura y la murmuración no pueden echar raíces en nuestro corazón. Meditar en la bondad de Dios nos ayudará a mantenernos en la perspectiva correcta y también a liberar nuestra fe para que se active el poder de Dios y le veamos intervenir con prodigios y milagros.

Cada día que vivimos es un regalo del cielo, sería una lástima vivir ese día derrotado, deprimido, negativo, quejándonos y sin entusiasmo alguno. En ocasiones nos quejamos de las obligaciones o responsabilidades, pero estas también son parte de la bendición de Dios. Él produce en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad. No tenemos que asumir responsabilidades con tristeza y desencanto, las asumimos con alegría y paz porque Dios nos capacita para hacerlo. ¿Cuántas personas daría cualquier cosa por tener lo que es nuestro? ¿Cuántos desean nuestros trabajos, familia, hijos, parejas?

Amados amigos, si hemos de tener la perspectiva correcta, debemos aprender a apreciar las cosas sencillas con las que Dios nos ha bendecido. No nos atrevamos a ir por la vida quejándonos de todo lo que va mal. Tal vez la salud no es buena, pero tenemos una familia que nos ama. Tal vez no tengamos trabajo, pero estamos sanos y fuertes. Tal vez tuvimos un mal día en el trabajo, pero hay muchos que no tienen un empleo. Ser agradecidos es la clave para permanecer feliz y mantener una actitud sana frente a la vida misma. Por eso David, el Rey, escribía en los Salmos: “Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán”.

En el verso del epígrafe, el autor ora a Dios pidiendo que nos enseñe a contar nuestros días. Así pues, que Dios nos ayude a entender que cada día es un regalo; que Dios nos ayude a tratar con la tensión emocional y con los desafíos propios de cada día. No demos por hecho que las personas que amamos siempre estarán ahí; nosotros mismos no siempre estaremos aquí. La vida es frágil, hoy estamos aquí y mañana nos hemos ido. No esperemos los días de cumpleaños para expresar amor, no esperemos el día del amor y la amistad para festejar, no esperemos la navidad para dar regalos. No dejemos pasar momentos preciosos y oportunidades sencillas para manifestar cariño.
Cada día es un regalo único e irremplazable. El tiempo no puede ser detenido, acumulado ni estirado. Sus horas pueden ser invertidas o desperdiciadas. ¡Dios enséñanos a contar nuestros días!

Mantengamos la perspectiva correcta, enfocándonos en lo bueno, no dando todo por hecho y reconociendo la importancia del tiempo y la ocasión. Cojamos el mínimo, aminoremos el paso y apreciemos los regalos del Señor. Seamos agradecidos por las cosas sencillas y encontremos motivos para elogiar y abrazar. ¡Siempre miremos lo que va bien!

Mantengamos la perspectiva correcta y como David, alabemos continuamente. Así abriremos un espacio para que Dios actúe y su bondad se manifieste.

Es un honor volver a compartir contigo. Un abrazo en Cristo Jesús.

Columnista
3 febrero, 2017

La perspectiva

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”. Salmos 90,12. Pensando en las tantas cosas que nos trajo el nuevo año, es fácil enfocarse en lo que va mal; en lo que no tenemos y en lo grande que son los obstáculos. Esto puede eclipsar todas las cosas buenas que […]


“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría”. Salmos 90,12.

Pensando en las tantas cosas que nos trajo el nuevo año, es fácil enfocarse en lo que va mal; en lo que no tenemos y en lo grande que son los obstáculos. Esto puede eclipsar todas las cosas buenas que Dios ha preparado para nosotros como la familia, los amigos y las oportunidades.
Creo que debemos tratar de mantener las cosas en la perspectiva correcta. Todos estamos expuestos a crisis, problemas y emergencias. Todos tenemos cargas, angustias y preocupaciones que pueden robarnos el gozo y la alegría de vivir un año pleno y lleno de cosas buenas.

Para mantener nuestra vida en la perspectiva correcta debemos concientizarnos de las cosas buenas que disfrutamos y ser agradecidos. En lugar de ver lo que nos falta, debemos dar gracias por lo que sí tenemos. La queja constante, la amargura y la murmuración no pueden echar raíces en nuestro corazón. Meditar en la bondad de Dios nos ayudará a mantenernos en la perspectiva correcta y también a liberar nuestra fe para que se active el poder de Dios y le veamos intervenir con prodigios y milagros.

Cada día que vivimos es un regalo del cielo, sería una lástima vivir ese día derrotado, deprimido, negativo, quejándonos y sin entusiasmo alguno. En ocasiones nos quejamos de las obligaciones o responsabilidades, pero estas también son parte de la bendición de Dios. Él produce en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad. No tenemos que asumir responsabilidades con tristeza y desencanto, las asumimos con alegría y paz porque Dios nos capacita para hacerlo. ¿Cuántas personas daría cualquier cosa por tener lo que es nuestro? ¿Cuántos desean nuestros trabajos, familia, hijos, parejas?

Amados amigos, si hemos de tener la perspectiva correcta, debemos aprender a apreciar las cosas sencillas con las que Dios nos ha bendecido. No nos atrevamos a ir por la vida quejándonos de todo lo que va mal. Tal vez la salud no es buena, pero tenemos una familia que nos ama. Tal vez no tengamos trabajo, pero estamos sanos y fuertes. Tal vez tuvimos un mal día en el trabajo, pero hay muchos que no tienen un empleo. Ser agradecidos es la clave para permanecer feliz y mantener una actitud sana frente a la vida misma. Por eso David, el Rey, escribía en los Salmos: “Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán”.

En el verso del epígrafe, el autor ora a Dios pidiendo que nos enseñe a contar nuestros días. Así pues, que Dios nos ayude a entender que cada día es un regalo; que Dios nos ayude a tratar con la tensión emocional y con los desafíos propios de cada día. No demos por hecho que las personas que amamos siempre estarán ahí; nosotros mismos no siempre estaremos aquí. La vida es frágil, hoy estamos aquí y mañana nos hemos ido. No esperemos los días de cumpleaños para expresar amor, no esperemos el día del amor y la amistad para festejar, no esperemos la navidad para dar regalos. No dejemos pasar momentos preciosos y oportunidades sencillas para manifestar cariño.
Cada día es un regalo único e irremplazable. El tiempo no puede ser detenido, acumulado ni estirado. Sus horas pueden ser invertidas o desperdiciadas. ¡Dios enséñanos a contar nuestros días!

Mantengamos la perspectiva correcta, enfocándonos en lo bueno, no dando todo por hecho y reconociendo la importancia del tiempo y la ocasión. Cojamos el mínimo, aminoremos el paso y apreciemos los regalos del Señor. Seamos agradecidos por las cosas sencillas y encontremos motivos para elogiar y abrazar. ¡Siempre miremos lo que va bien!

Mantengamos la perspectiva correcta y como David, alabemos continuamente. Así abriremos un espacio para que Dios actúe y su bondad se manifieste.

Es un honor volver a compartir contigo. Un abrazo en Cristo Jesús.