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Editorial - 21 agosto, 2017

La inseguridad tocó fondo

El comunicador social e investigador del CTI, Sergio Medina, trató de impedir el atraco de una mujer en el frente de su residencia. Su instinto lo llevó a defender a la indefensa dama que era intimidada por dos hombres armados que se movilizaban cada uno en una motocicleta. No pudo hacer nada, la atracaron y […]

El comunicador social e investigador del CTI, Sergio Medina, trató de impedir el atraco de una mujer en el frente de su residencia. Su instinto lo llevó a defender a la indefensa dama que era intimidada por dos hombres armados que se movilizaban cada uno en una motocicleta. No pudo hacer nada, la atracaron y a él lo mataron.

Hombres en motos que a cualquier hora del día y de la noche también, atracan ante la mirada impávida de los ciudadanos, incluso de la misma fuerza pública. Los estudiantes al salir de las universidades, las enfermeras al salir de las clínicas donde trabajan, los empleados, los comerciantes, los tenderos, los jóvenes que tratan de hacer una vida normal en la ciudad, pero que viven con la incertidumbre de ser víctimas de los atracadores.

Valledupar es una ciudad cansada de la inseguridad, habitada por una comunidad agobiada por el temor de ser víctima de un atraco o de un asalto en sus viviendas, o lo que es peor, de ser víctima de una bala disparada por los delincuentes que la tienen azotada. La situación se le salió hace rato de las manos a las autoridades, que sin éxito han intentado controlar la ola de atracos que deja a su paso no solo pérdidas materiales (celulares, documentos de identidad, dinero) sino vidas. En el último año la capital del Cesar ha sido escenario de muertes injustas, de personas con sueños, con familias y amigos a los que les duele su inesperada partida.

¿Qué les está pasando a las autoridades? Que reaccionan solo cuando ocurre un hecho que trasciende a los medios nacionales y salen a ofrecer recompensa por los asesinos. ¿Ya para qué? El daño está causado.

El pasado 15 de junio a la 1:00 de la tarde, mataron a un empleado minero en plena calle del Cesar, el corazón de Valledupar, donde dos hombres en una motocicleta que iban a atracar a Jorge Enrique Tejedor, de 59 años, le dispararon y murió en el acto. Ese fue uno de los homicidios que generó reacción en cadena: se hizo un consejo de seguridad con toda la plana mayor de la fuerza pública, incluso asistió el Director Nacional de Seguridad Ciudadana, mayor general Jorge Enrique Rodríguez Peralta, quien anunció traer a la ciudad más uniformados de la Unidad Nacional de Intervención Policial y de Antiterrorismo, (UNIPOL).

Después de ese Consejo de Seguridad dijo la administración de Augusto Ramírez Uhía que aumentarían el pie de fuerza inicialmente con 75 nuevos efectivos para contrarrestar delitos de alto impacto, y el Comandante del Batallón de Artillería N.2 La Popa, teniente coronel Gabriel Majé, se comprometió a traer a la ciudad, en 20 días, unidades de la Agrupación de Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas (AFEUR), y a través del Comando de la Primera División incluirá dos pelotones de 80 hombres para reforzar la seguridad de Valledupar.

¿Qué pasó con esas promesas? ¿Esos 150 hombres más están en las calles de Valledupar prestando seguridad a la ciudadanía? Parece que no, y si lo están, no se sienten.

Los vallenatos, especialmente las mujeres que son las presas favoritas de los atracadores (las tumban de las motos, les quitan los bolsos, las persiguen en los barrios cuando barren las puertas o salen a la tienda), esperan más de las autoridades. Alcalde Augusto Ramírez Uhía y coronel Mauricio Pedraza Rocha, a ustedes les corresponde liderar esta cruzada.

Editorial
21 agosto, 2017

La inseguridad tocó fondo

El comunicador social e investigador del CTI, Sergio Medina, trató de impedir el atraco de una mujer en el frente de su residencia. Su instinto lo llevó a defender a la indefensa dama que era intimidada por dos hombres armados que se movilizaban cada uno en una motocicleta. No pudo hacer nada, la atracaron y […]


El comunicador social e investigador del CTI, Sergio Medina, trató de impedir el atraco de una mujer en el frente de su residencia. Su instinto lo llevó a defender a la indefensa dama que era intimidada por dos hombres armados que se movilizaban cada uno en una motocicleta. No pudo hacer nada, la atracaron y a él lo mataron.

Hombres en motos que a cualquier hora del día y de la noche también, atracan ante la mirada impávida de los ciudadanos, incluso de la misma fuerza pública. Los estudiantes al salir de las universidades, las enfermeras al salir de las clínicas donde trabajan, los empleados, los comerciantes, los tenderos, los jóvenes que tratan de hacer una vida normal en la ciudad, pero que viven con la incertidumbre de ser víctimas de los atracadores.

Valledupar es una ciudad cansada de la inseguridad, habitada por una comunidad agobiada por el temor de ser víctima de un atraco o de un asalto en sus viviendas, o lo que es peor, de ser víctima de una bala disparada por los delincuentes que la tienen azotada. La situación se le salió hace rato de las manos a las autoridades, que sin éxito han intentado controlar la ola de atracos que deja a su paso no solo pérdidas materiales (celulares, documentos de identidad, dinero) sino vidas. En el último año la capital del Cesar ha sido escenario de muertes injustas, de personas con sueños, con familias y amigos a los que les duele su inesperada partida.

¿Qué les está pasando a las autoridades? Que reaccionan solo cuando ocurre un hecho que trasciende a los medios nacionales y salen a ofrecer recompensa por los asesinos. ¿Ya para qué? El daño está causado.

El pasado 15 de junio a la 1:00 de la tarde, mataron a un empleado minero en plena calle del Cesar, el corazón de Valledupar, donde dos hombres en una motocicleta que iban a atracar a Jorge Enrique Tejedor, de 59 años, le dispararon y murió en el acto. Ese fue uno de los homicidios que generó reacción en cadena: se hizo un consejo de seguridad con toda la plana mayor de la fuerza pública, incluso asistió el Director Nacional de Seguridad Ciudadana, mayor general Jorge Enrique Rodríguez Peralta, quien anunció traer a la ciudad más uniformados de la Unidad Nacional de Intervención Policial y de Antiterrorismo, (UNIPOL).

Después de ese Consejo de Seguridad dijo la administración de Augusto Ramírez Uhía que aumentarían el pie de fuerza inicialmente con 75 nuevos efectivos para contrarrestar delitos de alto impacto, y el Comandante del Batallón de Artillería N.2 La Popa, teniente coronel Gabriel Majé, se comprometió a traer a la ciudad, en 20 días, unidades de la Agrupación de Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas (AFEUR), y a través del Comando de la Primera División incluirá dos pelotones de 80 hombres para reforzar la seguridad de Valledupar.

¿Qué pasó con esas promesas? ¿Esos 150 hombres más están en las calles de Valledupar prestando seguridad a la ciudadanía? Parece que no, y si lo están, no se sienten.

Los vallenatos, especialmente las mujeres que son las presas favoritas de los atracadores (las tumban de las motos, les quitan los bolsos, las persiguen en los barrios cuando barren las puertas o salen a la tienda), esperan más de las autoridades. Alcalde Augusto Ramírez Uhía y coronel Mauricio Pedraza Rocha, a ustedes les corresponde liderar esta cruzada.