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Columnista - 1 marzo, 2018

La gran odisea

En 1968 Valledupar era aún una bucólica población de no más de 50 mil habitantes, carente de los servicios básicos elementales, ante todo salud y educación, sus habitantes vivían en su mayoría de la actividad agrícola. Antes estas circunstancias llega a Valledupar, procedente de Barranquilla, su ciudad natal, por insinuación de un amigo, el médico […]

En 1968 Valledupar era aún una bucólica población de no más de 50 mil habitantes, carente de los servicios básicos elementales, ante todo salud y educación, sus habitantes vivían en su mayoría de la actividad agrícola.

Antes estas circunstancias llega a Valledupar, procedente de Barranquilla, su ciudad natal, por insinuación de un amigo, el médico bacteriólogo y embriólogo, de la Universidad de Autónoma de México y de la Universidad de Chicago, Orlando Velásquez, se instala en la ciudad con su laboratorio clínico a combatir enfermedades raras en la región, que mató a muchas personas por carecer de profesionales y elementos en esta materia.

Velásquez por su profesionalismo y altruismo ganó el cariño regional, fue nombrado Director de Turismo del Cesar, es cofundador del departamento del Cesar, miembro del Festival Vallenato, fue alcalde de Manaure, diputado, Secretario de Gobierno Departamental y Gobernador encargado en varias ocasiones.

Orlando Velásquez era invitado a dictar charlas en colegios de Valledupar, el Loperena no fue la excepción, hablaba de sus experiencias vividas como estudiante universitario en México y USA, ante el encanto que causaba entre los jóvenes sus narraciones por estos países, les indagó si querían ir a estudiar a los Estados Unidos, él los ayudaría a ir, la respuesta fue positiva de los 23 estudiantes, todos de escasos recursos.

Fue una propuesta impulsiva, Orlando no contaba con infraestructura ni patrocinio para semejante hazaña, los preparativos iniciaron con nociones de inglés, consecución de documentación y dinero para pasajes y estadía, el 50 % lo aportó Velázquez, el resto los padres de los 16 viajeros que quedaron.

Emprendieron la gran aventura hacia Chicago, el piloto preguntó al líder de esa locura, que si estaba cuerdo, Orlando sonrió, salieron Barranquilla-Miami, llegaron a las 2:00 de la mañana a Chicago, con temperaturas extremas de cinco grados bajo cero.

La ciudad estaba totalmente cubierta de nieve, cambio climático demasiado abrupto para los trotamundos oriundos del trópico vallenato, pero pudieron más los deseos y esperanza de los imberbes de salir adelante, que la incomodidad de un pequeño cambio atmosférico, a pesar de tener pasajes de regreso, ninguno hizo opción de esa posibilidad, los tiquetes caducaron.

Los jóvenes fueron bajados en la misma edificación al norte de Chicago, donde se alojó Velázquez como estudiante, la ciudad sufría despiadada discriminación racial con sus habitantes negros del sur, no hubo inconvenientes para que los dos integrantes de esa raza de la delegación vallenata fueran aceptados en la edificación para huésped blancos.

De los 16 estudiantes que emprendieron la gran hazaña por el país de los ensueños, finalizaron su proceso de estudios profesionales 14 en diferentes ramas, entre ellos Celso Mendoza, Alfonso Pumarejo, Basilio Padilla, Anaurio Castilla, Alfonso Tolosa, Wilson Penzo.

Recuerda Velázquez al expresidente López cuando dijo que los dos grandes sucesos ocurridos hasta ese momento en la región habían sido la creación del departamento y la gran odisea de Chicago.

Orlando de 83 años, goza hoy los beneficios de pensión del gobierno de USA por más de 30 años de trabajo en ese país.

Columnista
1 marzo, 2018

La gran odisea

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

En 1968 Valledupar era aún una bucólica población de no más de 50 mil habitantes, carente de los servicios básicos elementales, ante todo salud y educación, sus habitantes vivían en su mayoría de la actividad agrícola. Antes estas circunstancias llega a Valledupar, procedente de Barranquilla, su ciudad natal, por insinuación de un amigo, el médico […]


En 1968 Valledupar era aún una bucólica población de no más de 50 mil habitantes, carente de los servicios básicos elementales, ante todo salud y educación, sus habitantes vivían en su mayoría de la actividad agrícola.

Antes estas circunstancias llega a Valledupar, procedente de Barranquilla, su ciudad natal, por insinuación de un amigo, el médico bacteriólogo y embriólogo, de la Universidad de Autónoma de México y de la Universidad de Chicago, Orlando Velásquez, se instala en la ciudad con su laboratorio clínico a combatir enfermedades raras en la región, que mató a muchas personas por carecer de profesionales y elementos en esta materia.

Velásquez por su profesionalismo y altruismo ganó el cariño regional, fue nombrado Director de Turismo del Cesar, es cofundador del departamento del Cesar, miembro del Festival Vallenato, fue alcalde de Manaure, diputado, Secretario de Gobierno Departamental y Gobernador encargado en varias ocasiones.

Orlando Velásquez era invitado a dictar charlas en colegios de Valledupar, el Loperena no fue la excepción, hablaba de sus experiencias vividas como estudiante universitario en México y USA, ante el encanto que causaba entre los jóvenes sus narraciones por estos países, les indagó si querían ir a estudiar a los Estados Unidos, él los ayudaría a ir, la respuesta fue positiva de los 23 estudiantes, todos de escasos recursos.

Fue una propuesta impulsiva, Orlando no contaba con infraestructura ni patrocinio para semejante hazaña, los preparativos iniciaron con nociones de inglés, consecución de documentación y dinero para pasajes y estadía, el 50 % lo aportó Velázquez, el resto los padres de los 16 viajeros que quedaron.

Emprendieron la gran aventura hacia Chicago, el piloto preguntó al líder de esa locura, que si estaba cuerdo, Orlando sonrió, salieron Barranquilla-Miami, llegaron a las 2:00 de la mañana a Chicago, con temperaturas extremas de cinco grados bajo cero.

La ciudad estaba totalmente cubierta de nieve, cambio climático demasiado abrupto para los trotamundos oriundos del trópico vallenato, pero pudieron más los deseos y esperanza de los imberbes de salir adelante, que la incomodidad de un pequeño cambio atmosférico, a pesar de tener pasajes de regreso, ninguno hizo opción de esa posibilidad, los tiquetes caducaron.

Los jóvenes fueron bajados en la misma edificación al norte de Chicago, donde se alojó Velázquez como estudiante, la ciudad sufría despiadada discriminación racial con sus habitantes negros del sur, no hubo inconvenientes para que los dos integrantes de esa raza de la delegación vallenata fueran aceptados en la edificación para huésped blancos.

De los 16 estudiantes que emprendieron la gran hazaña por el país de los ensueños, finalizaron su proceso de estudios profesionales 14 en diferentes ramas, entre ellos Celso Mendoza, Alfonso Pumarejo, Basilio Padilla, Anaurio Castilla, Alfonso Tolosa, Wilson Penzo.

Recuerda Velázquez al expresidente López cuando dijo que los dos grandes sucesos ocurridos hasta ese momento en la región habían sido la creación del departamento y la gran odisea de Chicago.

Orlando de 83 años, goza hoy los beneficios de pensión del gobierno de USA por más de 30 años de trabajo en ese país.