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Columnista - 28 agosto, 2013

La globalización (II Parte)

Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las cuencas de los ríos Guatapuri y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para vida en Valledupar, La Paz y San Diego.

Por Hernán Maestre Martínez

Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las cuencas de los ríos Guatapuri y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para  vida en Valledupar, La Paz y San Diego.

Es común oír hablar de los logros, avances y en general de los éxitos del proceso de globalización de la economía. En efecto, son muchos los escenarios en que, cifras en mano, los analistas económicos de línea clásica sustentan, con alguna verosimilitud, las consecuencias positivas de aquella.

Sin embargo otros demuestran también con bastante verosimilitud, que, en muchas ocasiones, esos beneficios han resultado inferiores a los que sus defensores reivindican, y el precio pagado ha sido superior; o, dicho a la manera de los economistas, los costos de la globalización han sido mayores que los beneficios derivados de ella.

Así, por ejemplo, el medio ambiente ha sido ampliamente afectado, los procesos políticos se han corrompido y el ritmo veloz de los cambios no ha permitido a los países un tiempo suficiente para la adaptación cultural. Igualmente, muchas de las crisis desembocaron en desempleos masivos, seguidos de problemas de disolución social a largo plazo (desde la violación urbana hasta los conflictos étnicos).

Podemos señalar como costos de la globalización el aumento de la pobreza mundial y la sujeción de los países en vías de desarrollo al cumplimiento de políticas que no son totalmente acordes con la situación económica y social por la que atraviesan.

De igual modo no existe un sistema de información que evalúe las opciones de préstamo y ayuda, y existen evidentes diferencias en la asignación y evaluación económica entre los países.

Con todo, a juicio de Stiglitz, los defectos de que adolece la globalización pueden ser subsanados; es decir, se requiere mejorar lo mejorable que haya en ella con el fin de que sus costos no sean mayores que sus beneficios.

De esta forma, por ejemplo, para lograr que la globalización aporte beneficiosamente, es necesario preocuparse por el medio ambiente, promover la democracia y el comercio justo, mitigar las fallas del mercado y garantizar la justicia social. Igualmente se debe contar con instituciones globales que se concentren en temas en los cuales la acción colectiva global sea deseable o necesaria.

En definitiva, de acuerdo con las tesis de Stiglitz, la globalización puede ser rediseñada, manejada adecuada, equitativa y democráticamente, y es posible que ello contribuya a crear una economía global en la que el crecimiento resulte no solo más sostenible, sino que sus frutos se compartan en forma justa. 

Click aquí para leer la primera parte de la columna La globalización
 

 

 

Columnista
28 agosto, 2013

La globalización (II Parte)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las cuencas de los ríos Guatapuri y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para vida en Valledupar, La Paz y San Diego.


Por Hernán Maestre Martínez

Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las cuencas de los ríos Guatapuri y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para  vida en Valledupar, La Paz y San Diego.

Es común oír hablar de los logros, avances y en general de los éxitos del proceso de globalización de la economía. En efecto, son muchos los escenarios en que, cifras en mano, los analistas económicos de línea clásica sustentan, con alguna verosimilitud, las consecuencias positivas de aquella.

Sin embargo otros demuestran también con bastante verosimilitud, que, en muchas ocasiones, esos beneficios han resultado inferiores a los que sus defensores reivindican, y el precio pagado ha sido superior; o, dicho a la manera de los economistas, los costos de la globalización han sido mayores que los beneficios derivados de ella.

Así, por ejemplo, el medio ambiente ha sido ampliamente afectado, los procesos políticos se han corrompido y el ritmo veloz de los cambios no ha permitido a los países un tiempo suficiente para la adaptación cultural. Igualmente, muchas de las crisis desembocaron en desempleos masivos, seguidos de problemas de disolución social a largo plazo (desde la violación urbana hasta los conflictos étnicos).

Podemos señalar como costos de la globalización el aumento de la pobreza mundial y la sujeción de los países en vías de desarrollo al cumplimiento de políticas que no son totalmente acordes con la situación económica y social por la que atraviesan.

De igual modo no existe un sistema de información que evalúe las opciones de préstamo y ayuda, y existen evidentes diferencias en la asignación y evaluación económica entre los países.

Con todo, a juicio de Stiglitz, los defectos de que adolece la globalización pueden ser subsanados; es decir, se requiere mejorar lo mejorable que haya en ella con el fin de que sus costos no sean mayores que sus beneficios.

De esta forma, por ejemplo, para lograr que la globalización aporte beneficiosamente, es necesario preocuparse por el medio ambiente, promover la democracia y el comercio justo, mitigar las fallas del mercado y garantizar la justicia social. Igualmente se debe contar con instituciones globales que se concentren en temas en los cuales la acción colectiva global sea deseable o necesaria.

En definitiva, de acuerdo con las tesis de Stiglitz, la globalización puede ser rediseñada, manejada adecuada, equitativa y democráticamente, y es posible que ello contribuya a crear una economía global en la que el crecimiento resulte no solo más sostenible, sino que sus frutos se compartan en forma justa. 

Click aquí para leer la primera parte de la columna La globalización