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Editorial - 8 agosto, 2018

La era de Duque

El barco llamado Colombia, con más de 48 millones de habitantes abordo, tiene desde un ayer un nuevo capitán, Iván Duque Márquez, al que le deseamos buen viento y buena mar en los próximos cuatro años de su gobierno. El navío zarpó con un ventarrón durante la ceremonia de posesión en la Plaza de Bolívar, […]

El barco llamado Colombia, con más de 48 millones de habitantes abordo, tiene desde un ayer un nuevo capitán, Iván Duque Márquez, al que le deseamos buen viento y buena mar en los próximos cuatro años de su gobierno.

El navío zarpó con un ventarrón durante la ceremonia de posesión en la Plaza de Bolívar, pero más agresivo e inoportuno que el viento que hizo volar varias sombrillas de los asistentes fue el discurso del presidente del Senado de la República, Ernesto Macías, miembro de Centro Democrático.

Macías rindió un homenaje al líder de su colectividad, Álvaro Uribe Vélez, y luego se despachó contra el gobierno Santos, enumerando problemas de seguridad y corrupción que debería remediar el gobierno entrante. Un discurso revanchista, mirando a través del retrovisor, que muestra un mal arranque de la cabeza del Senado, quien parecía no entender la dignidad de su cargo como representante de la corporación y el escenario en el que se encontraba al hacer un balance negativo del gobierno saliente.

Por el contrario, Duque presentó un discurso propositivo y ponderado, convocando a la unión a través de los pilares de gobierno que propuso en su campaña: los pactos por la legalidad, la equidad y el emprendimiento.

Ante diez jefes de Estado, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, así como representantes de 17 países más, el nuevo presidente colombiano demostró esa brillantez que inicialmente deslumbró a su mentor en el partido Centro Democrático y que luego convocó el respaldo de 10 millones 300 mil personas que depositaron en él su voto de confianza para suceder a Juan Manuel Santos.

“No se trata de pensar igual, no se trata de unanimismos, no se trata de eludir las sanas discrepancias de ideas que enriquecen la democracia. Se trata de ser capaces de darle vida a los consensos necesarios para que seamos una nación grande, sólida y segura. Siempre he dicho y lo seguiré diciendo: solución y no agresiones”, recalcó Duque.

Pese a su diplomacia, el mandatario no dejó de lado los reparos que ha tenido contra el acuerdo de paz logrado por el presidente Santos con las Farc, al anunciar: “Ha llegado el momento de evitar que los grupos armados ilegales que secuestran y trafican drogas pretendan ganar beneficios mimetizando sus delitos con causas ideológicas. Sencillamente debemos dejar claro que en adelante en nuestra Constitución el narcotráfico y el secuestro no son delitos conexos al delito político ni mecanismos legítimos para financiar y promover ninguna causa. Hoy mismo le cumplo a Colombia y llevaré esta iniciativa ante el Congreso de la República”.

Destacamos que en cuanto a la negociación adelantada con el ELN anunció que dispondrá de un mes para evaluar los últimos 17 meses de diálogo entre el gobierno saliente y el grupo guerrillero. De igual forma anunció mano dura contra el crimen organizado, haciendo valer la premisa “el que la hace la paga”.

Otro de los apartes del discurso del nuevo presidente, que llamó la atención, es el anuncio de la cadena perpetua contra los violadores de niños.

Sin embargo, apenas comienza la travesía de cuatro años, en la Duque deberá hacer frente a graves problemas que aquejan al país, como la violencia que se ha desplazado del campo para intensificarse en las ciudades; el sistema de salud en crisis, el sistema carcelario colapsado, etc.

Esperamos que al final de su periodo, el presidente más joven de la historia reciente de Colombia lleve al país a un puerto seguro, que nos permita seguir el camino del desarrollo y la paz.

Editorial
8 agosto, 2018

La era de Duque

El barco llamado Colombia, con más de 48 millones de habitantes abordo, tiene desde un ayer un nuevo capitán, Iván Duque Márquez, al que le deseamos buen viento y buena mar en los próximos cuatro años de su gobierno. El navío zarpó con un ventarrón durante la ceremonia de posesión en la Plaza de Bolívar, […]


El barco llamado Colombia, con más de 48 millones de habitantes abordo, tiene desde un ayer un nuevo capitán, Iván Duque Márquez, al que le deseamos buen viento y buena mar en los próximos cuatro años de su gobierno.

El navío zarpó con un ventarrón durante la ceremonia de posesión en la Plaza de Bolívar, pero más agresivo e inoportuno que el viento que hizo volar varias sombrillas de los asistentes fue el discurso del presidente del Senado de la República, Ernesto Macías, miembro de Centro Democrático.

Macías rindió un homenaje al líder de su colectividad, Álvaro Uribe Vélez, y luego se despachó contra el gobierno Santos, enumerando problemas de seguridad y corrupción que debería remediar el gobierno entrante. Un discurso revanchista, mirando a través del retrovisor, que muestra un mal arranque de la cabeza del Senado, quien parecía no entender la dignidad de su cargo como representante de la corporación y el escenario en el que se encontraba al hacer un balance negativo del gobierno saliente.

Por el contrario, Duque presentó un discurso propositivo y ponderado, convocando a la unión a través de los pilares de gobierno que propuso en su campaña: los pactos por la legalidad, la equidad y el emprendimiento.

Ante diez jefes de Estado, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, así como representantes de 17 países más, el nuevo presidente colombiano demostró esa brillantez que inicialmente deslumbró a su mentor en el partido Centro Democrático y que luego convocó el respaldo de 10 millones 300 mil personas que depositaron en él su voto de confianza para suceder a Juan Manuel Santos.

“No se trata de pensar igual, no se trata de unanimismos, no se trata de eludir las sanas discrepancias de ideas que enriquecen la democracia. Se trata de ser capaces de darle vida a los consensos necesarios para que seamos una nación grande, sólida y segura. Siempre he dicho y lo seguiré diciendo: solución y no agresiones”, recalcó Duque.

Pese a su diplomacia, el mandatario no dejó de lado los reparos que ha tenido contra el acuerdo de paz logrado por el presidente Santos con las Farc, al anunciar: “Ha llegado el momento de evitar que los grupos armados ilegales que secuestran y trafican drogas pretendan ganar beneficios mimetizando sus delitos con causas ideológicas. Sencillamente debemos dejar claro que en adelante en nuestra Constitución el narcotráfico y el secuestro no son delitos conexos al delito político ni mecanismos legítimos para financiar y promover ninguna causa. Hoy mismo le cumplo a Colombia y llevaré esta iniciativa ante el Congreso de la República”.

Destacamos que en cuanto a la negociación adelantada con el ELN anunció que dispondrá de un mes para evaluar los últimos 17 meses de diálogo entre el gobierno saliente y el grupo guerrillero. De igual forma anunció mano dura contra el crimen organizado, haciendo valer la premisa “el que la hace la paga”.

Otro de los apartes del discurso del nuevo presidente, que llamó la atención, es el anuncio de la cadena perpetua contra los violadores de niños.

Sin embargo, apenas comienza la travesía de cuatro años, en la Duque deberá hacer frente a graves problemas que aquejan al país, como la violencia que se ha desplazado del campo para intensificarse en las ciudades; el sistema de salud en crisis, el sistema carcelario colapsado, etc.

Esperamos que al final de su periodo, el presidente más joven de la historia reciente de Colombia lleve al país a un puerto seguro, que nos permita seguir el camino del desarrollo y la paz.